Capítulo 20 - Humanos

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Eres la mejor, Mitsuri-chan - dijo sonriendo aún con algunas lágrimas en los ojos.

Ambos se fueron a un restaurante a comer, Rengoku sentía sus hombros mucho más ligeros ahora, como si se hubiese quitado una gran carga de encima. Le daba las gracias a todos los dioses por tener a Mitsuri como amiga, por lo menos ella nunca lo juzgaría y eso le hacía sentir feliz, además de que su voz le relajaba.

Al terminar de comer siguieron charlando un rato allí sentados hasta que casualmente se encontraron con Obanai, el Pilar de la Serpiente. Rengoku pudo notar la tensión sexual entre los dos y decidió que lo mejor sería dejarlos solos, igual que Mitsuri quería verlo feliz, él también quería la felicidad para ella.

Adiós, Kyojuro-san - dijo después de darle un abrazo.
Adiós, Mitsuri-chan... y suerte con Obanai-san - le susurró al oído.

Mitsuri se sonrojó y Kyojuro se alejó de ella sonriendo burlón, realmente estaba muy feliz por ella y quería que todo le fuese bien. Sentía que esa chica se merecía el mundo y rezaba todos los días porque volviese bien después de cada misión.

Rengoku caminó tranquilo de camino a su casa cuando empezó a anochecer, al pasar un callejón sintió una fuerte presencia, se puso en posición defensiva y miró hacia los lados. Entonces sintió unas manos rodeándole la cintura.

¿Qué haces tan solito por aquí, Kyojuro? - Rengoku se tranquilizó al escuchar su voz.
Me has asustado. La pregunta es: ¿qué haces tú aquí? - dijo apoyándose sobre el hombro de aquel demonio.
Buscando comida, no como desde la noche del Tren Infinito, y empiezo a sentirme un poco débil - el Pilar se apenó un poco al escuchar esas palabras.
Rengoku pensó - es verdad, es un demonio, tiene que comer... - las palabras de Mitsuri resonaron en su mente, "sé que no harías nada que pudiese lastimar a los demás, tendrás tus motivos", estaba con Akaza por placer a pesar de saber que comía humanos, su estómago empezó a revolverse.
Kyojuro, no pienses tanto, ¿pasa algo? - Akaza lo sacó de sus pensamientos.
Akaza, tengo que preguntarte algo - dijo apartándolo de él para mirarlo cara a cara, aunque no le salían las palabras.
¿Y bien? - Akaza lo miraba impaciente.
¿No sientes pena por la gente que comes? - soltó el rubio mirando hacia abajo.
Sí, sí que siento pena... - Akaza le miró seriamente - siento pena por ellos, porque son débiles y escoria para la sociedad, por sus padres por haber dado la vida a gente tan despreciable, pero por quien más pena siento... - cerró sus ojos - es por sus víctimas.
¿Sus... víctimas? - Rengoku estaba confuso, ¿de qué hablaba? ¿se comía a otros demonios? no, eso no tenía sentido.
Kyojuro, ven conmigo - dijo tendiéndole la mano - te enseñaré de qué pasta estáis hechos los humanos.

Rengoku le miró confundido, pero tenía curiosidad por saber a qué se refería, así que aceptó y le dio la mano, Akaza aprovechó para cargarlo y empezó a saltar entre las casas.

Mira, Kyojuro, entiendo tu punto de vista, pero no lo comparto - frunció el ceño - los humanos me parecen personas incapaces de hacer nada para ayudar a sus seres queridos, los humanos matarían por dinero y los humanos se dejan llevar solo por sus deseos, aunque estos hieran a los demás, aunque sepan que están haciendo mal - en ese momento Kyojuro pensó en sí mismo - pero solo unos pocos son distintos, unos pocos como tú - dijo mirando a los ojos del Pilar - me conmueve que estés dispuesto a perder la vida por gente que ni siquiera conoces, por eso quiero darte mi poder, así nunca tendrías que preocuparte por morir, no tendrías que jugarte la vida por esos asquerosos humanos.

Akaza aterrizó en el tejado de un mal barrio de la ciudad bajando a Rengoku de sus brazos y se asomó desde la azotea para ver una terrible escena.

Mira, Kyojuro - dijo Akaza señalando aquella horrible imagen.

CUANDO EL SOL Y LA LUNA SE UNEN - Akaza × Rengoku +18Where stories live. Discover now