LVII. En una forma distinta

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Después de algunos días en Seattle, Henry regresó a los ángeles.

Addison y él habían pasado bastante tiempo juntos, y aunque extrañaría a su mamá, no se fue de la ciudad triste. Además, ella había regresado al trabajo después de las maravillosas vacaciones que tomó con su hijo.

La habitación se mantenía en completo silencio mientras ella leía sus casos clínicos y yo dormía.

O lo intentaba.

Pero era inútil, el sueño se me había ido hace algunos minutos.

Finalmente abrí los ojos y la vi sentada en el sillón individual que estaba enfrente. La carpeta reposaba sobre sus piernas mientras ella sostenía un par de papeles. Algunos mechones caían por los lados de su rostro, mientras el resto de su cabello se mantenía en un chongo improvisado. Usaba su clásica scrub salmón, que por alguna extraña razón destacaba sus labios rojos, al igual que su cabello.

Podía ver sus ojos a través del cristal de los lentes. Sus pupilas recorrían continuamente las líneas de texto, una y otra vez, hasta que se detuvo. Paró, por alguna extraña razón que hasta ahora desconocía, sus ojos dejaron de leer para quedarse en cierto punto.

Bajó las hojas, dejándome ver el resto de su rostro. Cuando las hojas estuvieron sobre sus muslos, volteó a verme.

—Buenos días, Grey —sonrío a medias.

—Hola —me senté—. ¿A caso soy muy obvia?

—Algo, si —contesto después de reír.

—Bueno, así sabes que solo te veo a ti.

No dijo nada, y creo que no lo esperaba. Ella lo sabía, pero jamás le había dicho algo así.

La sangre se le subió a las mejillas en cuestión de segundos.

Se quedó callada, así que simplemente me recargué en el respaldo del sillón y cerré los ojos por algunos momentos.

Hay ocasiones en las que no sabemos como reaccionar, las cosas son tan repentinas e inesperadas que las palabras se nos escapan de la mente, incapaces de expresar con palabras lo que estamos sintiendo.

Me quedé inmersa en eso, hasta que sentí como me tomó por la barbilla y rápidamente sus labios impactaron con los míos.

Incapaz de expresarme con palabras lo que sentía, decidió buscar otra forma de hacerlo.

Una forma que me encantaba.

Nos alejamos algunos centímetros y me permití abrir los ojos. Inmediatamente Addison sonrió mientras su otra mano, la que no estaba tomando mi barbilla, reposaba sobre el respaldo detrás de mí, evitando que se cayera sobre mí, pues ella seguía de pie mientras yo estaba sentada.

—Vamos, te invito un café para que termines de despertar —se impulsó hacía atrás y se puso a recoger todos los papeles que había dejado en el sillón.

Mientras ella organizaba sus casos, me puse de pie y tomé mi bata. Ordené apenas mi cabello y cuando tuvo todos sus casos organizados en su carpeta, salimos de la sala de titulares.

Cuando llegamos a la cafetería nos encontramos con los demás, al parecer estaban almorzando.

—¡Mer! ¡Addie! —nos llamó Amelia apenas nos vio.

—¿Qué vas a querer? —preguntó Addison mientras caminábamos en dirección a ellos.

—Un latte, por favor.

—Hola —saludó Callie y devolvimos el saludo.

—¿Dónde estaban? No las habíamos visto —preguntó Alex.

Volteé a ver a Addison y ella ya había comenzado a caminar hacía el café.

Ignoré la pregunta y me senté junto a Bailey. Pero ella se me quedó viendo, así que supuse que lo mejor era responder.

—Estaba durmiendo.

—Bueno, necesitas estar descansada para la cirugía de hoy —mencionó Altman.

—¿Qué cirugía? —preguntó Amelia.

—Tenemos una cirugía al más tarde —respondí.

—Nunca me entero de nada —se quejó Amelia.

—Toma tu latte, Grey —me extendió en café mientras se sentaba junto a mí.

—Gracias —sonreí a medias y lo tomé.

Comencé a beber de mi café mientras los demás almorzaban, a decir verdad, no tenía hambre como para comer algo, así que en mi bebida bastaba, al igual que para Addison, quien al igual que yo parecía no tener hambre.

Después de algunos minutos, Callie se levantó de la mesa, pues había recibido una llamada.

Mientras conversábamos, o bueno, más bien escuchábamos a Miranda hablar sobre asuntos del hospital, Callie regresó y comenzó a contarnos sobre Sofía, pues había hablado con ella. Y como Bailey y Torres se llevan bien, la dejó hablar.

El tiempo se nos pasó y me tuve que ir a cirugía con Altman, así que después de despedirnos fuimos al quirófano cuatro para comenzar a prepararnos. Nos colocamos la gorra e hicimos el lavado quirúrgico mientras discutíamos el procedimiento.

Sabíamos que era una cirugía un tanto compleja, no era algo simple como una apendicectomía o algo del estilo. Así que necesitábamos estar enfocadas en ello para tener un optimo resultado, como era esperado.

Nos colocamos a los lados de la camilla mientras repasábamos mentalmente lo que habíamos discutido. Quité de mi mente todo lo externo a esta habitación, porque esa era la magia de un quirófano, dejar de lado lo demás y solo enfocarse en salvar la vida de el paciente, porque depende de ti y solamente de ti.

—Bisturí —pedí a la enfermera y estiré la mano para tomarlo.


Nota del autor:

Hola, recientemente estaba pensando en hacer una cuenta de instagram para estar más cerca de ustedes y poder interactuar más. Además compartirles pequeños adelantos de esta y de mis otras historias, y compartirles un poquito del proceso de un capítulo.

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Muchas gracias por leerme.

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