Capítulo 13

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POV MIRTA DAVIS

Abrí la puerta de mi dormitorio, lo primero que haría es tomar una ducha, había sudado como cerda al lado de Maximiliano, su mera presencia me hacía transpirar.

—¡Que hay perra! —, chilló Azumi sobre mi cama asustándome.
—¿Qué haces aquí? —, pregunté.
—Se enteró de que vendría a visitarte y se invitó sola—, escupió Alina saliendo del baño.
—No necesito una invitación para venir al dormitorio de Mirta, ella usa mi departamento como si fuera su casa—, dijo ofendida Azumi.

Eso era cierto.

—No necesitas invitación—, verbalicé esbozando una pequeña sonrisa.

Azumi le lanzó un beso a Alina, Alina rodó sus ojos negando con su cabeza.

—Ahora, necesito saber como te fue con OConnor—, indagó Azumi.
—Será difícil seducirlo por no decir imposible, el parece odiar la vida—, declaré sentándome en la cama.
—O quizás no es la vida lo que odia, sino a ti—, debatió Alina sentándose en el sillon de mi escritorio.

Me encogí de hombros.

—Creo que he perdido sin comenzar, estoy resignada—, dije sincera.
—¿Intentaste con besarlo? —, expuso Azumi.
—¿Qué? —, chillé alarmada.
— Besarlo, ya sabes…, pegar tu boca a la de él—, explicó ella como si no entendiera.
—Prefiero morir electrocutada por anguilas eléctricas antes de besar a ese maldito animal—, solté exasperada.

Alina abrió su boca dejándola abierta.

—Este es el plan, mañana lo besas y veremos que tan imposible es de seducir a Maximiliano OConnor—, aseveró Azumi.
—¿Qué parte de que no deseo besarlo no comprendes? Es más, te doy todas mis acciones, tómalas todas, pero no haré tal cosa y es lo último que digo—, rabié.
—¡Hasta Alina pudo hacerlo cuando le llegó el momento! ¿¡Tan cobarde eres que te intimida un patán petulante!?—, vociferó Azumi.
—No debe hacerlo si no quiere, nadie debe obligarnos a hacer algo que no deseamos—, me defendió Alina.
—Tu cállate—, le gruñó Azumi a Alina, —¡Besarás a ese hombre como porque te llamas Mirta Davis! —

<< ¡Oh maldición!>>

Tiré mi espalda al colchón, Azumi se subió a horcajadas encima de mí.

—Puedes dejarme en paz—, pedí cansada, estaba harta de escuchar el apellido OConnor en este día.

Azumi tomó mi barbilla.

—He apostado con Zack que lo harías, sino no lo haces perderé mi auto, así que mas vale que lo hagas—, explicó ella.
—¿Una apuesta por debajo de un juego? Despídete de tu auto—, declaré riendo, zafando mi cara de su mano, pero ella volvió a sujetarla.
—Escúchame, hasta los peores demonios son capaz de doblegarse cuando se usan las cadenas indicadas. Eres la hija de la traición, la concepción de lo prohibido, eres la semilla de lo que se supone que no debía de ser, tu sangre es sinónimo de éxtasis, te concibieron en medio del placer y lo impúdico, apariencia de ángel y carácter de fiera es lo que necesitas para poner a Maximiliano OConnor a tus pies, tú puedes, sé que puedes, nena sorpréndeme—, expresó Azumi.

No sabía qué hacer y tampoco podía creer que diría esto.

—De acuerdo, lo intentaré, pero si él vuelve a insultarme juro que le golpearé las bolas—, amenacé.
—¡Perfecto! —, gritó Azumi saltando de la cama.
—Esto no es una buena idea—, cuestionó Alina, yo concordaba con ella.
—Nuestro trabajo ya este hecho, nos vamos—, anunció Azumi tomando su bolso.

Me reincorporé en la cama sentándome. Alina se puso en pies acercándose, dejó un beso en la coronilla de mi cabeza.

—Nos vemos luego—, dijo serena.
—Vámonos—, llamó Azumi desde la puerta.
—Te juro que un día la mataré—, gruñó por lo bajo, —Es desesperante—

Seduciendo a un Walton Where stories live. Discover now