Capítulo 85 (Alas de Metal) Final

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POV MIRTA DAVIS

Terminaba de tener la mejor semana de toda mi vida... algo fugaz...

—"Pasajeros abordo con destino a Mineapolis, Minnesota, por favor abrocharse su cinturones de seguridad, aterrizaremos en cinco minutos"— anunciaron por el altavoz.

Suspiré sonríendo contra el cuello de Max.

—¿Profesor, le importaría?— pedí señalando mi asiento para que me soltara.

Max gruñó abrazándome más fuerte.

—Necesito que me sueltes, debo colocarme el cinturón— me quejé removiendome sobre él.

—Conmigo estás segura— expuso sin abrir sus ojos —además, estoy cómodo de esta forma.

—Max, por favor— volví a pedir.

—Si me llamas Diablo— manifestó muy tranquilo.

—¡No!— chillé.

—Entonces, no.

—¡Max!

Se acomodó en el asiento uniendo sus manos alrededor de mí.

—"Pasajeros abordo con destino a Mineapolis, Minnesota, por favor abrocharse su cinturones de seguridad, aterrizaremos en cinco minutos" — anunciaron otra vez.

—Max...— susurré.

Me soltó.

Corrí a mi asiento a colocarme el cinturón, él movió su cabeza sonriendo, le gustaba fastidiarme por todo y por nada.

—Mojigata— dijo entre dientes.

Lo ignoré.

Miré por la ventanilla visualizando la pista de aterrizaje.

—Cuando lleguemos quiero llevarte a conocer mi nuevo departamento en Rochester— informó él.

Tragué duro.

—Max, tenemos que hablar— le dije.

—He aceptado la propuesta de ser el decano en la facultad de ciencias económicas y sociales en la Universidad de Minnesota, Twin Cities, me quedaré definitivamente en el país— comunicó.

Bajé mi cabeza.

Nuestro jet terminó de aterrizar, ambos nos dispusimos a salir del avión. Tomó mi mano esperando a que la puerta se abriera.

Abrí mi boca tomando una bocanada de aire, preparándome para lo que se me venía encima a continuación. Salimos del jet encontrando más de cinco autos en la pista.

Bajamos por la escalera.

—¿Qué mierda hacen todos aquí?— preguntó soltando mi mano.

Will y Nora se acercaron.

—Max, tenemos que hablar— pedí cuidadosamente.

Julianne, Hugo y Arnold se encontraban alejados.

—¿Qué hiciste, Mirta?— inquirió dándose vuelta —¿¡Qué diablos hiciste!?— me gritó.

Mi padre y Hugo corrieron por la pista al ver su reacción.

—Lo correcto— declaré con ojos cristalizados.

—Max— lo llamó Will, pero él quiso acercarse a mi, Hugo se cruzó en medio de nosotros.

—¡Quítate!— le ladró a Hugo —¡Quítate, maldita sea!

—Perdóname— lloré.

De uno de los autos salió Carter O'Connor y su esposa.

—¿Vas a hacernos esto?— me preguntó.

Seduciendo a un Walton Where stories live. Discover now