Empecé como serpiente, por lo tanto empecé desde abajo.

Interludio 2: La felicidad de la duquesa.

Para esta historia es necesario volver atrás unos meses en el tiempo, al tiempo en que Leohart dejó la ciudad pionera de Takamagahara para regresar a la ciudad en el bosque con rapidez.

Una vez que el dragón se fue, acompañado de un pequeño grupo de personas, la duquesa Arisaka Seri permaneció allí. Acompañada por las personas de la ciudad y aquellos que ahora formaban parte de la naciente nación dirigida por Leohart, Seri se centró en su trabajo.

Si bien ese dragón era su hijo, con quien después de varios años y circunstancias finalmente había reconectado, no se podía evitar. Ella comprendía que, como dirigente, había momentos en los que el trabajo no se podía ignorar e incluso, si tuvieras gente de confianza que pudiera manejarlo, aun así, había momentos en los que la presencia de aquel en la cima era absolutamente necesaria. Este era uno de esos momentos y como lo comprendía, ella no se quejó.

Aun había mucho de lo que quería hablar. Habían hablado de su vida hasta el momento, pero solo de su hijo. Ella no había hablado de su misma y también había detalles en la historia de su hijo que le llamaron la atención. Como que se había involucrado con un grupo Yakuza en su vida anterior, que a pesar de ser conocido y respetado debido a su postura proactiva con la protección y mejora de la ciudad en la que residían, aun así, seguían siendo un grupo poco común.

Otra razón por la que no se quejó era que varias personas con relaciones cercanas con su hijo aún permanecían allí con ella. Todas era mujeres y si bien no todas estaban en una relación romántica con él, ella notó el interés en ellas. Era la oportunidad perfecta para no solo obtener información sobre su hijo que podría haber omitido el mismo, sino que también podría conocerlas mejor. Flora, es una de ellas y era una chica joven de tan solo 15 años que había demostrado talento y le había agradado bastante.

Durante dos semanas completas, Seri permaneció en la ciudad organizando la reconstrucción de la misma y mientras tanto mejoró su relación con sus posibles futuras nueras.

A pesar de lo que ocurrió en la ciudad, Seri estaba complacida por los resultados de su viaje y a los ojos de su amiga, Arisa, se veía bastante animada y llena de vida. Al final de esas dos semanas, las cosas habían alcanzado un punto en que su presencia ya no sería necesaria y con eso como señal, partió de regreso a su país. Acompañada por una de las personas en las que más confiaba, Hanazaki Arisa, la madre de Hanazaki Aria quien también estaba en una relación con Leohart, tomó un barco no muy grande y volvieron a Takamagahara, específicamente a la ciudad de Maihama que Seri regía.

El viaje duró alrededor de dos semanas, pero para ambas, que habían visto a sus respectivos hijos después de mucho tiempo, fue un tiempo agradable durante el cual hablaron sobre su experiencia en el continente oscuro.

“Bienvenida de regreso, Seri-sama.”

Seri fue recibida por un gran grupo de sirvientes encabezados por una mujer de aspecto serio que parecía no estar muy separada en edad de su señora.

“Estoy de regreso Serena.”

El nombre de la sirvienta era Serena y efectivamente, tenía la misma edad que Seri. Ella la había acompañado desde que Seri era niña. Serena era la tercera hija de un conde y fue entrenada en el palacio real desde joven para servir como asistente de la princesa, por ende… se conocían desde niñas.

El objetivo principal de dicho conde era tener una fuente de información concisa y cercana a la familia real en el futuro, y su hija fue instruida sobre esto. Desgraciadamente, el deseo del conde no se cumplió.

Su hija no solo quedó fascinada por el talento que la princesa demostró, también se volvió increíblemente cercana a la misma. En la actualidad Serena y Arisa eran las dos personas más cercanas a Seri que no pertenecían a su familia. Su confianza y entendimiento mutuo eran algo de otro mundo y gracias a Seri, Serena pudo cortar lazos con su malicioso padre sin muchos problemas.