XVIII. No me mires así

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—Te veo después Mer —paso una palma por mi cabello para alisarlo—. Doctora Montgomery —se despidió y salió de la oficina mientras Addison lo seguía con la mirada.

—¿Vas a pasar o te vas a quedar mirándolo? —pregunté.

Addison quito su vista de él y fue directa a mí.

—Lamento haber interrumpido —dijo mientras pasaba a mi lado, adentrándose en la oficina.

Suspiré y cerré la puerta.

—Siéntate —indiqué.

Puso los papeles sobre la mesa y tomo asiento en las sillas frente a mi escritorio.

La imité, tomé un sobre y comencé a leer, en el fondo quería acabar lo más pronto posible.

Tomó uno de los folders sobre la mesa y comenzó a leerlo mientras se cruzaba de piernas con esa elegancia que la caracterizaba.

Meredith, concéntrate.

[...]

—¿Tienes agua? —preguntó después de una hora, mantenía la vista fija en el caso.

—Creo que sí, checa en aquel mueble de allá —apunte con la cabeza.

Ella se levantó y se estiró. Seguido, obedeció mis indicaciones.

—¿Quieres? —alzó ambas botellas.

—Seguro —caché en el aire la botella que aventó.

—La espalda va a matarme... —susurró antes de tomar un largo trago de agua.

Me puse de pie, tomé las carpetas, las puse en la mesa junto al sillón y tomé asiento en éste.

—¿Esperas una invitación? —me miró mientras tomaba agua— anda, siéntate.

—No gracias —se limpió las gotas de agua sobre sus labios— no quiero ni saber lo que pasó en ese sillón.

Rodeé los ojos.

—Nada que tú y tu marido no hayan hecho ya —la miré seria— no pasó nada, solo siéntate. Es mi última oferta.

Suspiró y tomó asiento.

—Gracias...

—Mmhjm... —mantuve la vista en lo que estaba leyendo.

[Addison]

Últimamente eran escasas las oportunidades que tenia de observar a Mer tan de cerca y esta, la única a solas...

Sus ojos verdes recorrían cuidadosamente las líneas de texto, su ceño estaba levemente fruncido. Era algo que solía hacer cuando estaba muy concentrada.

Al contrario de otras ocasiones, esta vez su cabello estaba recogido totalmente en una coleta alta, por lo que la podía apreciar sin ninguna barrera; su nariz levemente respingada, sus pómulos, dios, podría contar gustosamente cada una de sus pestañas.

—¿Podrías dejar de mirarme así? —susurró con la vista fija en los documentos.

—Necesito el folder con la información —trate de disimular.

—Literalmente esta sobre tus piernas, Addison...

Genial

—Necesito el otro —rasqué mi cuello nerviosa.

Rodó los ojos y tomó el sobre sobre la mesa a lado de ella y después lo puso sobre mis piernas, rozando accidentalmente sus dedos sobre mis muslos. Se sintió como mil descargas recorriendo mi cuerpo, en el buen sentido.

—Pudiste haberte parado...

—Estaba pensando, aparte no quería desconcentrarte.

—Ya... —dio vuelta a la página del documento en sus manos.

—Mer, yo...

Finalmente retiró la vista de los papeles y me vio fijamente a los ojos. Me quede pasmada viéndola, tanto que alzó una ceja en señal de mi tardía respuesta. Dios Mer, no me ayudas a concentrarme.

—Yo... lo lamento —finalicé.

—¿Es todo?

—Si, supongo.

—Bien... —volvió la vista a la carpeta.

—¿Bien? ¿Es todo lo que piensas decir?

Me miró nuevamente.

—¿Qué pretendes que diga, Addison? ¿Quieres que me lance a tus brazos sin importar nada?

—Por supuesto que no, pero...-

—No hay peros —cortó— lo entiendo, en verdad...

—Meredith...

—Addison basta, ya.

—Déjame terminar.

—Ya no importa, solo ponte a leer para que me pueda ir —retomó la lectura.

—¡Basta Meredith! —arrebaté el sobre de un tirón.

—Addison... —inhalo y exhaló tratando de tranquilizarse.

—Mer... dame la oportunidad de arreglar las cosas.

Carcajeó.

—No pienso ser la otra Addison.

—No quiero que seas la otra, solo... dame tiempo, es difícil.

—¿Difícil? ¡Por dios! —se puso de pie— No tienes derecho a decir eso. No cuando tienes a tu familia perfecta con tu esposo perfecto.

—¡Ya no lo amo! ¿Por qué no te pones en mi lugar?

—Ya lo he hecho, te dije que lo entendía. No entiendo porque insistes en hacerlo más difícil.

—¡Porqué siento algo por ti, Mer!, y nunca había sentido esto, no de esta manera...

—¿Y crees que yo sí? Pero a ti no fue a la que dejaron botada bajo la lluvia —suspiró— lo entiendo por Henry, lo que no entiendo es ¿por qué si ya habías decidido el divorcio, de repente cambias de opinión? —me miro molesta y agitó la cabeza— ¿Sabes qué? No respondas, no me interesa saber —dio la media vuelta y comenzó a caminar hacia la puerta.

—Porque no iba a sobrevivir si me lo quitaban... —respondí antes de que se fuera.

—Ya te dije que esta bien, Addison —me miró de reojo—. Suerte con tu matrimonio. Buenas noches doctora Montgomery.

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𝑵𝒐𝒕𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒂𝒖𝒕𝒐𝒓𝒂:

Holaa, solo pasaba a decirles que la semana pasada publique una nueva historia, por si gustan ir a checarla :).

Btw ¿Que les pareció el capítulo de hoy?

The lastWhere stories live. Discover now