Capítulo 10

7.6K 484 10
                                    

POV MIRTA DAVIS

Cerré mis ojos sintiendo como su verga comenzaba a presionar mi entrada.

Y justo en el momento en el que me preparaba mentalmente para dicho impacto la puerta del departamento se abrió.

Giré mi cara inmediatamente encontrando a Azumi en el umbral de la puerta con tres personas más.

—¡Oh por Dios!, ¡Mi sofá! —, gritó ella tapándose la cara con sus manos.
—¡Azumi!, ¿¡Qué demonio haces aquí!?—, vociferé, James me rodeó con sus brazos pegándome a él para cubrir mi desnudez.
—Solo pasé por el departamento a buscar algunas cosas, pensé que aún no estarían aquí, James me dijo que te llevaría a cenar—, explicó Azumi rápido.

Escondí mi rostro en el cuello de James ardiendo de la vergüenza.

—Salgan—, pidió James, —¡Todos afuera! ¡Ahora! —
—Chicos, vamos, esperemos afuera—, manifestó Azumi; escuché la puerta cerrase.

No sabía que era peor, quedarse con las ganas o ser interrumpida, en ambos casos era frustrante.

—¿Estas bien? —, preguntó James.
—Lo siento—, susurré apenada.
—Espérame en la habitación, iré por tu vestido y mi camisa—, indicó.

Me puse en pies corriendo a la habitación de Azumi encerrándome en ella, no sé si era un plan del universo, pero estos últimos días parecía que conspiraba en mi contra. Tomé una polera que había sobre la cama colocándomela.

La puerta de la habitación se abrió.

—Nena, lo siento, de verdad no quise arruinarlo—, se disculpó Azumi caminando a mí, abrió sus brazos envolviéndome en ellos.
—Descuida, no importa—, declaré con sinceridad.
—Era tu momento, lo jodí todo—, se lamentó.
—No lo hiciste—, comenté para tratar de disipar su preocupación.

James ingresó en la habitación. Azumi rompió el abrazo caminando por la habitación con prisa.

—Ya me largo—, refunfuñó ella tomando una mochila, introdujo algunas cosas dentro de la mochila para volver a acerarse a mí.

La abracé de nuevo.

—Te quiero—, expresé.
—Yo también, espero que ya rompas con el voto de castidad—, susurró sacándome una sonrisa, —Hazme sentir orgullosa—

Solté a mi amiga dejando que se marchara.

—Que pases una excelente noche, James—, se despidió Azumi con picardía cruzando por su lado.

Miré a James esbozado una pequeña sonrisa, el dio algunos pasos repasando la habitación con sus ojos, me acerqué a él.

—¿En dónde nos quedamos? —, comenté llevando mis manos a su pecho desnudo, James sostuvo mis muñecas con sus manos impidiéndome que lo tocara.
—¿Qué sucede? —, inquirí por su repentino comportamiento.
—No debí hacerlo—, soltó.

Bajé mis manos lentamente al mismo tiempo que sentía como algo dentro de mí se deshacía.

—¿Qué? —, chillé.
—No debí intentar cogerte sobre un sofá, de hecho, no te mereces que tu primera vez sea en el departamento de tu amiga, mereces mas que esto Mirta—, manifestó James.
—No te gusto ¿Cierto? —, inquirí suspirando, alejando todo deseos de tirarme a la cama a llorar.
—No se trata de eso—
—Entonces, ¿De qué? —, pregunté dolida.
—Se trata de que yo no solo quiero follarte, Mirta; yo quiero más—, expresó.
—¿¡Y cómo demonios puedo dártelo si no me lo pides!?—, vociferé dándome vuelta para alejarme de él.
—¡Porque no sé, si eso que yo quiero es lo que tú quieres! —, respondió él.
—James, te aseguro que eso que tú quieres yo quiero dártelo—
—¿Cómo puedes estar tan seguro de ello si ni siquiera sabes lo que quiero? —, inquirió.

Me quedé en silencio.

—Solo mírate, eres tan ingenua e inocente que…—, se detuvo.

Bajé mi cabeza pestañando incontrolablemente para alejar las lágrimas.

—¿Sabes cuál es el problema, James? —, dije, —que tu solo me vez como a una niña, me vez como me ve Bastián, como me ve el tío Emerson, como me ve Nora, como lo hace mi padre, como me percibe mi madre, tu solo vez en mí, la misma mocosa que conociste hace años y no lo soy—, declaré con mis ojos cristalizados.
—Mirta…—, decía cuando lo interrumpí abruptamente.
—Te aseguro que soy muy independiente, que puedo tomar mis propias decisiones, que puedo decidir si deseo tener sexo sobre un sofá o en cualquier otro lado, es mi decisión no tuya—, recriminé.
—¿Escucha lo que dices? ¡Hablas como si fueras una ninfómana! —, gritó.

Abrí mi boca dejándola abierta.

—Es lo que sucede cuando tienes por amiga a Alina y Azumi, no son buena compañía para ti—, reprochó.

Sonreí de impotencia.

—Yo solo quiero hacer las cosas bien, Mirta, la quiero hacer bien por ti, porque eres diferente para mi y porque eres diferente es que no puedo cometer los mismos errores del pasado contigo, sabes perfectamente quien era antes de enamorarme de ti y no deseo comportarme de la misma manera, siendo el mismo hijo de puta que cogía con cualquiera, porque lo único que deseo es tener algo de verdad contigo—, confesó.
—¿Estas enamorado de mí? —, fue lo único que logré captar de todo lo que dijo.

James se quedó en silencio.

—Respóndeme—, le pedí.
—Supe que estaba enamorado de ti desde que te vi en la boda de Williams Walton, esa noche bailamos, pero no fui capaz de decirte nada, lucías realmente hermosa—, comentó.

Las cosas comenzaban a salirse de control.

—No sé lo que somos, pero quiero mas que esto, quiero que lleves un anillo en tu dedo, quiero llevarte al altar, quiero que seas mi espo…—, recitaba cuando levanté mi mano deteniéndolo.
—No sigas—, susurré con mi labio tembloroso.
—Mirta…, yo—
—¡Que no sigas! —, rabié.

Me giré dándole la espalda, llevé una de mis manos a mi frente masajeándola, esto era una locura.

—¿Cómo puedes pedirme algo así? —, inquirí negando con mi cabeza, —Solo tengo veintiuno—
—A esa edad Kiara y Bastián estaban casados—, contrarrestó él.
—¡Pero yo no soy Kiara! —, rabié girándome para encararlo.
—Entonces, ¿Es lo que quieres? ¿Simplemente cogidas casuales? —
—Apenas estoy viviendo el momento, no estoy preparada para llevar un anillo en mi dedo, ¿Quién se casa a los veintiuno hoy día? Ni siquiera me has pedido que sea tu novia. ¿Esta es tu forma de hacer las cosas bien? ¿Saltando las etapas? —, espeté.

Fijé mis ojos en él, James me miraba como si fuera una demente.

—Nora tenía razón—, soltó él de la nada.

<<No puede ser>>

—Solo eres una niña aprendiendo a caminar y yo soy un hombre que ya no se conforma con correr, ahora deseo volar—, verbalizó hiriéndome.

Respiré profundo derramando una lágrima.

—Mis pensamientos van más allá de lo que tú puedes darme—, expuso.
—¿Hablaste con Nora? —, inquirí, no podía creer que James haya hecho eso.
—Necesitaba hacerlo, necesitaba limpiar mi imagen delante de ella—, se defendió.
—¿Limpiar tu imagen? ¿Hablas en serio? Nora está loca, pudo decírselo a Bastián ellos se cuentan todo, te dije que no quería involucrar a mi familia en esto, ellos no lo aceptarían, ni siquiera son capaz de superar que ya vivo sola—, le recordé.
—Entonces, ¿Qué? ¿Pretendías mantener lo nuestro oculto hasta cuándo? —, preguntó dolido, —¿Tanta vergüenza te doy que debes esconderme? —
—James—, lo llamé, no quería que siguiera con esto.
—No me das vergüenza deja de decir eso, solo siento miedo de mi familia, los conoces perfectamente ¡y tu aun no estas preparado para enfrentarte con un Davis! —, proclamé.

James sonrió.

—Esto no va a funcionar—, comunicó él.
—Perdón por no ir a tu ritmo, pero como lo has dicho, solo soy una niña que apenas empieza a caminar, no puedo correr en tu maratón—, escupí muriendo por dentro.

—Feliz cumpleaños, Mirta—, declaró James.
—Por favor, vete, sal del departamento y déjame sola—, pedí.

Seduciendo a un Walton Where stories live. Discover now