XXXV. Cuenta regresiva

811 87 9
                                    

Nos mezclamos con la gente al entrar, todos están bailando y festejando.

—¿Qué hora es? —le pregunto a la mujer que camina detrás de mí.

—Seis para la media noche —responde en mi oído.

—Te dije que íbamos a llegar tarde —reclamo.

—Al menos llegamos a tiempo —responde y volteo a verla.

—¿Seis para las doce? ¿Te parece buen tiempo?

—Decente, sí.

El alcohol en mi sistema hace que me ría por su respuesta y presto especial atención a la canción que esta sonando. De frente a ella comienzo a cantar y se ríe por mi repentino cambio de humor, pero canta conmigo y baila, por lo que la acompaño.

Se siente extraño, tenía años que no hacía esto, pero me sienta bien.

Nuestros hijos no están, por un momento fugaz en nuestra existencia solo somos nosotros.

Me dejo llevar por la música después de ver a Cristina bailar con Amelia y Teddy.

La euforia del momento hace que baile libremente, sintiendo la música retumbar en mis oídos.

De reojo veo a Miranda; este no es su ambiente, pero aún así baila más tranquila de la mano de Ben.

Me resulta tan extraño sentirme así, supongo que todos en la sala compartimos el mismo sentir. La gran mayoría somos padres, con responsabilidades y demás. Pero esta noche solo somos nosotros.

Su cabello se mueve con ella mientras baila, ríe y canta mientras me ve.

La gente baila tan libremente que me empujan, me estrello contra ella y mi mejilla golpea levemente con su hombro. Alzo la vista para verla y ella voltea para verme.

Diez

Todos se coordinan para contar.

Nueve

El tiempo pasa rápidamente.

Ocho

Pienso en todo.

Siete

Me siento relajada.

Seis

Pienso en los nuevos comienzos.

Cinco

En las segundas oportunidades.

Cuatro

En lo efímera que es la vida.

Tres

Y en que está bien dejar ir.

Dos

Y en lo bien que encajamos.

Uno.

La rodeo con mis brazos y me pongo de puntillas.

Todos gritan.

Yo susurro.

—Feliz año nuevo.

Todos festejan el inicio de otro año más; algunos dicen las cosas con palabras, otros se abrazan y algunos brindan.

[...]

Tengo recuerdos fugaces de haber bailado con Cristina un buen rato, aunque algunas cosas son borrosas.

[...]

Despierto al siguiente día con un dolor de cabeza horrible.

Siento el cuerpo de Cristina detrás de mí, pero no tengo fuerzas para ver como está. El cansancio me gana y vuelvo a caer dormida.

Al paso de algunas horas despierto nuevamente, aún siento su cuerpo a mis espaldas, así que con cuidado de no despertarla me pongo de pie y camino hacia el baño. Me meto a bañar para despejarme un poco y al salir me lavo los dientes.

El vapor del agua empaña el espejo del baño, por lo que tengo que pasarle la mano para poder verme; el cabello húmedo cae por mis hombros y desprende gotas de agua que escurren por mi piel. La cabeza me duele ligeramente y tengo vacíos mentales de la fiesta de ayer, son escasos y cortos, pero existen.

—¿Puedo pasar? —preguntan desde fuera.

—Si, está abierto —me acomodo la bata y ella entra.

—Me baño rápido para que nos podamos ir —deja la bata colgada y abre la regadera.

—¿Ir? ¿A dónde? —pregunto, pues no tengo ni la menor idea de lo que está hablando.

—Al desayuno —responde obvia.

—¿Desayuno? —pregunto y se asoma desde la ducha.

—¿Segura que estas despierta, Mer?

—Es que no tengo ni la menor idea de lo que dices.

—Ayer Richard y ¿Catherine? —pregunta y yo asiento— nos invitaron a desayunar.

—Bueno.

—Creo que fue cuando se fueron —dice más para ella misma que para mí—. Si, fue ahí. Probablemente se me olvidó avisarte, o a ti se te olvidó que te dije.

—Posiblemente —sigo secando mi cabello frente al espejo.

—Apúrate, me comprometí a llegar temprano.

Me rio y salgo del baño para ver que me voy a poner. Abro el closet y saco una camisa negra, unos jeans y un abrigo.

Comienzo a arreglarme y Cristina sale del baño después de algunos minutos.

—¿Y, a dónde fueron? —pregunta sentada al borde de la cama.

—¿Quién? —volteo a verla.

—Tú y Addison —contesta mientras se acomoda el cabello.

—Por vino, se había terminado y me ofrecí a acompañarla para que no saliera sola.

Iba a decir algo, pero su teléfono empezó a sonar.

—¿Sí? —responde y se acuesta en la cama.

Continúo poniéndome los tacones mientras ella habla por teléfono.

—Bien, nos vemos en un rato —cuelga y a mis espaldas siento como se pone de pie.

—¿Y? —me pongo de pie también.

—Nada importante, ya vámonos —sale del cuarto y la sigo.

—¿Quién era?

—Alex —responde y sigue caminando— dice que ya está allá.

Toma las llaves antes de salir y cierro la puesta cuando ambas estamos fuera.

Abre la puerta del piloto y sube.

—Yo manejo. Sigues medio dormida.

—Si insistes.

Enciende el carro y comienza a manejar.

N.a: Omg, ya son 10k de lecturas. Estoy que no me lo creo ¡mil gracias por todo! Sus votos, comentarios y leídas, lo aprecio bastante 🤍.

The lastWhere stories live. Discover now