Capítulo 8

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POV MAXIMILIANO O’CONNOR WALTON

Miraba a la rubia que bailaba cerca de la baranda del segundo nivel, detallé su cuerpo con mis ojos, llevaba un vestido de lentejuelas color negro que se le ceñía al cuerpo como una segunda piel, mostrando las curvas que escondió bajo un jean skinny y una polera en la universidad el primer día de clase.

Sus movimientos iban al compás del ritmo de la canción, envolventes, naturales y bastante sensuales. Llevó su mano a su cabello alzándolo con delicadeza, verla bailar sólo aumentaba mi enojo hacia ella, me frustraba esta mocosa con aires de mujer.

Mirta Davis detuvo sus movimientos cuando reparó en mi mirada, yo mantenía mis ojos fijos en ella sin apartarlos, quería matarla. Ya tenía su hoja de registro de la universidad en mis manos, la chica tenía domicilio en el campus de la universidad, dormitorio cuatrocientos ocho, era estudiante de Estrategia Financiera y Mercados Globales, notas sobresalientes, convenientemente todas sobre A, su contacto ya estaba grabado en mi móvil y ella aún no aplicaba a algún programa de pasante para una empresa.

La chica de ojos azules me miraba titubeante, sabía perfectamente que la miraba única y exclusivamente a ella y entendía que debía conocer dicho motivo, pero si lo desconocía en los próximos días lo iba a saber.

La señorita Davis intentó darse vuelta, pero un sujeto apareció detrás de ella impidiéndole la acción, ella giró su cabeza y el la recibió con un beso el cual correspondió gustosa.

La muy estúpida en vez de estar en su dormitorio dentro del campus realizando el ensayo que le dejé de tarea andaba de clubes besándose con cualquiera, Tinker bell no era tan inocente después de todo, solo esperaba que si cogía esta noche valiera la pena para ella, porque yo rechazaría su ensayo.

Las manos del sujeto se mantenían sobre su cintura, quité mis ojos de ellos, no dejaría que una niña fresa me arruinara la noche.

POV MIRTA DAVIS

—Gracias por venir a Wisconsin—
—No dejaría pasar esta fecha sin verte—, confesó James, ambos estábamos sentados en la mesa que elegimos Azumi y yo.
—¿Qué mentira le dijiste a Bastián en esta ocasión? —, inquirí.
—Falleció mi tía—
—Si sigues así terminaras matando a tu familia completa—, sostuve riendo.
—Bastián no es tonto, debe saber el motivo de mis permisos—
—¿Crees que sepa lo nuestro? —, pregunté horrorizada.
—No, aunque ganas no me faltan para decírselo—, comentó James.
—No puedes hacerlo, Bastián está loco, te matará, me ve como a una niña, nunca te dejaría acercarte a mi de esa manera—, admití.
— Todos le temen a Bastián como si fuera una bestia, Hugo pudo con él, yo puedo hacer lo mismo—, aseguró él firme.

Suspiré, James no conocía a Bastián a pesar de tener años trabajando para él.

—Hugo era algo totalmente diferente, no puedes compararlo con esto—, verbalicé.
—¿Qué quieres decir? ¿Qué soy menos que Hugo? ¿O qué no tengo lo suficiente huevos como Hugo? —, escupió molesto, <<perfecto, empezaba a arruinar la noche>>.
—No quise decir…—
—No, pero sé que no pertenezco a la elite de tu familia o de las personas con las cuales te rodeas—, soltó interrumpiéndome.
—Es mi cumpleaños, puedes por favor no olvidarlo. Sé que es difícil, pero no te he pedido cambiar y jamás lo haría, me gustas como eres y si desearía estar con alguien como yo o como las personas que me rodean ten por seguro que no estaría aquí sentada a tu lado—, declaré.
—Lo siento, tienes razón, es tu cumpleaños —, expresó tomando mi mano para llevársela a su boca y dejar un beso en el dorso de ella, sonreí como estúpida.

—Aquí esta tu Cosmopolitan—, anunció Azumi llegando a nuestra mesa, —Y para James una cerveza—, indicó dejando nuestros tragos en la mesa.

Azumi tomó asiento al otro lado de mí.

Seduciendo a un Walton Where stories live. Discover now