LXI. En algún lugar de la neblina

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Salí aturdida de ese quirófano.

A pesar de tener guantes en todo momento podía sentir como si tuviera las manos manchadas de sangre.

Y metafóricamente las tenía, tenía las manos manchadas con su sangre. Porque tal vez si hubiera estado más presente, más enfocada.

Sin las cienes martillándome al grado en que tenía que cerrar los ojos ocasionalmente.

Solo tal vez...

—Doctora Grey...

—No —corté y oí sus pasos irse.

Comencé a caminar lentamente mientras me quitaba la gorra quirúrgica y soltaba mi cabello.

Oí pasos detrás de mí, y justo cuando pensé que tendría que escuchar una larga platica justificando que no había nada que hacer, vi a Owen rebasarme con la mirada perdida.

Ahí supe que estábamos en la misma situación.

Caminé por los pasillos del hospital buscando a la única persona que quería ver en este momento. Porque una vez estuvo allí, conmigo.

Escuché un par de veces como se llamaban, pero parecía tener eco y alejarse cada vez más.

No tenía ni la menor idea de donde estaba, pero tampoco tenía la fuerza suficiente como para sacar mi teléfono y marcar, solamente me podía limitar a buscarla por todo el hospital.

La cabeza estaba por matarme, y el remordimiento también.

Seguí caminando y di vuelta en una de las esquinas que daba a un pasillo no muy concurrido.

Y finalmente vi una cabellera roja de espaldas

Comencé a caminar hacia ella, pues varios metros nos separaban.

Saliendo de una de las salas de descanso.

Disminuí la velocidad

¿No estaba ocupada acaso?

Con pasos cortos me fui acercando. Pero cuando comenzaba a acerarme detrás de ella salió un tipo alto... acomodándose la ropa.

Volteé a verla, aún de espaldas. Ella volteó apenas, para ver el tipo detrás de ella. Pero pude ver que su labial estaba corrido.

La traición se albergó en mi pecho como si fuera una lanza atravesándome, cortándome la respiración y dificultándome la acción.

Me sentía como si estuviera en medio de una neblina, perdida, confundida y, después... traicionada.

No me vio, solo regreso la vista al frente y se fue rápidamente.

Me quedé ahí, congelada.

—Doctora Grey... —me saludó él con la estúpida sonrisa que tuvo desde que salió de esa habitación.

Ni siquiera sabía quien era. Creo que era de neuro.

Pero no respondí, no sé si porque no quería o no podía.

Y de repente, todo recupero claridad.

Los sonidos dejaron de ser borrosos y aunque la cabeza me dolía, lo demás era bastante claro.

El ruido de sus pisadas mientras se alejaba. El típico sonido de los monitores de signos vitales. Las voces lejanas que resonaban por las paredes. Todo.

Me habían engañado, de nuevo.

Quería venirme abajo, porque bien está podía haber sido la gota que derramo el vaso, y lo fue. Pero no me quedé en casa, tumbada en mi cama, como antes.

Cristina no estaba ahí para consolarme.

Y ya no era una interna.

Así que refugiarme en el trabajo fue la mejor alternativa que encontré.

El café me mantenía despierta porque no me podía pasar lo mismo que hace unos días y nadie podía preguntar porque apenas y pisaba el exterior a un quirófano.

Desviaba llamadas y cuando estaba fuera caminaba a paso apresurado para evitar una plática larga.

Richard quiso preguntar, pero me excuse con que iba tarde a una cirugía.

Andrew dejó mensajes que jamás tuvieron respuesta.

Addison llamó tantas veces que perdí la cuenta.

Ni siquiera sabía que la había visto.

—¿Qué te pasa, Meredith? —Alex me jaló del brazo mientras Callie permanecía detrás.

—Estoy ocupada, tengo cirugías —me solté de su agarré.

—Por supuesto que estás ocupada, te la vives en los quirófanos.

—Han sido días ocupados —me excusé.

—¿Si saben que no fue su culpa, verdad? Llegó en estado crítico, prácticamente no había nada que pudieran hacer.

—Siempre se puede hacer algo.

—Pensé que Owen era preocupante, pero tú estás peor.

A Owen no lo traicionaron.

—Tengo cosas que hacer, Alex —me alejé—. Y tú —vi a Callie—. Dile a Addison que deje de llamar. Lo que menos necesito son distracciones.

Di la media vuelta y me fui.

No tenia ninguna cirugía en la próxima hora, pero lo cierto es que tampoco quería escuchar la típica platica que le dieron a Owen. Y es que ni siquiera era la razón completa del porqué estaba así.

Ella era la única persona con la que me podía dejar ir y era la misma que me lastimó de la peor manera.

Ella me podía arreglar y romper.

Así que ahora tenía que levantarme yo sola, total, siempre lo he hecho, podía hacerlo una vez más.

Pero lo gracioso a todo esto es que ni siquiera quería hacerlo ahora.

En el fondo me asustaba un poco lo cómoda que me hacía sentir la oscuridad.

—¿Tienes los estudios? —pregunté sin voltearla a ver.

—Si doctora... —susurro como si hablar más alto la hiriera.

—¿Y que esperas para dármelos? —volteé a medias—. ¿Una invitación?

Se quedó estática cuando me planté frente a ella. Parecía estar viendo mi reflejo de aquel día, solo que ella reflejaba temor, y lo único que yo sentí en ese momento fue que el mundo se me venía abajo.



N.A: mañana les tengo una pequeña sorpresa en mi instagram :)...

The lastWhere stories live. Discover now