LV. Aférrate a mí

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Estaba feliz porque Addison estuviera aquí con Henry. Nuestros hijos se llevaban bien y yo disfrutaba de eso. Y de ella.

Estábamos preparando café en la cocina mientras de fondo se escuchaban las risas de los niños.

Agregué azúcar a mi café y me di la media vuelta para apoyarme en la barra.

Mis manos comenzaron a calentarse cuando rodeé la taza con ellas y me acerqué un poco para beber un sorbo de la caliente bebida. Después, me quedé un par de segundos cerca de la taza para oler su característico olor.

Cuando me alejé de la taza giré la cabeza para ver a Addison, quien aún diluía el azúcar en su taza. Miraba su taza fijamente mientras la cuchara daba vueltas, revolviendo el contenido. Y era increíble que hasta esa acción tan cotidiana la hacía con suma delicadeza.

Cuando subí la mirada hasta su rostro, ella me estaba viendo.

Y después sonrió.

-¡Mamá! -llegaron gritando Bailey y Henry.

-¿Qué pasó? -preguntó Addison mientras ambas esperábamos la respuesta.

-¿Podemos salir a jugar con la nieve? -preguntó Henry.

-Por favor -secundó Bailey.

Volteé a ver a Addison por instinto, pero al parecer pensamos en lo mismo y ella copio mi acción.

Poco a poco íbamos recuperando la conexión que teníamos, esa donde no hacían falta las palabras para comunicarnos. Esa con la que bastaba una mirada para saber lo que estaba pasando por la cabeza de la otra. O supongo que nunca se fue, siempre estuvo ahí, aunque nosotras no.

-Supongo que si... -respondí con la vista fija en Addison.

-¡Vamos, te presto una chamarra! -oí de fondo sus pasos alejándose y subiendo las escaleras.

La planta de abajo se quedó en completo silencio, hasta que suspiré y solté una risa floja.

-Vamos -la tomé de la mano- te prestaré algo.

Mientras caminaba hacía las escaleras ella iba detrás de mí, aferrada a mi mano. Subimos las escaleras y entramos a mi habitación mientras los niños buscaban algo para abrigarse.

La seguí con la mirada hasta que se sentó al borde de la cama sin dejar de verme. Me quedé algunos segundos más, pero después di la media vuelta para buscar algo para mantenerla caliente.

Pero nada cambio cuando me di la vuelta, aún podía sentir su mirada fija sobre mí. Y es que no sé si sus miradas eran bastante pesadas o simplemente nosotras teníamos cierta percepción a las nuestras.

No paso mucho tiempo hasta que bajamos las escaleras y los niños ya nos esperaban en la plata baja. Henry traía una chamarra de Bailey y ambos estaban entusiasmados, al igual que las niñas.

-¿Ya podemos salir? -preguntó Ellis a lado de la puerta.

-¿Están bien abrigados? -indagó Addison mientras revisaba las prendas de los niños.

Y cuando ellos dijeron que sí y abrí la puerta, salieron corriendo a la nieve.

Salí detrás de ellos con Addison, a paso lento. Cuando cruzamos la puerta el frio nos golpeó el rostro, pero a los niños parecía no importarles. Ellos corrieron hasta la nieve.

Y posiblemente la escena haya sido preciosa. Tener a Addison aquí, conmigo. Henry jugando con los niños y nosotras escuchando sus risas mientras sonreímos.

Tomé asiento con ella en una de las bancas que había en el jardín para estar al pendiente de los niños. Zola empezaba a construir lo que después seria un muñeco de nieve y Ellis, en compañía de Bailey y Henry, simplemente jugaban con la nieve.

Estaba tan inmersa viéndolos hasta que su mano se posó sobre la mía. Por alguna extraña razón ahora su mano estaba cálida, calentando así la mía.

Bajé la vista hasta nuestras manos, ya no se sentía extraño o ajeno.

-Gracias, Mer...

Sencillamente no tenía que dar las gracias por invitarla a quedarse. Ni por nada. Porque sabía que iba implícito en el agradecimiento.

-Gracias por...

-Lo sé -la interrumpí antes de que siguiera hablando-. Y no hay nada que agradecer, Addison.

Finalmente subí la mirada hasta su rostro para encontrarla sonriendo apenas. No era una sonrisa intensa o forzada. O una sonrisa de felicidad intensa. Ni siquiera estaba cerca de ser una sonrisa con dientes. Era ese tipo de sonrisa que invade tu rostro cuando estas tranquila, en paz. Que ni siquiera te das cuenta de que estas sonriendo, por eso invade tu rostro.

Volví a sentir frio cuando ella se puso de pie y me dejó sola en la banca.

La vi caminar algunos pasos y se quedó unos instantes ahí. Más cerca de los niños. Cruzada de brazos, los observaba en completo silencio y ellos no se percataban.

Quería ponerme de pie y hacerle compañía, pero me quedé en mi sitio. Simplemente limitándome a observarla, hasta que se agachó y volteó a verme por encima del hombro, está vez con una enorme sonrisa.

Fue tan momentáneo que no dije ni una sola palabra, pero a ella no le molestó mi silencio.

Simplemente regresó la vista al frente y al cabo de unos segundos aventó una bola de nieve en dirección a mí.

Por instinto puse las manos para cubrirme el rostro, pero golpeó mi hombro. Ante el impacto, la bola se desintegró.

Cuando despejé mi vista, Addison comenzó a reír y los niños se le unieron al paso de los segundos.

Tratando de contener la risa, me puse de pie y caminé hasta un montón de nieve que había cerca. Me agaché e hice una bola de nieve rápidamente y la aventé hacía ella.

-Pagaras por esto, Grey -amenazó cuando la bola impactó en su cabello.

Y así comenzó una guerra de bolas de nieve en la que nos dividimos en dos equipos. Addison estaba con Bailey y Ellis.

Por supuesto que Ellis estaría con Addison, la adora.

Pero Henry había decidido apoyarme, al igual que Zola.

Y a pesar de que tenía frío, mi pecho se sentía cálido.

N.A: ¡Hola!, espero que disfruten leyendo este capítulo tanto como yo disfruté de escribirlo :)

The lastWhere stories live. Discover now