Capítulo 40

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POV MAXIMILIANO O'CONNOR WALTON

El timbre de mi departamento me puso alerta, nadie me visitaba y la única persona que lo haría estaba en Chicago. Tomé mi móvil viendo la hora, media noche ¿A quién demonios se le ocurría visitar a esta hora?

Me puse en pie a duras penas saliendo de mi cama.

Abrí la puerta del departamento, fijé mis ojos en ella para volver a cerrar la puerta en su cara.

Regresé a mi cama escuchando el timbre sonar una y otra vez de forma incesante, coloqué una almohada en mi cabeza ignorando la insistencia de la chica.

Tomé la almohada lanzándola contra la pared, poniéndome en pie otra vez. 

Volví a ir a la puerta de mi departamento abriéndola.

Mirta Davis se encontraba afuera con una maleta a su lado.

—¿Estoy por creer que eres suicida?—, gruñí.

La rubia sonrió enseñando su dentadura perfecta.

—¿Qué rayos pasa contigo?—, escupí furioso mientras pasaba por mi lado arrastrando su maleta.

—¿Qué significa esto?—, pregunté señalando su maleta.

—¿Acaso no es obvio? Vengo a quedarme por unos días—, soltó de lo más tranquila.

—¿Qué?—

—Dijiste que la cerradura de mi dormitorio había sido forzada, me contacté con el personal de seguridad de la universidad para comprar la veracidad de lo que dijiste y efectivamente la cerradura ha sido manipulada, no puedo dormir allí sin saber que sucede realmente, tampoco quiero informarle a mi familia, le daría motivos para imponerme un escolta y es justo a lo que le huyo—, explicó.

—Ve al departamento de Azumi, no te quiero aquí—, le sugerí.

—Mi amiga no se encuentra—

—Perfecto, ve al departamento de Azumi—, volví a decir.

—Ya dije que no se encuentra—, contrarrestó.

—¿Y cuál es el problema?—, pregunté.

—Que no puedo estar sola, así que me quedó aquí, prometo ser una buena roommate, ocuparé la habitación de al lado, ni siquiera notarás que estoy—, indicó emprendiendo el camino al pasillo de las habitaciones.

Me conduje detrás de ella con pasos rápido quitándole la maleta.

—¡Oye!—, gritó dándose vuelta.

—Si vienes a mi departamento no pretendas querer dormir en otro lugar que no sea mi cama —, escupí  —¿¡Quiero saber que demonios pasaba por tu cabeza cuando le dijiste toda esa basura al consejo de la universidad sobre nosotros!?—, rabié como loco.

Mirta se carcajeo, al parecer le hacía mucha gracia.

—Riete maldita mentirosa, ¡No le encontrarás la gracias cuando te parte el culo!—, grité furioso.

—¿Qué? ¿No te gustó mi declaración? Prometido—, dijo enfatizando la última palabra; se dió vuelta encaminadose a mi habitación.

Entré detrás de ella soltando su maleta en el suelo sin delicadeza.

—¿Te cuesta tener un poco delicadeza?—, recriminó acercándose para levantar su maleta, la tomé de la cintura lazandola a la cama subiéndome encima de ella.

—¿Que pretendes maldita mocosa? ¿Quieres jugar? ¿Quiere que te castigue? ¿Por qué me desobedeciste?—, ladré.

Mirta intentó quitarme de encima de ella empujándome, sostuve sus manos llevándola por encima de su cabeza aprisionandola con la mía.

Seduciendo a un Walton Where stories live. Discover now