LIII. Sin titubear

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La noche había caído y aunque estaba demasiado cansada para hacerlo ya me había comprometido a ir con Alex. O, bueno. Más bien no me había dado tiempo de negar su propuesta.

Como sea. Terminando la última consulta que tenía agendada me dirigí hasta la sala de titulares para cambiarme y encontrarme con él.

No sabía el motivo de su invitación, si bien es cierto que últimamente no habíamos hablado mucho no me esperaba esto. Así que durante el día mi cabeza se encargo de pensar en todos los escenarios posibles: ¿iba a interrogarme? ¿estaba en problemas?...

No lo sabía, y también la duda me comía viva.

Además, las palabras de Andrew daban vueltas por mi cabeza constantemente.

Comencé a cambiarme y a guardar mis cosas. Por lo que me había dicho, él había salido hace media hora, pero no tenía ni la menor idea de donde pudiera estar.

Cuando salí de la sala saqué mi teléfono de mi bolso y comencé a buscar el contacto de Alex, iba tan inmersa en la pantalla del teléfono que no me percataba de nada a mi alrededor, hasta que choqué con alguien. La fuerza del impacto me empujo hacía atrás, pero sin llegar al suelo, pues unas manos me tomaron por la cintura, evitando que me cayera.

Su tacto era familiar; firme, pero sin llegar a ser brusco.

Estábamos tan cerca que no tendría que hacer mucho para besarla.

Y sinceramente la vista de sus labios entreabiertos me hacía olvidar que estábamos en un hospital lleno de gente.

—¿Ves? Te dije que ese viaje les había ayudado a limar asperezas —afirmó una voz masculina a unos pocos metros de nosotras.

Y tenía tan mala suerte que sabía perfectamente el origen de esa voz.

Nos separamos lentamente, total, ya nos habían visto.

Alex y Callie, que últimamente parecían pegados con el mejor pegamento del mundo.

—Que bueno que las encontramos juntas, así me ahorran el tener que buscarlas por todo el hospital.

—¿Buscarnos? —pregunté perdida— ¿para qué?

—Para ir a Joe's ¿no te dijo Alex? —Callie volteó a verlo y podía apostar a que estaba a punto de reclamarle.

—Seguro.

Solo que no sabía que Callie y la mujer que besé en Nueva York eran parte del plan.

Sin decir más, Callie tomó a Addison del brazo y comenzó a caminar hacía una de las salidas del hospital. Alex comenzó a contarme cosas que al principio no escuche por ir observando la silueta de Addison, quien iba enfrente de mí.

Manejaba los tacones como si fueran parte de ella, poseía un equilibro casi perfecto.

Sus piernas no titubeaban al dar el siguiente paso.

Y es que era imposible no admirar la belleza de Addison: sus...

—Meredith ¿me estas escuchando? —reclamó el hombre a mi lado.

—¿Qué? —pregunté molesta.

—Llevo como cinco minutos hablándote sin parar ¿y no me has escuchado? —se puso la chamarra cuando cruzamos las puertas del hospital— ¿pues en que vas pensando?

Pues...

—Tengo algunas cirugías pendientes, es todo —me excusé.

—Bueno, te decía... —continuó hablando, y esta vez sí lo escuché. Al menos hasta que llegamos a Joe's.

Creo que tenía un tiempo que no venía, y si la memoria no me falla la última vez que vine fue con la pelirroja que ahora me miraba, aparentemente se había dado cuenta de lo mismo; la última vez que venimos fue cuando regresó.

Si ella no me hubiera ido a buscar para tomar una copa, no sé si estaríamos hoy aquí.

Pero me alegro de haberla detenido cuando quiso irse pensando que estaba muy ocupada.

Alex se acercó a la barra mientras Callie iba al baño y me quedé con Addison. Ella se acercó a mí y dijo:

—La última vez que vine fue contigo.

—Tampoco he venido desde entonces —respondí— Pero, tú y yo quedamos en algo.

—¿Ah sí?

—Quedamos que ibas a tomar tequila.

Ella rio nerviosamente y caminamos hasta una mesa. Alex seguía en la barra platicando con no sé quién, así que tomamos asiento.

—No lo sé, Mer...

Ni siquiera tuve que pedirlo una segunda vez, solamente la vi y ella sonrió. Supe que me iba a decir que si.

—Bien, solo un par.

—Perfecto.

—¡Meredith! ¡Addison!

Cuando llegó Alex y Callie comenzamos a conversar. Pero no tardé mucho en darme cuenta a donde se dirigía esta conversación. Addison escuchaba atentamente y respondía las preguntas que ellos hacían, pero después de algunas más se quedó pensando, supongo que también empezaba a sospechar el rumbo de nuestra conversación.

Y también el hecho de lo sucedido hace rato me hacía pensar que era lo que querían saber.

Querían saber que pasó en ese viaje, al igual que Amelia.

Pero era algo que no pensaba decir, al menos no aún.

—Ven, necesitas probar el tequila —tomé su brazo y la llevé hasta la barra.

Caminamos a través de la gente hasta la barra y ordené dos shots de tequila.

—¿Estamos pensando lo mismo, verdad? —cuestionó.

—Son unos chismosos, si —reímos juntas mientras esperábamos.

—Son Alex y Callie, por supuesto que lo son —volteó a verlos.

—Pero también son insistentes —completé.

—Aquí están sus tragos, doctora Grey —volteé a la barra y los recibí.

—Gracias —él se fue y le di uno a Addison, que lo veía como si fuera lo más raro que hubiera visto en toda su vida.

Chocamos las bebidas.

—Sin titubear.

Addison respiró y bebió.

Casi me ahogo por reírme de sus gestos.

The lastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora