Capítulo 11 - Te odio

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Al final mientras estaba metido en sus pensamientos acabo durmiéndose.

Kyojuro - escuchó una voz familiar, pero no podía ver nada - Kyojuro, despierta - sintió una mano fría sobre su cara.
Akaza... - dijo tocando su mano, realmente estaba congelada, pero algo iba mal, estaba mojada de sangre - ¿qué has hecho?
Lo siento, Kyojuro - en ese momento Rengoku pudo ver el cuerpo de su hermano, que estaba totalmente destrozado en una esquina de la habitación y al demonio cubierto de sangre.

Los ojos se le abrieron como platos asustado y quiso gritar, pero por mucho que lo intentaba su voz no se escuchaba nada. Akaza tapó su boca mientras reía y le dio un puñetazo en el estómago atravesándolo, lo había matado.

¡No! - gritó el Pilar despertándose abruptamente - Era un sueño... - dijo al tocarse la barriga.

Miró hacia la ventana por donde entraba el sol, estaba totalmente cerrada, ahí no había pasado nada. Pero qué horror, no quería volver a pensar en eso. Tenía que olvidar de una vez por todas lo que pasó en el Tren Infinito y seguir con su vida.

Se levantó hacia la cocina donde estaba su hermano preparando el desayuno, quien no se percató de la presencia del mayor, que lo miraba feliz y aliviado por verlo bien.

Buenos días, Sen - dijo sonriendo.
Buenos días, hermanito - dijo el pequeño devolviéndole la sonrisa.
Qué bien huele eso, ¿no? - dijo posando sus manos en los hombros del pequeño y dándole un beso inocente en la frente - he echado mucho de menos tu comida.

Senjuro le sirvió un buen plato para desayunar y después de terminárselo se dio cuenta de que el menor le miraba confundido.

¿Pasa algo, Sen? - dijo algo asustado por dentro pero intentando verse despreocupado.
¿Por qué no has gritado "delicioso" como lo haces siempre? - dijo algo entristecido, ¿no le había gustado su comida?
No, no pongas esa cara. Claro que está delicioso, pero como te dije la batalla fue muy dura, aún estoy recuperándome, no tengo fuerzas para gritar - trató de sonreír como siempre.

Otra mentira más, no gritó porque estaba muy ocupado con sus pensamientos, no quería preocupar al pequeño así que lo mejor era mentirle. Cuando creciera le diría toda la verdad, ellos no tenían secretos.

Bueno, espero que te mejores. Ten un buen día - dijo sonriendo el menor de los Rengoku.
Gracias, Sen. Tú también ten un buen día - le respondió saliendo de la cocina para dirigirse al cuartel general.

Ya había mandado un cuervo para informar de que regresó, pero tenía que ir a dar parte de la misión, hicieron una reunión de Pilares para ello. También le dijeron que su nueva katana tardaría una semana más o menos en llegar, con lo que le entregaron una provisional, aunque no para luchar, solo para defenderse. Al cogerla esta no cambió de color, como era obvio, no era una nichirin, pero igualmente estaba tan acostumbrado a que al coger su nueva katana cambiase de color que se sintió un poco molesto. La reunión terminó y los Pilares se fueron dispersando.

Kyojuro-san - escuchó Rengoku una delicada voz y se giró.
Dime, Mitsuri-chan - le dijo sonriendo.
Estoy muy feliz de que regresarás, tu hermano había estado muy preocupado, menos mal que estás bien - dijo sonriendo.

Rengoku le miró muy sonriente, cualquier frase de Mitsuri le alegraba el día, eran como hermanos y ella siempre que podía se acercaba a Senjuro cuando Kyojuro estaba en misiones para consolarlo. Estaba muy orgulloso de que hubiese sido su tsuguko, no se había equivocado en su decisión.

Gracias, Mitsuri-chan, yo también estoy muy feliz de haber vuelto - dijo el Pilar con su característica voz alegre y en un alto tono - pero tengo que contarte algo, no ahora pero sí cuando llegue el momento, creo que eres la única en quien puedo confiar para hablar sobre esto - Rengoku se lo pensó, ella era el Pilar del Amor, la más indicada para aconsejarle sobre qué hacer en su situación, y no solo eso, sino que era su mejor amiga y una persona muy empática, sabía que lo entendería.
Claro que sí, Kyojuro-san. Sea lo que sea no te preocupes, te ayudaré en lo que necesites, igual que tú has hecho siempre conmigo - dijo Kanjori.
Muchas gracias, Mitsuri-chan, siempre es un placer contar contigo. Ahora debo regresar a casa para entrenar y rehabilitarme de mis heridas, pero ya hablaremos - fue siguiendo su camino mientras le sonreía y Mitsuri le despedía también con una sonrisa.

Rengoku se sentía sumamente afortunado de tener una amiga así. Cualquiera que los viese hablando diría que se gustaban, pero nada más lejos de la realidad, Rengoku no tenía interés ninguno en las mujeres, ni siquiera lo había tenido por hombres hasta hace nada, y Mitsuri sentía cosas por Obanai, aunque todavía no sabía muy bien el qué.

Al llegar a su casa el Pilar se propuso entrenar cogiendo la katana que le habían proporcionado, pero algo lo detuvo.

Kyojuro, lárgate de aquí, no quiero verte jugar a las espadas delante de mí - Rengoku miró a su padre con tristeza y decidió obedecerle.
Sí, padre, discúlpame - dijo yéndose a la otra parte del jardín para entrenar.

Estaba enfadado, sentía que no aguantaría más a su padre, cualquier día de verdad iba a explotar. No entendía cómo su increíble maestro se había convertido en un alcohólico sin ganas de vivir. No era justo, Kyojuro también había perdido a Ruka y aún así tuvo que seguir adelante cargando con todo. Estaba tan furioso que estuvo entrenando todo el día hasta la noche, solo había descansado para comer y atender un poco a Senjuro. Ya cuando todo estaba oscuro sintió que su cuerpo no aguantaba más y cayó de rodillas.

Maldito seas - dijo gritando por lo bajo para solo escucharlo él y dar un fuerte puñetazo en la tierra - te odio, te odio con todas mis fuerzas. Me haces la vida imposible.

Kyojuro tapó su cara con sus manos intentando que las lágrimas no saliesen de esta, dejó la katana allí y se fue a su habitación, se tumbó y siguió llorando murmurando todo lo que tenía clavado en el corazón, no aguantaba más a su padre.

CUANDO EL SOL Y LA LUNA SE UNEN - Akaza × Rengoku +18Where stories live. Discover now