Capítulo 65

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POV MIRTA DAVIS

Tres días…

Tres días siendo ignorada por Max de forma olímpica.

—Si otra vez, vuelves a escuchar “The Scientist” juro que te golpeare la cabeza— gruñó Azumi tirando de mis auriculares.
La miré mal.

—Si cada vez que terminas con Max, escucharás esa canción, por favor necesito saberlo— habló deteniendo la música en mi móvil.

Me senté derecha. Me encontraba afuera de la sala de reuniones en la universidad.

—No pienso buscarlo, si así debe terminar todo, pues que termine— dije firme.
—Mirta.
—Le he llamado un montón de veces, actúa como si yo no existiera y por si fuera poco, vuelve a comportarse como el mismo hijo de puta de siempre; es como haber estado en el nivel cien y de repente volver al primer nivel.
—Su relación es complicada, ambos son demasiados tóxicos.
—Max debe comprender que no es el rey del universo, Azumi, mi vida no puede girar en torno a él.
—Pues díselo tu misma, ahí viene Chernóbil— canturreó ella señalándome con la mirada.

Giré mi cara inmediatamente, Max caminaba por el pasillo acercándose.

Su perfume inundo el lugar.

—Buen día señor O'Connor— saludó la secretaria del rector.
—Buen día— respondió Max clavando sus ojos en ella.

La secretaria se sonrojó.

<<Ramero de mierda>>

—Tome asiento por favor— informó la chica antes de marchase.

Él tomó asiento a mi lado, el olor que emanaba acuchillaba mi nariz. Encendió la pantalla de su móvil deslizando su dedo sobre él; no me gustaba husmear, pero al universo siempre parecía querer alimentar mi curiosidad, miré la pantalla de su móvil por el rabillo de mis ojos.

<<¿Qué rayos...?>>

Max acababa de enviar una foto de su polla a alguien.

Inflé mi pecho disipando mis ganas de matarlo en este momento, sentía mis orejas calientes, volteé mi cara a Azumi.

—Mirta, nena, ¿Qué tienes? — masculló ella en voz baja.

Intenté ponerme en pie, pero Max me sostuvo del brazo impidiendo que levantara.

—¿A dónde cree que va, señorita Davis? — inquirió él.
—A donde no pueda ver su polla, profesor O'Connor— escupí mirándolo cabreada.
—El infierno no dejara de arder, porque un ángel haya bailado en él— susurró, dibujando una pequeña sonrisa en su cara.

La ira me consumía.

—No tiene permitido abandonar su asiento— espetó.
—A mi no me das ordenes, gigoló barato, y…
—¡Mirta! — gruñó Azumi deteniéndome.
—Señor O'Connor, Señorita Davis, los esperan a ambos en la sala de reuniones— anunció la asistente saliendo por una puerta.

Maldigo la hora que obtuve la máxima calificación.

Max se puso en pies de inmediato entrando a la sala de reuniones.

—¿Puedes controlarte? Es claro que lo hace para provocarte— manifestó Azu.
—Nos vemos luego— me despedí para entrar a la sala.

***

Escuchaba hablar al rector de la universidad y al decano de la facultad, así como a sus asistentes. Era tradición que el discurso de graduación fuera ofrecido por el estudiante meritorio a nivel general, quien desgraciadamente era yo. Pensé que había algún error en mis calificaciones cuando noté que obtuve la anhelada "calificación perfecta" para muchos.

Seduciendo a un Walton Where stories live. Discover now