Epílogo

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Tres años después

Me encontraba parada en la pista de aterrizaje, miré mi reloj preguntándome dónde rayos estaba Flavián. El avión comenzaba a aterrizar.

Saqué mi móvil marcándole, si no llegaba justo ahora estaría en serios problemas, quité mi móvil de mi oreja sin lograr comunicarme con él.

El avión privado con la bandera de China rotulada a un lado de su cola rodaba por la pista.

-Mierda- mascullé.

Me quité el blezer esperando que el avión abriera su puerta; nos encontrabamos en pleno verano en Minnesota, el calor me hacía hiperventilar.

Suspiré cuando la puerta del avión empezó a abrirse, y la primera en salir fue Zoe; la pequeña de tres años bajó rápidamente por las escaleras mientras su madre le gritaba que se detuviera.

Sonreí al ver a Azumi correr por la pista como loca detrás de su hija.

-¡Zoe, detente!- gritó.

Emprendí el camino por la explanada mientras veía a Zoe correr hacia mí, me puse de cuclillas abriendo mis brazos dejando que el dolor de cabeza de Azumi se me abalanzara encima.

-¡Tíita!- chilló la niña llenándome la cara de besos, la abracé tomándola en brazo poniéndome en pie.

Azumi llegó a nosotros seis horas después.

-Necesitas volver al Kun Fung- critiqué al verla sofocada.

-Creéme, cuando tienes a una niña de tres años con la energía de cinco niños no hay tiempo para ejercicios- gruñó con respiración descontrolada.

-Mamita tortuga- se burló Zoe.

Azumi la miró seria.

-Se ha vuelto algo parlanchina después que aprendió a hablar- comentó la madre.

-Waoooo ¿A quién habrá salido?- murmuré dándole un beso a Zoe.

-¿Dónde está Flavián? Se supone que debe estar aquí para recibir a su hija- refunfuñó Azumi.

Miré mi reloj.

-Es el tráfico- mentí -Debe estar cerca.

-Eso espero, aún no le perdonó lo que hizo en Pekín.

-Fue un accidente, Azumi, ya te lo explicamos- le recordé.

El sonido de un auto nos hizo voltearnos.

-Ya llegó el imbécil- gruñó ella.

-No le digas así delante de la niña- corregí.

-Ibecil- emitió Zoe jugando con mi cabello.

-¡Maldición, te lo dije!- regañé a Azumi.

-¡Mirta!- gritó.

-Malición- repitió la niña.

-Joder, perdón- me disculpé.

-Oder- siguió repitiendo Zoe.

Cubrí mi boca con mi mano dándome cuenta de lo acaba de hacer.

-Sabes que, toma- indiqué pasándole a su hija; estás serían unas largas vacaciones.

Una de las puertas del auto se abrió.

-¿Quién es él?- Inquirió Azumi dejando su boca abierta.

-Es de quién te hablé- informé.

-Debo confesar que es un papucho- musitó mi amiga en voz baja.

-Papi- llamó Zoe.

-No, cariño, es el papi equivocado, ese es el papi de tu tía Mirta- manifestó Azumi mientras él se acercaba a nosotras.

-Señorita Zhang, es un placer conocerla finalmente- saludó, Azumi asintió en modo de saludo.

Zoe abrió sus brazos para que él la tomará. De tal madre, tal hija..

-Hermosa- me dijo dejando un beso en mis labios- disculpas por hacerte esperar.

-Perdón por la tardanza-anunció Flavián apareciendo detras de nosotros.

Miré hacia atrás viéndolo con enorme oso de felpas en su mano.

Azumi cruzó por mi lado, echa una furia.

Y aquí se venía el drama... Flavián era hombre muerto.

-¡Me vas a explicar....

-¡Me vas a explicar

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Seduciendo a un Walton Where stories live. Discover now