Mi refugio

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***

Miriam y Cepeda se pasaron la tarde entre melodías. Consiguieron acabar el estribillo de aquella canción que tanto querían componer, incluso, habían encontrado el ritmo que buscaban para la base. Los dos eran personas rotas intentando recomponerse de cualquier manera y eso hacía que los sentimientos plasmados en el papel quedaran aún más verdaderos. 

Ellos querían que las personas que llegaran a escuchar su canción fueran capaces de sentirse identificados con alguna de las partes o con alguna de las frases. Su principal objetivo era que la canción marcara, y que fuera escrita con el corazón.

 Luis decidió quedarse a dormir en casa de Miriam. No la veía muy feliz. No sonrió más de dos veces en toda la tarde. Estaba preocupado por ella. Necesitaba ver a la verdadera Miriam. La Miriam sonriente, luchadora, echada para adelante, la que no se para ante ningún obstáculo, necesitaba verla a ella.

- ¿Puedes soltar la guitarra y mirarme, por favor? - dijo Cepeda soltando el lápiz encima de la mesita de café, apartándola un poco y quedándose en cuclillas delante de Miriam.

Esta le evitaba la mirada a Luis mientras seguía con los dedos puestos sobre las cuerdas de la guitarra tocando unos acordes. Las caricias que su amigo le dejaba en la rodilla no ayudaban. Los ojos de Miriam comenzaron a acristalarse, a ponerse un poco rojos y eso fue lo que hizo que dejara de tocar la guitarra.

Tenía un nudo en la garganta creado por esas inmensas ganas de llorar. Con una mano se secó la lágrima que caía por su ojo derecho a lo que Luis respondió agarrando la guitarra que Miriam tenía en sus manos y dejándola a un lado para poder abrazarla.

Luis apretaba la espalda de su amiga con una de sus manos mientras que con la otra le dejaba leves caricias en la cabeza. - No pasa nada Miriam... todo va a estar bien.

Era lo único que le salió decir al gallego. Miriam al principio estaba reacia a abrazarse a Luis pero, poco a poco y viendo que este no estaba decidido a apartarse, se pegó a él con fuerza, apretando las manos en su espalda y soltando todo lo que necesitaba soltar.

Luis se separó, se sentó a su lado en el sofá y la atrajo hasta él para dejarla apoyada en su pecho mientras le acariciaba la cabeza. -He sido una idiota Cepeda. ¿Cómo podía pensar que iba a elegirme a mi?

- La vida es injusta a veces Miriam... pero, si ya han pasado cosas entre vosotras, incluso con Ana estando con Mimi... ¿quién te hace pensar que no te está eligiendo a ti?

- Si me estuviera eligiendo a mi... no, no, eso no va a pasar. - dijo Miriam apartándose de Cepeda y mirándolo.

- Si me quisiera a mi no se hubiera alejado de esta manera ni estaría con Mimi ahora mismo, estaría aquí, consolandome ella y no tú. 

- Perdona por no ser Ana tía. - dijo irónico el gallego.

Miriam resopló y volvió a tumbarse sobre el pecho de Cepeda. Este comenzó a acariciarle la cabeza de nuevo.

- Gracias por estar hoy conmigo.

- Ya sabes, somos amigos... 

- Los mejores.

- Los mejores amigos. Oye, ¿por qué no me cantas la canción que compusiste el otro día? - sonrió Luis.

- .... ¿Cuál de las dos?

Luis le tarareó un poco la letra y Miriam cogió la guitarra. - A ver, esa es la única que tengo completa por ahora y la que más me duele cabrón, pero bueno, por ser tú, te la canto. - rió un poco Miriam dándole a Cepeda en el hombro.

QueriendOTWhere stories live. Discover now