Capítulo 26 (Pandora 1)

8.4K 498 2
                                    

POV BASTIAN DAVIS

—Mirta, nunca había vestido de esa manera, estoy segura de que Nora tiene algo que ver en esto, es una mala influencia para mi hija, Bastián. Desde que Nora se ha enterado de que Mirta es su hermana, no ha parado de sonsacarla y sé que lo hace adrede, busca joderme—, ladró Bernadette.

—¿Y qué puedo hacer yo, Bernadette? Si tienes alguna queja, ve y habla con Nora o tal vez con tu propia hija, no perderé mi tiempo discutiendo por un maldito vestido—, respondí exasperado, llevaba diez minutos escuchando a Bernadette quejarse de Nora.

—Eres mi sobrino, lo menos que puedes hacer es decirle a Nora que pare, no convertirá a mi hija en lo que ella es, una zorra—, espetó; Bernadette empezaba a fastidiarme.

—De acuerdo, veré que puedo hacer—, dije para quitármela de encima.

Llevé mis ojos al grupo de chicas que se encontraban reunidas a lo lejos, mi prima Mirta, mi mejor amiga Nora y Lisa, quien era la ex secretaria de Gavrel Kutzenova, uno de mis clientes en la firma de abogados. Ahora que lo analizaba, mi pequeña prima ya no era tan pequeña, había empezado a rodearse de mujeres con experiencia y yo diría que con bastante experiencia, eso solo me obliga a hacer unan cosa, salvar su mente de las locuras de Nora y Lisa, no dejaría que esas pervertidas empezaran a alocarla, conocía a Nora a la perfección, yo le entregué a una Kiara totalmente ingenua y ella me devolvió a una fiera disfrazada de oveja, mi esposa sí que sabía cómo dominarme a su antojo, pero yo amaba a esa mujer, daría mi vida por Kiara de ser necesario; aún no comprendía como alguien tan pequeña fue capaz de darme algo tan grande, a mi hermosa hija Kyra.

Emprendí mi camino a ellas.

—¿Qué? ¿Estamos buscando la próxima Miss pecho? ¿Por qué diablos esto parece pecholandia? —, escupí quitándome mi saco, al parecer era un lujo  mostrar los pechos a todos esta noche.

Nora, Lisa y Mirta me miraron sin decir nada.

—Tú cúbrete—, le dije a Mirta extendiéndole mi saco, Nora me lo quitó de las manos.

—¿Qué demonios te ocurre? —, se quejó Nora.

—Tú no te metas, ¿Hugo te dejó salir vestida así? —, inquirí, si yo mismo no podía dejar de mirarle los pechos no quiero imaginar a otros, Hugo no estaba haciendo bien su trabajo.

—¿Qué sucede? —, preguntó Kiara detrás de mí.

—La bestia que tienes por esposo se ha quejado del evento que organizas—, soltó Nora inmediatamente.

—¿Cómo? —, indagó Kiara con extrañeza, mirándome.

Suspiré.

—Dice que la gala parece un certamen de pechos, pechos por aquí, pechos por allá, pechos por todos lados—, recitó Nora moviendo sus manos.

—¿En serio? ¿Y quién crees que ganaría? —, me preguntó Kiara prendiéndose de mi brazo, —Señor Davis—, me instó mi mujer para que respondiera.

—¿Qué? —, solté.

Mirta se inclinó a mí, susurrando en mi odio.

—Es una trampa, soldado, te aconsejo que no respondas a eso, si no deseas dormir fuera de tu cama esta noche—, explicó mi Mirta.

Seduciendo a un Walton Où les histoires vivent. Découvrez maintenant