XXX. Perspectivas

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El tiempo pasa y a veces no nos percatamos de la velocidad con la que avanza. Ignoramos que todos los momentos pasados son irrepetibles. Que a pesar de nuestros deseos jamás van a regresar.

Nos culpamos por reaccionar de cierta manera; por no hacer ciertas cosas por falta de coraje o por hacerlas sin detenernos a pensar en las consecuencias de nuestros actos.

Total, cual sea el resultado es poco probable que nos sintamos del todo satisfechos, siempre pensaremos que habrá algo que pudimos cambiar.

Hay muchas cosas de mi vida de las que continuamente me auto reprocho por no hacer de cierta manera. Pues cuando analizamos la situación un tiempo después de que pasó, llegamos a resultados mas óptimos: ¿Por qué no hice eso? ¿por qué dije tal cosa?...

Volteo hacia la ventana buscando respuestas que jamás llegan, ni llegarán.

El humo del café llega a mi nariz y mis manos se calientan alrededor de la taza que sostengo. Suspiro y la acerco a mi boca para beber del caliente líquido que aclara mis pensamientos.

La he evadido en este tiempo porque no sé como darle la cara, no después de tenerla tan cerca que casi pruebo el sabor de sus labios; tan cerca que vi cada detalle casi imperceptible de su rostro, que sentí su piel entre mis manos.

El tiempo pasa y sigo sin respuesta para ella. Mi cabeza es un lío que apenas y puede pensar.

—¿Gustas algo más?

La camarera deja sobre la mesa el plato con galletas que ordené y espera mi respuesta.

—No, gracias. Estoy bien.

—Con permiso.

Saco el ipad para checar mis pendientes mientras le doy un mordisco a las galletas. El tiempo se me pasa entre lecturas hasta que el sonido del teléfono me regresa.

—¿Sí?

Grey ¿podrías venir para unas consultas? Estamos escasos de personal

Por la manera en que escucho a Bailey está desesperada. A veces cuando se juntan días libres el hospital no tiene personal suficiente para cubrir todos los servicios.

—Estaré en breve.

Te lo agradezco —corta la llamada.

Trabajar en uno de mis pocos días libres no era lo que tenía en mente para el día de hoy, pero a decir verdad tampoco tenía ningún plan; los niños se habían ido de excursión y aún no volvían, así que ¿por qué no?

Bebí el último trago de mi café, pagué la cuenta y salí del establecimiento. Cuando localicé mi auto lo abrí con el mando a distancia y subí.

Conduje alrededor de quince minutos hasta que llegué al hospital.

Pasé por mi bata, amarré mi cabello y comencé con las consultas. No eran casos de gravedad, por lo que fueron relativamente rápidas; en un par de horas había terminado.

—¿Y Miranda?

Owen me volteo a ver cuándo le pregunté.

Creo que nadie esperaba verme aquí hoy, se supone que iba a descansar.

—Grey ¿Qué haces aquí?

—Tuve que venir por algunas consultas. Nada grave.

Asintió y volteo hacia atrás.

—Ya veo. Yo también tengo unas consultas —checo la tablet que traía en las manos—. Miranda esta en obstetricia me parece —finalmente respondió mi pregunta.

—Bien, gracias.

—Nos vemos.

Caminé por los pasillos del edificio hasta el ala de OB, hasta que a lo lejos alcancé a verla.

Se dio cuenta que la miraba y volteo hacia mí, se quedó viéndome y camino en dirección a mí.

—¿Terminaste las consultas?

—Está hecho ¿Deseas ayuda en algo más, Bailey?

—De hecho, si.

Y yo que preguntaba por mera cortesía.

—No es algo tardado, lo prometo —agregó.

—Bien, muéstrame.

Caminamos hasta una de las salas de examinación, Miranda tocó y pasamos.

Ella estaba de espaldas retirándose los guantes de latex, ni siquiera volteo a vernos cuando entramos.

—Miranda, ya te dije que no necesito tu ayuda, yo misma puedo cambiar las vendas. No es gran cosa.

—Eres demasiado terca, Addison. Ni siquiera deberías estar aquí, alguien más podría haber hecho tus consultas —regañó.

—Son mis pacientes, confían en mí. Además, soy de las mejores obstetras, quiero lo mejor para mis pacientes.

—Como sea —checa la hora en el reloj que trae en la muñeca—, de todos modos no te iba a ayudar, estoy limitada de tiempo; tengo papeleo pendiente y un par de cirugías.

—Olvídalo Miranda —presiona el pedal y el bote de basura se abre para que pueda tirar sus guantes y cubrebocas— no voy a dejar que uno de tus internos toqué mi rostro.

—¿Quién dijo que traje a un interno?

Capto a donde va todo esto y antes de poder declinar mi oferta he irme, Addison volteó.

Su nariz esta cubierta con un vendaje, todo por protegerme.

Aún así la he evadido y ahora estamos aquí, frente a frente.

—Siéntate —ordena Bailey. Ella obedece y toma asiento a cerca de donde estoy.

Así ya no es más alta que yo, por lo que, en vez de subir la mirada para verla fijamente a los ojos, tengo que bajarla. Verla desde este ángulo es algo nuevo para mí, siempre la había visto desde abajo y ahora es al revés.

—No tiene nada en los ojos, Meredith. Es en la nariz.

Vas a pagar Miranda.

Qué vergüenza.

Ni concentrarme puedo.

—Pásame unos guantes y vendas —pido amablemente.

—Lo siento Grey, tengo cosas que hacer —camina hacia la puerta y la abre— las veo luego— sale de la sala y ambas la seguimos con la mirada.

The lastWhere stories live. Discover now