CAPÍTULO 58

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De repente, Feng Xiao sintió un poco de infelicidad en su corazón.


La participación de Duan Qigu en los Trece Pabellones de Yunhai había sido puramente accidental.

Ese año, acababa de convertirse en una nueva hoja como un cuatrero y había decidido asentarse en Qiemo para tener una vida pacífica. El intento de una nueva vida por parte de Duan Qigu era realizar un negocio comercial.

Por supuesto, su negocio no era completamente apropiado. Ya que la riqueza de Duan Qigu inicialmente había sido obtenida a través de medios inmorales, fue capaz de reunir a un grupo de subordinados que le eran leales y tenía tanto el presupuesto como la mano de obra que necesitaba. Asimismo, su cambio de un cuatrero a uno de los gigantes de negocios en Qiemo fue un proceso rápido y fácil.

Para el momento en que Cui Buqu y su compañía llegaron a Qiemo, descubrió que tanto Duan Qigu como Xing Mao prácticamente ocupaban la mitad de todos los tratados comerciales en Qiemo. Aún cuando se trataba de todos los hoteles dentro de la ciudad, estaban divididos en dos mitades, una para cada uno de ellos. Si las personas no estaban dispuestas a hospedarse en las ramas que le pertenecían a Duan Qigu, tendrían que hacerlo en las que le pertenecían a Xing Mao. Desafortunadamente, una tercera opción no existía.

No obstante, cuando Duan Qigu acababa de asentarse en Qiemo, no había sido de la manera en que era ahora, comportándose como si su palabra fuese la ley.

Aquí, además de Xing Mao, también había otros cuerpos de poder. Aunque Duan Qigu tenía una fuerza considerable, sus antecedentes en Qiemo aún eran frágiles, así que no rivalizaba tanto con su adversario. Todos aquellos cuerpos de poder se aliaron en conjunto, contactaron a Xing Mao y quisieron exiliar de Qiemo a Duan Qigu.

Fue durante ese tiempo que una persona hizo su camino hasta su puerta y se llamó a sí mismo Yu Heng, el Señor del Onceavo Pabellón de los Trece Pabellones de Yunhai.

Antes de ese momento, Duan Qigu nunca había escuchado el nombre de los Trece Pabellones de Yunhai, así que Yu Heng le habló directamente y le contó que se encargaría de los otros cuerpos de poder en Qiemo, así podría establecer su norma en la ciudad. Su requisito era que Duan Qigu debía unirse a los Trece Pabellones de Yunhai, convirtiéndose en el Señor del Doceavo Pabellón.

El Duan Qigu de ese tiempo estaba completamente superado por sus enemigos, así que, en medio del pánico, accedió a unirse a los Trece Pabellones de Yunhai mientras estaba dudoso sobre lo que Yu Heng le había mencionado.

Sin embargo, lo que no esperaba era que el otro realmente mantuviera su palabra. No solo asesinó a todos sus enemigos y resolvió todas las miserias de Duan Qigu, incluso le ayudó a jalar las cuerdas y llevarle los negocios de la seda y la arcilla desde Jiangnan para que así pudiera intimar en los negocios con los hombres de Nanbei y expandir sus conexiones con la gente. En unos pocos años, se elevó rápidamente en la sociedad y se volvió tan poderoso como Xing Mao.

Al mismo tiempo, mientras Duan Qigu más se comunicaba con los Trece Pabellones de Yunhai, más sentía que esta organización tenía más de lo que la vista alcanzaba a ver. Desde el Sur hasta el Norte, entre los granjeros y los comerciantes, prácticamente no había lugar que no tuviera al menos a una de sus personas. Duan Qigu sabía que ahí no existía libertad para almorzar en este mundo, así que, si recibía algo, también esperaba darlo de regreso. Sin embargo, además de convertirlo en el Maestro del Doceavo Pabellón y propulsarlo al trono de poder, nunca habían pedido nada de él. Feng Xiaolian, que era la Maestra Trece de los Trece Pabellones de Yunhai, incluso se había mostrado en Qiemo una vez y había conocido a Duan Qigu en persona.

Inigualable [WS]Where stories live. Discover now