CAPÍTULO 4

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Mi nombre es Feng Xiao. Vengo de la Oficina Jiejian.


El asesino estaba determinado a cumplir con lo que había venido a hacer.

Antes de que la espada perforara en el entrecejo de su objetivo, este ya había comenzado a imaginar la sensación de la hoja perforando el cráneo del contrario.

La espada podía destruir el oro y rebanar el jade. Incluso si los huesos fueran duros, no serían nada en comparación con la invencibilidad de su filo y acero inquebrantable.

Originalmente, el asesino había desdeñado el tomar medidas en persona para lidiar con este fantasma de la tuberculosis, el cual ni siquiera tenía el poder para atar a un pollo. Sin embargo, no podía rechazar las órdenes de sus superiores. Si este hombre enfermo no moría, sería él quien lo haría.

(N/T/E: 病痨鬼, es una manera despectiva de llamar a las personas con apariencia enfermiza y/o débil.)

Si nada resultaba mal, en el próximo momento, la espada perforaría el punto del entrecejo de esta persona y la sangre fresca fluiría por la herida, filtrándose como un pequeño río pendiendo de su nariz. El rostro de esta persona era tan pálido que debía enfermarse con frecuencia, durante muchos años. No obstante, debido a que el color de la sangre y su piel pálida contrastarían entre sí, incuestionablemente sería una agradable vista que admirar.

Con alegría, el asesino pensó para sí que había visto esa clase de escenas en demasiadas ocasiones. Y, solamente por la buena apariencia de esta persona apellidada Cui, tenía algunas expectativas para la próxima.

Sin embargo, antes de que pudiera obtener su ambición, una mano lo interrumpió por completo.

Los ojos del asesino se abrieron ampliamente a medida que miraba a dicha mano extendiéndose de la nada.

Indudablemente, esta era una mano resuelta, sus uñas estaban cuidadosamente recortadas y tenía huesos perfectos y sanos. El color de la piel era uniforme y bello. De haber sido otro día, el asesino probablemente cortaría tal mano, la mantendría fresca con una receta especial y la descartaría luego de unos tres o cinco días.

Pero por el momento, no tenía el ánimo apreciativo en lo absoluto porque esta se había convertido en un Yama urgente en maldecirlo. Con el movimiento de dos dedos como una flor, levantando el peso con la misma ligereza, la espada larga se balanceó levemente y, la hoja que puede cortar tanto el oro como el jade, ¡se partió a la mitad! El asesino mostró una expresión de incredulidad, pero reaccionó con mucha rapidez en sus acciones. Por tanto, confiando en que los instintos eran innatos para quienes tenían sus vidas pendiendo de un hilo, logró evitar la palma dirigida hacia sí.

(N/T/E: Yama o Yán Luó, se refiere a un rey del infierno en el vedismo.)

No obstante, esto era solo el comienzo. Su adversario estaba revestido en blanco, persiguiéndolo implacablemente. Pudo golpear al asesino en igualdad de condiciones tan solo con un par de manos desnudas, sin importar que este último sostuviera una espada. Las dos figuras se desplazaban con tanta velocidad que sus movimientos eran casi imperceptibles para las personas comunes. Sin embargo, mientras su conflicto se intensificaba, lanzaron a muchas de estas al suelo, gritando.

Inicialmente, las personas concurrían el templo, mas, ahora, todas habían escapado al instante. Los restantes eran niños taoístas, pero incluso ellos habían corrido a esconderse detrás de los pilares. El Maestro de Templo Cui estaba atemorizado y rígido, sentado donde había caído, permaneciendo inmóvil.

Inigualable [WS]Where stories live. Discover now