Capítulo 3

8.9K 505 15
                                    

ADVERTENCIA ⚠️

Estas es una historia +21, contiene lenguaje explícito y personalidades que puede ser molesta para algunos lectores.

Un beso 😘 y un fuerte abrazo 🤗

 MAXIMILIANO O’CONNOR WALTON

Me fui a mi escritorio luego de dar por concluida la primera clase, una avalancha de estudiante me rodeó, lo cual no era nuevo, muchos se me acercaban para intentar impresionarme, otros para hacerse notar y así ganar simpatía conmigo, lo cual jamás funcionaba, algunos querían mi firma como referencia estampada en su hoja para depositarla en algún programa de novatos los cuales ofrecían muchísimas empresas para los recién graduados de las universidades y otros solo buscaban la manera de que le firmara su hoja de intercambio de sección o maestro, la mayoría solía abandonar mi sección cuando se daban cuenta de lo energúmeno que yo podía llegar a ser.

—¡Profesor! —, gritaron los universitarios que me rodeaban, me preguntaban por qué rayos se comportaban como animales en la selva.
—¡Profesor! —

Respiré profundo.

—¡Profesor, puede firmar mi hoja para el programa de pasantes del Consorcio De Empresas Walton! —, vociferó un chico, el simple hecho de escuchar el apellido Walton me hizo extender mi mano al chico.
—Tu hoja—, le pedí.
—¿En serio? —, expresó él sorprendido.
—No tengo todo el día—, gruñí.
—Si, claro, disculpe—, manifestó mi estudiante pasándome su hoja.

Barrí el documento con mi mirada buscando a qué empresa de las Walton pretendía ingresar como pasante.

“Walton Company Inc”

Era la empresa de mi tío Rob Walton, se trataba de una compañía que ofrecía servicios financieros a otras empresas, asesoría en inversiones y otros servicios relacionados con inversión.

Firmé la hoja devolviéndosela al chico, mis ojos fueron directo a la rubia que trataba de salir con prisa de la cátedra universitaria, era la alumna revoltosa y escandalosa que encontré encima de mi escritorio cuando ingresé al aula; ella era los tipos de estudiantes que me gustaba martirizar, la primera impresión fue desagradable, sus mugrosos zapatos estaban encima de donde se suponía que yo podría mis cosas.

—Señorita Davis—, la llamé recordando su apellido justo antes de que saliera. Ella se detuvo.

Se dio vuelta con una sonrisa bastante fingida, aparte de revoltosa y escandalosa, también era hipócrita.

—Si—, respondió a secas, mis ojos posaron en el colgante que adornaba su cuello, aquella piedra roja era tan llamativa como los ojos de la chica, azules, con cierto tonos grisáceos, no pude evitar mirarla detallando cada facción de su rostro de forma disimulada, cabello rubio oscuro, nariz respingada, cejas pobladas, con simetría perfecta, bastante femenina y delicada al parecer, la versión de Tinker bell personificada, pero lo que más me molestaba era su boca, el arco de cupido en su labio superior era tan jodidamente pronunciado y perfecto que me asqueaba, demasiada belleza junta.

—Necesito hablar un segundo con usted—, espeté sonando neutro.

Por un momento quiso poner sus ojos en blanco, pero la chica que parecía ser su amiga cruzó por su lado susurrándole algo. Mirta Davis comenzó a caminar hacia mí. No tenía intención de responder cada maldita pregunta de los tontos que me rodeaban, pero ahora lo haría solo para hacerla esperar ella.

***

Terminé de hablar con el último académico, alcé mi mano viendo la hora en mi reloj, <<una hora>>, una hora fue lo que tarde en responder todas las dudas de mis alumnos, llevé mis ojos a la chica que estaba sentada en unos de los primeros asientos en el salón, tenía en manos su móvil, bastante entretenida.

Seduciendo a un Walton Donde viven las historias. Descúbrelo ahora