Capítulo 62

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POV MAXIMILIANO O'CONNOR WALTON

Ya estaba al tanto del desastre de juicio que fue la última sesión contra mi tío Rob, y también estaba al tanto de lo que se comentaba en la universidad sobre la muerte de Nadia, sin embargo, nada de lo que estuviera ocurriendo a mi alrededor me importaba, excepto la persona que estaba a mi lado en este momento.

—¿A dónde vamos? — preguntó Mirta bajando el cristal de la ventana de su puerta.

Conducía a las afuera de la ciudad.

—A escapar de la realidad— expresé acelerando mi auto.

Mirta sonrió.

—¿Me prestas tu móvil? Quiero escuchar una canción— dijo la mocosa.

Le entregué mi móvil.

“Bad Boys” de Zara Larsson comenzó a sonar de minutos después.

—¿Es en serio? — le pregunté en tono neutro, Mirta me ignoró subiendo el volumen.

La miré por el rabillo de mis ojos mientras cantaba a todo pulmón como si la canción que sonaba fuera su himno nacional.

Clear as a crystal or sharp as a knife
Words will be words 'til you bring them to life
Show the whole world that you're mine alone
Tell them girls to go find their own.

I said there's something 'bout the bad boys
That makes the good girls
Fall in love (and if you're no good for me)
I said there's something 'bout the bad boys
That makes the good girls
Fall in love (and if you're no good for me)”

Estacioné el auto en la cima del lugar en donde se podía ver la ciudad de Rochester, era una buena vista de noche.

—¿Llegamos? — preguntó Mirta mirando el lugar.
—Sí— respondí tomando mi móvil deteniendo la música.

Rodé mi asiento hacia atrás, tomándola por la cintura para colocarla a horcajadas sobre de mí.

—¿Max?
—Querías montarme ¿No? Nena, déjame enseñarte como se monta al diablo— anuncié metiendo mis manos por debajo de la falda de su vestido.

Mirta pasó saliva.

—Amo que siempre vengas preparada— comenté refiriéndome a su vestido, era más fácil de retirar que un pantalón.

Levanté su vestido sacándoselo, dejándola en ropa interior sobre mí. La detallé con mis ojos recorriendo su cuerpo, cuerpo que me tenía rabioso como un perro desde que la poseí.

—Mía— declaré deslizando mi mano por su vientre metiéndola dentro de su braga, ella abrió su boca, jadeando.

Toqué su centro percibiendo su humedad.

—Demonios nena, estás tan mojada— le dije sacando mi mano de su coño, llevándome los dedos a mi boca saboreando su dulce humedad.

Se sonrojó.

—Escupe— le ordené acercando mis dedos a su boca. Ella lo hizo.

Volví a meter mi mano dentro de su braga mezclando su humedad con su propia saliva, moví mis dedos sobre su clítoris.

—Max— gimió con naturalidad intentando moverse contra mi mano. 
—No quiero que pienses, solo quiero que sientas lo que pasa cuando ambos somos participe de las mismas fantasías— solté introduciendo dos dedos dentro de ella.

Mirta dejo caer su espalda contra el volante; comencé a mover mis dedos dentro de su canal ubicando su punto G, poniéndola a temblar.

—Soy todo lo que necesitas y sabes que no puedes huir. Quiero verte perder el control esta noche saltando sobre mi— expresé subiendo mi otro mano por su vientre hasta llegar a sus tetas.

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