Detrás de la Cámara.

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— ¡Por favor, Moa, lleva estos atuendos al camerino del joven Daniel! —Se escuchó como la madre de aquella joven le daba la orden mientras le entregaba unos cuantos cambios de ropa envueltos en un plástico protector sostenidos por un gancho.

— Voy madre. —Respondió mientras se acomodaba las prendas en su antebrazo pegandolo a su cuerpo.

Trabajar en estudios de cine no siempre era el sueño dorado, y desde luego, no siempre era bien valorado porque como todo, el esfuerzo de muchos era minimizado con las obras que se grababan y se llevaban a la pantalla grande destacandose solo a los actores principales de dicho filme de entretenimiento.

Era la séptima obra de Harry Potter la que se trataba de llevar en rodaje, Magdala conoció al mismísimo Harry Potter interpretado por Daniel Radcliffe quien se había vuelto su mejor amigo desde que se produjo La piedra filosofal, claro qué, también conoció a Emma, Rupert, Tom y otros más.

— Dann—Habló mientras tocaba la puerta suspirando, era de las últimas producciones en la que sabía que trabajaría con su mejor amigo y sus demás amigos pues al ser parte del equipo técnico, eso le permitía saber más de una sola cosa, desde luego que eso la ponía nostálgica.

Podría recordar una y otra vez como es que Daniel y ella se hicieron amigos.



Corrían los años cercanos a los 2000, su madre, la señora Armstrong era una mujer importante dentro de los estudios pues era ella quien apoyaba al director en todo, quien tenía a la mano los contactos necesarios para solicitar esto o aquello. Magdala, era una niña de apenas 10 años, no hacía gran cosa aparte de estudiar aunque para ser realistas la pequeña tenía sus estudios pausados pues sus padres quienes ahora se divorciaban no tenían el "tiempo" para atender asuntos escolares.

Una pequeña niña de piel trigueña/morena se encontraba en aquel gran set aunque en realidad, justo ahora yacía en el patio pues al parecer grabarían una escena que necesitaba de espacios abiertos, sus ojos se enfocaban en los niños aglomerados, algunos riendo, otros jugando pero sus ojos se fijaron en los niños a los que su madre le dijo que no molestara. Había una niña de cabello castaño cercano al rojizo cobre junto a dos varones, uno de cabello castaño con lentos y otro con el cabello rubio platinado, los observaba atenta como es que estos jugaban con sus manos.

— ¡Oh, te has movido, Emma! —Exclamó con euforia el de cabello rubio.

— Vale vale, te toca. —Dijo tras regresar sus palmas a la posición que tenían anteriormente, sonando un golpe seco en estas acompañadas de unas risas.

Magdala solo veía con atención pero mientras más atención prestaba en estas parecía simplemente aguantarse las ganas de salir corriendo a ellos y pedirles jugar pero no, no podía.

“No molestes a ningún niño, no quiero quejas de ninguno de mis compañeros de trabajo, Moa.”

Resonaron las palabras de su madre en su cabeza.

Moa, como era acostumbrada a ser llamada, bajó la mirada soltando un suspiro pesado mientras hacia una mueca reprimiendo sus ganas de jugar.

— ¿Quieres jugar?

Una voz se sumó a su solitaria presencia.

— ¿Eh? —Alzó la mirada con los ojos bien abiertos para ver al niño de cabellos castaños y lentes redondos frente a ella.

— ¿Quieres jugar conmigo? Bueno, nosotros. —Moa ensanchó una risa asintiendo olvidandose por completo de las palabras de su madre.— Muy bien, ven aquí.

La nena se levantó de aquel banco en donde se encontraba para caminar tras aquel niño y llegar con él a los otros dos.

— Hola, Thomas —Saludó el de cabello rubio seguido de dar su nombre.

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora