Capítulo 35

7.5K 478 7
                                    

POV MIRTA DAVIS

Max abrió la puerta de su departamento haciendo ademán con su mano de que entrara, ninguno de los dos dijo algo en todo el trayecto a su departamento y lo agradecí porque juro por Dios que sería capaz matarlo si decía algo.

—¿Sabes que mantener a una persona en contra de su voluntad en un lugar se constituye una violación a los derechos de esa persona? Es un delito—, hablé.

—Pues otro más para mí larga lista de atropellos—, espetó cerrando la puerta detrás de él.

—¿Qué es lo sucede contigo? ¡Acaso has perdido la razón! ¡Pudiste haberlo matado!—, le reclamé.

—Y es una pena que no la haya hecho—, soltó sorprendiéndome.

—Eres increíble—, me quejé.

—Lo sé; lo que no sé, ¡es qué pretendías hacer llegando al club con tu maldito vestido pestobismol restregándole el trasero al primero que se te acerca!—, gritó.

Abrí mi boca formando una perfecta "O"

—¿Te estás escuchando?—, Inquirí sin poder creerlo, —¡Tu eres quien se acuesta con cuántas zorra se le atraviesa!—, grité furiosa.

—Yo puedo—, escupió.

—Si tú puedes, yo también—

Max se detuvo en medio de la sala riéndose.

—¿¡De qué te ríes maldito imbécil!?—, ladré.

—De que eres más estúpida de lo que creí—, respondió con burla.

Maximiliano era el tipo de persona que te hacía perder los estribos con cada palabra que salia de su boca.

—No importa con cuántas yo me acueste, al final solo son putas, pero tú...—, se detuvo fijando sus ojos en mi, —Tú eres mía Mirta Davis, porque así tú lo quisiste y lo mío no lo toca otro, sabes que llevas mi marca entre tus piernas. Ángeles cómo tú, merecen demonios como yo; no es la caricia, es quien te toca y donde toco yo, no tocará otro y del plato que yo como, no comerá otro—, manifestó.

—Eres un egoísta—

—Quizás si, es bueno que ya empieces a conocerme—, expuso tranquilamente.

—Pasa a la siguiente, y deja de joderme—

—¿Pasar a la siguiente? No nena, no teniéndote a ti en frente, lo prohibido siempre me ha sabido a gloria y tú eres el sabor mismo de mi propio fruto prohibido—, soltó.

Cerré mi manos.

—¡Narcisista de mierda!—, rabié corriendo hacia él, definitivamente lo mataría.

Max me sostuvo de las manos antes de poder tocarlo dándome vuelta para pegarme contra la pared.

—¿Sientes como me tienes?—, gruñó en mi odio, clavando su polla en mi espalda, dura y fuerte.

<<Dios, Jesús y la virgen María. ¿Este hombre nunca se saciaba?>>

—He querido quitarte ese vestido desde que te vi en el club—, dijo acariciando mi cuello con la punta de su nariz, su respiración me torturaba.

—Llama a una de tu putas, yo no soy la que te bajará la calentura—, escupí moviéndome para que me soltará, Max colocó sus manos a cada lado de mi cintura inmovilizandome, ejerciendo presión con su cuerpo pegándome más a la pared.

—Si hubiera querido una de ellas, no estaría aquí contigo jugando a este juego estupido—, dijo molesto, —Te quiero en mi cama—

—No cogeré contigo y menos estando ebrio, ahora suéltame—, pedí.

Max rio.

—¿Ebrio? ¿Quién dijo que estaba ebrio?—

—Entonces ¿¡hiciste lo que hiciste estado consciente!?—, recriminé.

—No necesito estar ebrio para romperle la cara a alguien, pero si debo estarlo para dejar que me la rompan a mi—, bramó dándome vuelta para dejarme en frente de él, —Quiero besarte—, soltó.

—Quieres demasiadas cosas Max y ninguna la puedes tener. Me largo—, anuncié intentando cruzar por su lado inútilmente, el muy idiota se movió a un lado bloqueandome el paso.

—Ponte cómoda—

—¿De qué hablas?—, indagué.

—De que de aquí no te vas, te quedas esta noche conmigo—, explicó.

—Ya te dije, que no follarem..—, decía cuando me interrumpió.

—No puedo obligarte a tener sexo conmigo, pero ya te dije que te quiero en mi cama—

—¿Cómo puedo estar en tu cama sin coger contigo?—, confesé.

—Eres tu la que te niegas hacerlo, yo y mi polla estamos dispuestos a romperte y comerte el coño con gusto—, contrarrestó.

Cubrí mi cara con mis manos frustrada.

—Sabes que, no quiero verte justo ahora—, dije negando con mi cabeza.

—Perfecto, cuando te quedes dormida sobre "mi" cama, dejarás de verme hasta mañana. Cruzas esa puerta—, ladró señalando la puerta del departamento, —y te aseguro que de mi cama no sales en mes y medio—, amenazó dirigiéndose al pasillo de las habitaciones.

<<Perfecto, esto era Max siendo lo que es, un completo energúmeno>>

***

No sé qué hora eran exactamente,  llevaba un largo tiempo sentada en el sofá de la sala, sé que él esperaba por mi en su habitación para dormir, pero cómo rayos me quitaría este vestido llevando abajo un conjunto de lencería de los que me eligió Azumi, era como provocar a Max.

Me puse en pies yendo a la habitación encontrándolo en calzón, durmiendo boca arriba con un brazo debajo de su cabeza.

Me quité mis tacones encaminadome a la cama evitando hacer ruidos.

—¿No pensaras dormir con eso puesto?—, interrogó sin abrir los ojos.

—No puedo quitármelo—

—Descuida, yo te ayudo si es el problema—, expuso sentándose en la cama.

—¡No!—, grité.

—Me gusta verte con el vestido puesto, pero más me gustaría verte sin él—

Me subí a la cama ignorando sus palabras dándole la espalda.

Sentí como Max volvía a recostarse sobre la cama.

—¿Qué es lo quieres?—, pregunté.

—Duermete Mirta—

—Te hice una pregunta—, insistí.

—Mañana hablaremos sobre eso, ahora déjame dormir—, pidió.

No seguí insistiendo, sabía que no obtendría más que ofensas por parte de él, era lo único que sabía decir y hacer.

Seduciendo a un Walton Where stories live. Discover now