Capítulo 53

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POV MIRTA DAVIS

Max se había marchado a Chicago, el departamento se sentía tan solo sin él.

Mi rutina en el día de hoy consistió en estudiar toda la mañana, almorzar, dormir, llamar a mis padres y a mis hermanos, hablamos por un largo rato, no sabía cuánto los extrañaba hasta que los escuché, luego volví a estudiar y ahora esperaba por Flavián.

Sé que Max me prohibió traer a más personas a su departamento, sin embargo, Flavián estuvo en Fourtain investigando si aún quedaba con vida alguien relacionado con mi secuestro, no consiguió mucha información al respecto, pero de igual forma necesitó saber su avance por muy pequeño que sea, le pedí que nos reuniéramos en el departamento de Max esta noche, no tenía otra opción, ya que se negó rotundamente a ser visto conmigo en cualquier lugar público y lo entendía, en el bajo mundo meter la narices en asuntos que no eran de tu incumbencia podía costarte la vida y ambos hacíamos exactamente eso.

El timbre sonó, fui inmediatamente a la puerta.

—Llegas tarde—, solté bastante seria.
—Buenas noches princesa—, dijo apoyado del umbral de la puerta.

Lo miré con mala cara.

—Entra—, ordené.
—¿Molesta? —, preguntó cerrando la puerta detras de él.
—¿Qué? ¿En la mafia no les enseñan a sus matones a ser puntuales? —, inquirí.

Flavián rio. Clavé mis ojos en él.

—No soy un matón, soy un “Soldato de la mafia”—, explicó.
—Soldado..., matón..., no hay ninguna diferencia—
—Es que para entenderlo debes antes conocer la estructura de la mafia—
—No entendiendo—, comenté.

El dio algunos pasos mirando sobre la estanteria los modelos de edificios en miniaturas más importante del mundo que Max coleccionaba.

—Princesa, permiteme explicarte cómo funciona la mafia italiana—, declaró tomando en su mano la pequeña estatua de la Torre de Pisa.
—¿Podrías por favor, no tocar nada de lo que ves aquí? —, expresé caminando a él, quitándole el objeto de sus manos regresándolo a su lugar.

Flavián se inclinó tomando una fotografía de Max en el Taj Mahal, India.

—Debe de gustarte mucho ¿no?; él te lleva a pecar y tú le haces tocar el cielo. El es tu infierno y tu eres su cielo—, comentó sin dejar de mirar la foto.
—No puede ser pecado, si cuando estamos junto ambos tocamos el cielo—, gruñí arrebatándole la foto, —Y no puedes contarlo como infierno si te gusta como quema su fuego—, sentencié dejando la foto en la estantería.

—Princesa, me caes bien, de verdad, por eso te daré un consejo, aún no he leído una historia donde el diablo se enamora, aléjate de él, estoy seguro de que no es tu tipo—, expuso Flavián.
—No lo conoces—
—Créeme los tipos como él, es mejor no conocerlos—

Me quede en silencio.

—Te explicaré como funciona la mafia—, manifestó cambiando la conversación, el ambiente se puso tenso de repente.

Lo seguí tomando asiento en la mesa del comedor. Flavián tomó una servilleta de la mesa sacando un bolígrafo de su chaqueta.

—El Don”—, dijo escribiendo en la servilleta.
—¿El Don? —
—Sí, El Don, Donovan Mcdermott, mejor conocido como El hombre sin rostro, es la máxima autoridad de la organización, murió ocho años atrás. Planeó su muerte solo para salir del sistema y proteger a su familia, siempre va con guantes, dicen que quemó las capas subdérmicas de sus dedos para borrar sus huellas dactilares, así que de él solo se le conoce el nombre, sus padres están muertos, su tío Ronan también y esconde en algún lugar de Italia a sus abuelos maternos—
—No puedo creer esto—
—Luego está el Consigliere, es el consejero del Don, lo asesora, cuida de sus intereses, vela por sus negocios, su dinero... El consigliere es totalmente fiel, su vida le pertenece al más alto líder de la mafia, este no puede tener esposa, ni hijos—, aclaró Flavián.

Seduciendo a un Walton Where stories live. Discover now