LXXIII. "The very first night"

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Después de dejar a los niños en la escuela comencé a manejar en dirección al hospital. Eran las ocho y algo. Supongo que quedarnos platicando después de dejar a los niños no había sido muy buena idea.

Bueno, no platicamos todo el rato.

Su labial corrido era la prueba.

Como sea, comencé a manejar mientras Addison bajaba el tapasol para verse en el espejo y retocar su labial.

A veces me gustaba escuchar música mientras manejaba, normalmente lo hacía cuando iba sola. No sé, lo consideraba un momento bastante íntimo, además que en ocasiones solía cantar, pero lo negaría si alguien me pregunta. Y he de decir que siempre me pareció curioso como a veces la música coincidía con sucesos de tu propia vida.

No era incomodo estar en silencio con ella, nunca lo fue. Pero a decir verdad quería escuchar algo de música ahora, así que encendí la radio y subí el volumen.

—I drive down different roads...

Addison volteó a verme cuando comencé a tararear la canción que sonaba por los parlantes del auto.

La volteé a ver y me reí al ver su expresión de asombro.

—'Cause they don't know about the night in the hotel... —canté mientras daba pequeños golpecitos al volante siguiendo el ritmo de la melodía.

—¿Taylor Swift? —preguntó Addison riéndose, algo sorprendida— ¿Te gusta? —guardó su labial en su bolso.

—¿A quien no? —reí al ver su reacción, que al parecer se quedaría en su rostro un rato más.

Addison rio, aquello me causó risa también.

But don't forget about the night out in LA —canté mientras me reía de su reaación. Giré el volante para dar Vuelta en una de las esquinas.

—Fue en New York —corrigió cuando me escucho cantar.

—La nación dice LA ¿yo que culpa?

—Deberíamos de hacerle honor... —sonrió.

—¿Ir a Los Ángeles? —reí ante su propuesta.

—¿Por qué no? —preguntó y yo asentí. Me causó gracia que lo sugiriera solo porque la canción decía LA y no New York.

Iba a responder, hasta que la música se detuvo y una llamada entró a mi teléfono.

Ni siquiera sabía que llevaba el teléfono conectado al estéreo.

No me daba tiempo de desconectarlo para contestar, y ciertamente tampoco tenía nada que esconder, así que contesté.

—¿Si?

—Grey... —Teddy— ¿Dónde demonios estás?

—Buenos días a ti también... —seguí manejando y la oí suspirar.

—Buenos días, Meredith —la oí decir al otro lado de la línea y Addison rio, pero golpeé su pierna, así que rio lo mas silenciosamente que pudo—. ¿Dónde estás?

—Manejando ¿Por qué? —pregunté sin prestarle mucha atención.

—¿Apenas vienes? —preguntó sorprendida.

—Si... entro hasta las ocho y media —respondí con obviedad.

—Grey.

—¿Si? —respondí mientras manejaba tranquilamente.

—¿Qué hora crees que es?

—No sé ¿Las ocho veinte?

—Las nueve y diez —me informó y volteé a ver a Addison. Y seguramente ambas teníamos la misma expresión.

Volteé a ver el reloj que aparecía en la pequeña pantalla del auto y tenía razón, bueno, a medias, eran las nueve y trece.

Aún peor.

—Ya voy... —aceleré.

—Apresúrate... —la oí ojear algo, documentos, supongo—. Necesito a Addison, así que date prisa.

Si mi rostro tenía algún rastro de sorpresa por la hora, ahora era el doble.

¿Cómo?

La mujer al otro lado pareció leer mis pensamientos, por un momento eso me asustó.

—Addison —la llamó y ella volteó buscando a Altman, a pesar de saber que no estaba ahí.

—¿Si?

—Ríete bajito... digo, si quieres pasar desapercibida.

—Gracias por el consejo, Teddy —respondió sarcástica.

—Apresúrense —fue lo último que dijo y colgó la llamada.

...

Llegamos lo más rápido que la camioneta nos permitió, bueno, lo más rápido que las leyes nos lo permitían. Lo último que necesitábamos era que nos detuvieran y nos multaran.

Bajamos del vehículo y cada una tomó sus cosas.

—Te veo al rato ¿si? —rodeó el carro y se acercó a mí.

—Si, corre.

—Adiós, Grey... —me dio un beso en la mejilla y comenzó a caminar rápidamente hacía la entrada del hospital, correr prácticamente.

Terminé de bajar mis cosas del carro, me aseguré de cerrar y caminé hasta la puerta del hospital.

Los recuerdos de esta mañana comenzaron a invadir mi mente, así que bajé la cabeza para ocultar la tonta sonrisa que tenía en el rostro. Caminé durante algunos minutos buscando con la vista la sala de titulares y apenas la vi alcé el rostro y entré. Cerré la puerta y me di la media vuelta.

Finalmente, sola.

—¿Te esta dando un ataque de psicosis? —preguntó Alex cuando me vio entrar.

—¿Por qué? —preguntó Maggie de espaldas a él; se estaba haciendo un café y pensó que se refería a ella, pues aún no me había visto.

—¿A quién le esta dando un ataque de psicosis? —Amelia salió rápidamente del baño bajándose la blusa.

—A Grey, traía una sonrisa —respondió Alex y todos me voltearon a ver.

Evidentemente mi expresión había cambiado.

—¿Te sientes bien? —preguntó Amelia tocando mi frente.

—Por supuesto que me siento bien... —me hice a un lado gentilmente. Amelia era sensible.

—¿Qué pasó? —preguntó Maggie mientras revolvía su café.

—Yo insisto en que le dio un ataque de psicosis... —insistió Alex.

—Irrespetuoso.

Rodeé los ojos y dejé mi bolso en el sillón para hacerme un café.

Maggie me veía extrañada de reojo.

—¿Qué?

—¿Segura que estas bien? —insistió.

—Bueno —volteé a verlos— ¿es tan raro que sonría?

—Si —respondieron al unísono.

—Como sea— tomé mi café y mi bolso—, tengo cirugías.

—¿No nos vas a decir? —preguntó Alex cuando me vio caminar hasta la salida.

—No.

—Envidiosa —respondió. Reí y abandoné la habitación para ir a mi oficina.


The lastWhere stories live. Discover now