LIV. Últimos días de nieve

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Como ya era costumbre últimamente, hoy estaba nevando en Seattle. Pero había algo extraño, casi no hubo accidentes y para la situación, el hospital estaba muy tranquilo.

Llevo algunas horas en el hospital y dentro de lo que cabe ha estado muy tranquilo, lo cual era raro. Normalmente cuando nevaba de más había muchos accidentes.

Atendí un par de pacientes, pero nada grave ni quirúrgico.

Después de atenderlos y dar tratamiento, me fui hacía el quirófano uno para realizar una cirugía que ya tenía programada desde hace un par de días. Cuando salí, algunas horas después, me dirigí a la sala de titulares y después de algunos minutos ya estaba conduciendo a casa.

Estábamos en la época del año donde más nevadas hay, pero esa época, con el paso de los días, estaba llegando a su fin. Estábamos en la recta final, los últimos días de nevada.

Había estado medianamente ocupada estos últimos días, lo suficiente para no echar de menos a Addison, quien en estos momentos estaba con Henry. Me alegraba por ella, yo sé cuanto extrañaba a su hijo y ahora él estaba pasando unos días aquí, en Seattle. Además, ella se había tomado un par de días lejos del trabajo para estar con él, así que no la había visto en absoluto. Tampoco llamé, aunque en una ocasión estuve a punto de hacerlo, pero me detuve. Solo me quedaba ocuparme y dejar que el tiempo pase.

Cuando llegué la casa estaba sola, así que vi la hora. Aún era temprano, por lo que los niños seguían en la escuela.

Cerré la puerta y subí las escaleras hasta mi habitación para dormir un rato antes de que lleguen mis hijos. No quería tener sueño todo el día y no dormí del todo bien en el hospital.

Dejé mis cosas sobre la cama y me acosté tal y como llegué.

Estaba tan cansada que en ese momento olvidé poner una alarma, o siquiera cambiarme de ropa.

Dormí no sé cuánto tiempo. Creo que entre sueños llegué a oír mi teléfono sonando, o tal vez simplemente era producto de mi imaginación.

Comencé a retomar conciencia cuando alguien se sentó al borde de la cama. Supuse que era alguno de mis hijos, por lo que esperé a oír pasos de los otros dos. Pero eso nunca sucedió.

Se acostó a lado de mí y no tardé mucho en sentir sus manos frías quitando mechones de cabello que caían por mi rostro adormilado.

Creí estar soñando cuando abrí los ojos y en medio de la luz cegadora vi la silueta de una mujer observándome, que más tarde, cuando mis ojos se acostumbraron a la luz, vi a Addison.

Acostada de lado, con su brazo sosteniendo su cabeza y su cabello suelto que contrastaba con el gris de la cama. Su otra mano sobre mi mejilla, pues la había reposado ahí después de mover mi cabello.

—Hola... —dijo apenas audible.

—Hola... —respondí— ¿Cómo entraste?

—Tu niñera me dejó pasar —sonrió— deberías checar eso.

Aquello me causó algo de risa y me terminó de despertar.

—Te marqué un par de veces, pero no contestaste, así que vine.

—¿Todo bien? —me preocupé un poco.

—Si, tranquilízate. Lo que menos quiero es causarte estrés —comenzó a acariciar mi cabello lentamente —. Solo que Henry extrañaba a los niños.

—Se llevaron bien desde que se conocieron.

—Si, bastante.... —se detuvo un par de segundos— No sabía que estabas dormida, lo lamento.

—No te preocupes —extendí el brazo y tomé el suyo.

—Esperaba que me dejaras llevarlos a algún lugar.

Volteé hacía la ventana que se mantenía cerrada por las cortinas, pero había un pequeño espacio entre ellas donde se podía observar el exterior. Me puse de pie y caminé lentamente hasta la ventana. Abrí un poco las cortinas, solo para poder observar el panorama.

—¿Cuánto tiempo llevas aquí? —pregunté de espaldas a ella, manteniendo la vista en la ventana.

—No lo sé... cuarenta minutos, quizás ¿por qué?

—¿Por qué no se quedan? —pregunté para después voltear a verla, recostada sobre la cama viendo hacia el techo. Cuando escucho mi pregunta se dio la media vuelta y apoyó su cabeza sobre sus manos para después mirarme.

—No quiero molestarte Meredith.

—Me encantaría que se quedaran —cerré la cortina y regresé a la cama—. Además, estoy segura de que a los niños también —me senté al borde mientras ella no me quitaba la vista de encima.

—Bien... —ella tomó mi pierna y después de darle un leve apretón se puso de pie. Imité su acción y caminamos hasta la puerta de la habitación, pero antes de que ella tomara el picaporte yo tomé su brazo, ella me volteó a ver por la repentina acción —¿Qué pasa?

—Te eche de menos...

Su rostro se iluminó con una sonrisa y me contuve las ganas que tenía de besarla. Pues los niños estaban abajo. Pero ella no se contuvo y se acercó lentamente a mí, hasta que nos unimos en un beso lento.

La había besado antes, pero se sentía tan mágico como si fuera la primera vez.

Su espalda dio con la puerta mientras mis manos la tomaban por los brazos. Sentí su mano tomar mi mejilla mientras me seguía besando.

De repente, sus manos bajaron por mi torso hasta caer en mi cintura y no pude evitar recordar cuando curé su nariz y por poco nos besamos, como lo hacemos ahora.

—También te extrañe, Meredith... —susurró y nos separamos.

Por un momento quise quedarme ahí, cerrar la puerta y quedarme con ella. Pero los niños esperaban abajo.

Quité la mano de su brazo y la estiré un poco más para abrir la puerta detrás de ella.

—Vamos...

Salimos de la habitación y cerré mientras ella caminaba delante de mí. Bajamos las escaleras y vi a los niños jugando en la alfombra de la sala.

—¡Mamá! —me agaché para abrazar a mis hijos— Addison nos dijo que estabas dormida —mencionó Bailey.

—Si, estaba algo cansada del trabajo. Pero ya estoy mejor —peiné el cabello de Ellis.

—¿Estabas muy cansada? —preguntó Ellis.

—¿Por qué? —pregunté.

—¿Te costó trabajo despertar a mamá? —preguntó Zola a Addison— ¿O por qué tardaron tanto?

Addison me volteó a ver y después respondió:

—Si, no se quería levantar.

Parecieron estar conformes con la respuesta.

—Hola Meredith —se acercó lentamente.

—¡Hola Henry! —lo abracé— ¿Cómo estás?

—Bien, gracias

—¿Te gustaría pasar la tarde aquí?

—¿Cómo en navidad? —preguntó Henry.

—Si —Addison se agachó a mi lado— solo que está vez yo voy a estar aquí.

Los niños se emocionaron cuando Henry dijo que sí.



Nota del autor:

¡Hola! Decidí adelantar el capítulo algunas horas porque hoy es mi cumpleaños, así que no podría subirlo a la hora de siempre.

Recientemente vi que la historia llegó a 20k leídas, y se los prometo que no hay mejor regalo que todo el apoyo que he recibido ¡mil gracias!

Este capítulo es ligeramente mas largo de lo habitual. Así que espero que lo disfruten mucho y me dejen saber que tal les pareció.

The lastWhere stories live. Discover now