Capítulo 31

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 ⚠️ ADVERTENCIA +21 ⚠️

Este contenido puede tener lenguaje explícito, acciones molestas por parte de los personajes para algunos usuarios y escenas subidas de tono, por favor leer bajó su propia responsabilidad o pasar al siguiente capítulo.

POV MIRTA DAVIS

Mis ojos estaban pesados, me moví estirando mi cuerpo sobre la cama sintiendo aquellas sabanas suaves acariciar mi piel, sonreí. Abrí mis ojos recordando cada momento vivido la noche anterior.

Me giré a un lado buscando a Max sin encontrarlo, no obstante, una camisa perfectamente doblada yacía en el lugar que se supone que él debía estar. Me reincorporé en la cama sujetando la sábana que me cubría contra mi pecho, mis ojos recorriendo la habitación, ni siquiera el sonido de la lluvia era capaz de callar los recuerdos de mis gemidos desvergonzados y mis súplicas por querer que él me hiciera suya.
 —Mierda—, solté apoyando mi cabeza sobre mis piernas.

Mis mejillas se encendieron al recordar como había perdido todo atavismo de pudor cuando no me importó que me comiera el coño.

<<Soy una degenerada>>

Me puse en pie envolviendo mi cuerpo en la sábana, pero algo en la cama llamó mi atención, una pequeña mancha rojiza yacía sobre ella.

<<Le había dado a Max mi primera vez, había dejado que ese maldito idiota arrogante fuera el primero y ahora me odiaba por eso, aunque mi cuerpo gritaba una cosa muy distinta; a mi cuerpo parecía gustarle ese troglodita o peor, quizás también me gustaba a mi>>

Solté la sábana corriendo al baño para ducharme, aun sabiendo que sería imposible borrar cada beso de él sobre mi piel.

POV MAXIMILIANO OCONNOR WALTON

Eran apenas la cinco de la mañana y ya tenía un vaso de whisky en la mano. Luego de correrme dentro de Mirta por dos ocasiones en la madrugada no pude dormir, terminé saliendo de la habitación cuando se quedó dormida.

Me sentía frustrado, había roto reglas con ella que jamás había roto con nadie y eso me fastidiaba, no debí traerla a mi departamento, no debí subirla a mi auto, no debí follarla sobre mi cama y no debí cogérmela sin preservativo; era mas que claro que esta chica me descontrolaba, mis deseos por ella no parecían querer menguar, solo iban en aumento cada vez que recordaba como la hice mía.

Tenía dos opciones con Mirta, seguir cogiéndomela hasta que me cansara de ella o follarla por estos dos días y luego cortar todo lazo con ella, me conocía perfectamente, pasaría de ella como pasaba de todas cuando me cansaba, con la única diferencia de que con ella yo fui el primero y era algo que ella jamás podría olvidar.

Prefería cortar con esto, ya que ella no obtendrá nada de mí, más que cogidas casuales, aunque me quemará por dentro, aunque tuviera que amarrar a mi verga para no se levantará cuando la viera, porque si, esto era lo que provocaba esa niñata en mí, pura lascivia y ganas descontroladas.

Era tan mía y la vez tan prohibida, pura tentación envuelta en inocencia, su sensibilidad me provocaba azotarla con mi mano hasta dejarla enrojecida, me provocaba devorarla con mi boca, mordiendo cada parte de su cuerpo y pasando mi lengua por lugares que nadie aún la ha pasado, a embestirla rápido y sin delicadeza, clavando mis dientes en su piel hasta hacerla gritar de dolor al mismo tiempo que mis dedos se introducen dentro de ella.

Pero yo sabía donde decía peligro y Mirta Davis estaba calificada como sustancia tóxica, su coño era totalmente nocivo. Así que, lo tenía decidido, disfrutaría del placer que su cuerpo pudiera darme hasta que la tormenta cesara, luego de esto, solo sería un polvo más al igual que todas.

Seduciendo a un Walton Where stories live. Discover now