Epílogo

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-¡Tengo las fotos de casamiento!- Elevé un poco mi voz pues Aiden estaba dentro del baño de la habitación del hotel, por mientras que yo yacía sobre la cama con la computadora sobre mis piernas. 

Miré algunas de las fotos y una amplia sonrisa se dibujó sobre mis labios al vernos bailando, riendo, besándonos, cortando el pastel y simplemente, siendo felices pues eso es lo que se podía ver en cada imagen.

-¿¡Por qué las miras sin mi!?- Recibí un almohadazo en la cabeza. 

-¡Oyee! -Reí -Es que estabas muy hermoso con es traje blanco-

-Obviamente mi amor -Dijo con ton narcisista, al mismo tiempo que se subía a la cama para recostarse a mi lado. 

Comencé a revisar una foto detrás de otra, por mientras que risas y comentarios salían de nuestras bocas acerca de aquel día tan hermoso que habíamos vivido juntos. 

El día que se lo contamos a la familia, lloraron de alegría y ayudaron con cada preparativo. Aiden se esforzó muchísimo y trabajó mientras estudiaba, pues había vuelto a la Universidad, para poder pagar muchas de las cosas de la boda. Aunque yo tampoco me quedé quieto e imité sus acciónes, provocando que al haber pasado el año entero y haber llegado por fin a la fecha que habíamos decidido para casarnos, los dos estuviéramos bastante muertos. Pero valió cada gota de sudor, pues fue el momento más feliz de mi vida aquel segundo en el que sus labios respondieron "sí, acepto".  

Tras eso, pasaron unas semanas y habíamos decidido viajar hasta Europa para recorrer todo lo posible en nuestra luna de miel. Ahora mismo, yacíamos en Italia, descansando en el hotel tras un día entero de recorrer sin parar esta hermosa ciudad.

-Todas salieron muy hermosas -Dijo el rubio con una amplia sonrisa sobre sus labios. 

-Joseph sabe sacar muy bonitas imágenes -

-Es verdad. Voy a llamarlo para agradecerle de parte de ambos luego - 

-Si, pero después -

Tomé la computadora entre mis manos, me puse de pie y fui hasta un mueble que había por ahí para dejarla en aquel lugar. Entonces, apagué las luces y regresé hasta la cama para tomar el cuerpo de Aiden y acomodarlo de manera que quedara debajo de mi. No podía ver su rostro por la oscuridad, pero sabía bien donde se encontraba, así que descendí y lo besé, al mismo tiempo que enlazaba sus manos con las mías y nuestras lenguas comenzaban a juguetear entre ellas.

Cuando nos separamos por falta de aire, solté una de sus manos y llevé la mía hasta su mejilla izquierda para acariciarla delicadamente.

-¿Me amas?- Pregunté. 

-Si no lo hiciera, ¿crees que hubiera accedido a casarme a mis veinte años?- 

Solté una carcajada.

-Esa es toda la respuesta que necesito -Dije. 

Los brazos del rubio se cruzaron tras mi nuca y me obligó a bajar para que nuestras bocas se unieran una vez mas. Y era en momentos así, cuando nuestros cuerpos se encontraban muy pegados, sintiendo el calor del otro, cuando las yemas de nuestros dedos iban por la piel del otro y el sabor de nuestros labios se volvía dulce. Eran momentos así en los que mi corazón sabía a la perfección que tan inmenso era el amor que Aiden me tenía a mi y yo a el. 

Pero no solo aquí, su forma de hablarme, de cuidarme y de estar a mi lado, eran otros tantos factores que me alegraban el día a día, recordándome que a mi lado tenía a una persona que siempre se mantuvo conmigo y que lo haría aun más de ahora en adelante, otorgándome su amor incondicional.

-T-te amo...Amery...-Me dijo entre melodiosos gemidos.

-N-no tengo...f-formas de explicar c-cuanto lo hago yo también contigo...-

-No hace...ah f-falta...l-lo sé...-

Sonreí, al mismo tiempo que volvía a besarlo con todas mis ganas. 

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6 años mas tarde...

-¡Vamos ya a casa que se nos hará tarde! -Dijo Aiden hacia mis padres, luego de ayudarme a ponerme correctamente mi bufanda.

-Lisa nos matará si llegamos tarde - Rió Andy. 

-¿Tan apurados están?-Reí -Solo es mi cumpleaños - 

-Aquí vamos otra vez- Rió el rubio -¡Cumples treinta años! Tenemos que celebrarlo. A parte de eso, aún no festejamos que estás en tu último año de medicina- 

-Yaa, no me mates -Me carcajeé, antes de salir de casa para esperar que Aiden, Andy e Ivan lo hicieran también. 

Cerré la puerta con llave y pasé uno de mis brazos por los hombros de mi esposo para comenzar a avanzar por las ya frías calles que nos llevaban hasta la casa de la tía Lisa. 

Estaba feliz, pues la energía que el rubio tenía por festejar mi fiesta de cumpleaños se me había pegado bastante. Estos últimos años, cada cumpleaños y cada logro en mi vida, habían sido festejados por el chico que caminaba junto a mi. Y, a cambio, yo no lo festejaba como el, pero si lo llevaba a lugares donde sabía que podría sonreír y donde podríamos crear felices recuerdos juntos, o le demostraba mi alegría mediante actos de amor que solo el lograba comprender.  Gracias a ello, me había regalado miles de sonrisas que bastaban para hacerme la persona más feliz del planeta.   

-Aiden -Capté su atención.

-Dime amor -

-Sabes cuanto te amo, ¿no?- 

-Por supuesto que si- 

-Y...¿sabes cuan feliz me hace cada segundo que estás a mi lado?- 

-Cállate o voy a ponerme a llorar aquí -Rió. 

-Me gusta decírtelo-

-¿Qué cosa?-

-Que jamás voy a arrepentirme de haberme quedado en Nueva York a tu lado. Gracias a ti, puedo sonreír cada día- 

El rubio no dijo mas nada, pues ya habíamos llegado y si lo hacía, lloraría de la emoción, mas fui capaz de notar como sonreía ampliamente tras aquello que le había dicho.

Bajé mi brazo y lo estiré para tocar el timbre de la casa de la tía Lisa, antes de oír algunas cosas dentro y luego ver como la entrada se abría de golpe, permitiéndome apreciar que no había nadie allí. 

Enarqué una ceja y tanto Aiden como yo, entramos, siendo recibidos por una lluvia de confeti.

-¡¡¡Feliz cumpleaños!!!- Oí decir a aquellas ocho voces que ya tan bien tenía grabadas en mi memoria. 

Reí sonoramente y comencé a saludar a todos, a la tía, a Gael, a Hayley, a Adeline, a su novio, de ya varios años, Lion, a Joseph, su hija y al tío Bas por último. Mis padres entraron y, ahora ellos eran recibidos cálidamente por todos, al mismo tiempo que sentía como una mano se enlazaba con la mía. 

-Gracias a ti por haberme dado la oportunidad de hacerte feliz, Amery -Susurró aquel chico de cabellos dorados como el sol y ojos azules como el mar. 

Presioné levemente su mano y asentí con la alegría brotando de mi corazón al momento en que aquellas pulseras con una fecha tan importante, producían un leve tintineo tras chocarse la una a la otra.

Mundos Paralelos 4: "Cristales Rotos" (LGBT)Where stories live. Discover now