LVIII. El inicio de una nueva etapa

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El tiempo pasa y es inevitable detenerlo. La gente va y viene, los ciclos se terminan y nos vemos obligados a avanzar. De eso se trata la vida.

El tiempo avanzó y llegó el momento de recibir a los nuevos internos del Grey- Sloan memorial hospital. Y, a decir verdad, existía una gran curiosidad de parte de los titulares por ver que tan capaces era esta generación.

Llegaba al hospital cuando vi a Jo caminar hacia mí.

—¿No te emociona? —preguntó evidentemente emocionada.

—¿Qué? —era divertido por ver su cara.

—Los internos, Meredith.

—¡Ya llegaron! —se acercó Callie.

—No puedo creerlo... —respondió Jo.

—¿Ya llegaron? —preguntó Maggie apenas nos vio.

—¡Ya! —contestaron Callie y Jo.

Estaba algo emocionada, sí. O curiosa mas bien. Pero era divertido verlas.

Las deje atrás mientras a lo lejos seguía escuchando como hablaban del tema.

Caminé por el hospital mientras revisaba unas cosas en mi teléfono. Tenía un par de cirugías programadas para hoy y aparte el asunto de los nuevos internos, así que necesitaba bastante energía para lidiar con todo, por lo que antes de ir a cambiarme, me dirigí por un café. Después de algunos minutos de espera, me dirigía a ponerme el quirúrgico para comenzar el día.

Bailey y Richard nos habían pedido ser puntuales, pues hoy era un día bastante importante, así que me apresuré a cambiarme y salí apenas unos minutos después en dirección a la galería, porque si, la curiosidad me ganaba.

—¿Emocionado? —le pregunté a Andrew cuando se unió a mí.

—Un poco, si —sonrió— te mentiría si te dijera que no. Y siempre he sido muy honesto contigo, Meredith.

—Buen punto —bebí de mi café.

—Uno de los dos tenia que ser el honesto —bromeó un poco.

—Como sea —doble a la derecha para llegar a la galería—. Técnicamente no miento —sonreí a medias y entre a la galería.

Estaba casi llena, por suerte Amelia había guardado dos asientos, él tomo el que estaba más cerca de Amelia y yo tomé el asiento junto a Addison.

—Hola... —susurró junto a mí.

—Hola —respondí—. ¿Expectativas?

—No muchas —reí por su respuesta.

Nos pusimos de pie cuando los vimos entrar, y Amelia estaba muy emocionada, más que nada por ver a Lucas.

Era lindo ver a Amelia así de emocionada.

Me senté cuando comenzó la plática, al igual que todos en la galería. Por supuesto, a excepción de Amelia.

—No puedo creerlo... —pronunció Addison.

—¿Qué?

—Lo conocí cuando apenas era un niño —suspiró—. Que rápido se va el tiempo.

—Lo sé...

Y me puse a pensar en ello. Lo rápido que pasa el tiempo que a veces ni siquiera somos conscientes de ello, no hasta que nos percatamos que lo que alguna vez fue un momento, ahora es un recuerdo, resguardado en alguna parte de tu mente. Y ahora, ese recuerdo está cada vez mas lejano, tanto que comienzas a olvidar los pequeños detalles. Esos a los que no le solemos prestar atención, pero definitivamente deberíamos.

Aún recuerdo sus manos sobre mi cintura, el calor que desprendían y el efecto que tenían en mí.

El frio de la noche cuando salí del restaurante, penetrando en mi piel.

El corazón golpeando en mi pecho cuando me sostuvo entre sus brazos y el nerviosismo cuando ambas admitimos todo.

Sus labios sobre los míos.

Y como dejé de tener frío.

—Addison... —susurré apenas audible para ambas.

Ella volteó a verme, de la manera que solo ella sabía.

—Dime, ¿Qué pasa?

Cuando me detuve a verla, entendí porque había comenzado todo esto.

Y de pronto, por estar tan inmersa en mí y en la seguridad de su mirada, olvidé que estábamos en una sala llena de gente.

—Nada —sonreí apenas—. Lo olvidé.

Ella asintió y volvió la mirada al interior del quirófano. Copié su acción cuando la vi concentrada en ello, hasta que sentí su rodilla junto a la mía. Un gesto tan sutil, imperceptible para los demás y en ese momento, todo para mí.

Después de abandonar la galería, fui a checar algunas cosas, y ciertamente, a pensar en lo que llegaba mi nuevo interno.

Me senté en el sillón de mi oficina, ese donde me había sentado con Addison meses atrás. Donde hice un esfuerzo sobre humano por no estarla viendo todo el tiempo. Donde trataba de que mi enojo pudiera más que todo lo que comenzaba a sentir en aquel momento.

Era increíble como desde aquel momento hasta ahora, habían pasado muchísimas cosas que tal vez ni siquiera imaginamos, pero esa era la gracia del futuro. No hay manera de predecirlo, ni de evitarlo.

Solamente nos quedaba tener paciencia y esperar lo inevitable, porque, aunque lo pudiera imaginar, no había manera de que acertara en todo.

Y ahora, agradecía haber sido lo suficientemente paciente con el destino.


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