LXX. Larga noche

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La oficina se mantenía en silencio a mitad de la noche, y a pesar de estar sumamente cansada el insomnio me impedía dormir. Lo único que se escuchaba era el tic tac del reloj y la respiración de la persona que dormía a mi lado. Su cabeza reposaba sobre mis piernas y pequeños ronquidos salían de repente, cosa que me causaba gracia.

Finalmente decidí sacar mi teléfono y al prenderlo la luz me cegó por algunos segundos, pero una vez que mi vista se adaptó opté por bajar el brillo de la pantalla.

Tenía varios mensajes sin contestar, así que decidí que era un buen momento para hacerlo, y justo en ese instante mi localizado comenzó a sonar, y unos segundos después comenzó a sonar el que reposaba sobre mi escritorio.

Moví su hombro buscando que de despertara, pero tenía el sueño sumamente profundo.

—Alex... —llamé mientras golpeaba levemente su frente— ¡Alex!

—¿Qué? —respondió adormilado.

—¿No escuchas? —me puse de pie rápidamente y tome mi bata— a veces creo que estas sordo.

—Tan bien que estaba durmiendo... —se quejó mientras se ponía de pie.

—Deja de quejarte y apúrate —caminé hasta la puerta—, la ambulancia no tarda en llegar.

Vino rápidamente hasta a mí y comenzamos a correr hasta el área de emergencias, nos colocamos la bata y salimos a esperar la ambulancia mientras recuperaba la respiración.

—La edad, Grey... —se burló.

—Cállate, si somos de la misma edad —golpeé su nuca—. Además, esto pasó por dormilón.

Iba a decir algo más, pero el sonido de la ambulancia nos interrumpió y las luces comenzaron a hacerse presentes, indicando que venían dando vuelta.

Estacionaron y bajaron un par de camillas, Alex se acercó a una y yo a otra.

—Paciente femenina de treinta años —me informaron— ritmo cardíaco a ciento veintidós.

—¿Qué pasó? —pregunté curando vi el pedazo de cristal en su abdomen.

—Chocaron —respondió— el responsable iba ebrio y no sufrió ningún daño. La policía se lo llevó.

Cuando íbamos hacía trauma 3 ella me tomó del brazo, cosa que rápidamente llamó mi atención.

—Estoy... —dijo con dificultad.

—Está bien, me haré cargo, tranquila.

—Estoy... —trató nuevamente de hablar- estoy embarazada —finalmente dijo—. Doce semanas.

—Bien, nos haremos cargo.

Ella asintió y de pronto cayó en paro.

—¡Desfibrilador! —pedí a las enfermeras y rápidamente me lo pasaron.

Abrí rápidamente su blusa y coloqué lo necesario. Finalmente, después de dos intentos volví a estabilizarla, pero sabía que necesitaba llevarla a quirófano, necesitaba parar la hemorragia y sacar el cristal. Pero necesitaba que alguien se hiciera cargo del bebé, así que después de meditarlo hablé:

—Llamen a Addison Montgomery.

Una de las enfermeras asintió y se fue rápidamente.

—Necesito que prepares un quirófano —solicité—. Necesito intervenir ya.

—Si doctora.

—Y dile a la doctora Montgomery apenas llegue que la veo en cirugía —informé mientras la llevábamos de prisa hasta el quirófano.

Una vez ahí, comenzaron a prepararla en lo que me lavaba las manos, y después de minutos ingresé y me colocaron la bata y demás.

Me puse junto a la camilla donde yacía ya anestesiada.

—¿Y A... la doctora Montgomery? —corregí.

—Viene en camino —informó una de las enfermeras.

—Bien... bisturí, por favor.

Comencé con la cirugía, tratando de encontrar el punto de origen de la pequeña hemorragia para frenarla. Una ventaja a mi favor es que era pequeña, pero si no lograba controlarla en los siguientes minutos definitivamente habría problemas.

Además, estaba pensando como sacar aquel cristal mientras me preocupaba por el bebé. Afortunadamente no había sufrido ningún daño al momento del impacto, o ninguno que supiéramos hasta el momento. El cristal estaba ligeramente alejado del vientre, pero un movimiento en falso y todo se complicaría. El tiempos comenzó a correr mientras la cirugía continuaba.

—Aquí me tienes, Grey —dijo Addison mientras ingresaba al quirófano. Le colocaron todo lo necesario y llegó a mi lado.

Y efectivamente, al paso de las horas las cosas se complicaron.

...

—Gracias... —susurré cuando estuvimos fuera.

—No fue fácil...

—No -reí—, definitivamente no fue.

—Afortunadamente se van a recuperar —palmeó mi hombro y comenzó a caminar en espera de que la siguiera.

—¿Te desperté? —pregunté después de algunos minutos caminando.

—No lo creo... —rio.

—¿Problemas para dormir? —pregunté.

—Si... me levanté por un vaso de agua y de ahí ya no pude volver a conciliar el sueño —llevó su mano al apretado moño que llevaba y soltó su cabello—. Supongo que mis pensamientos hacían demasiado ruido mental —volteó a verme y sonrió a medias— ¿Tú?

—Igual... —me quité el gorro quirúrgico—. Dormí un par de horas, pero después desperté y ya no pude dormir de nuevo, pero estuvo bien.

—¿Bien? —preguntó extrañada.

—Si, si no hubiera estado despierta Alex jamás se hubiera levantado.

—¿Estabas con Alex? —preguntó curiosa.

—Si, dormía en el sillón de mi oficina —respondí tranquila— ¿te molesta?

—No... —desvío la mirada— Es tu mejor amigo, aparte, es importante reconstruir la confianza, Mer.

—Lo sé.

Ella sonrió cansada, al igual que yo. Pero continuamos caminando hasta su oficina.

The lastWhere stories live. Discover now