Capítulo 6. Love & Hate

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Esa misma noche...

Natalia siente su propio corazón en los oídos, no alcanza a escuchar nada más que ese barullo atronador, baja la mirada hacía el suelo empedrado para intentar no caerse desde encima de aquellos enormes tacones que ahora le parecían una mala elección. Y hablando de malas elecciones, la morena levanta la vista para contemplar a quien la acompaña.

Alba ha entrelazado sus dedos con los de ella y camina tranquilamente hacia un portal cercano, se gira para mirar a Natalia y al ver el miedo en su cara, esboza una sonrisa. El viaje en ascensor lo hacen en silencio, Alba ha soltado la mano de la morena que está pegada a una de las esquinas del habitáculo sin decir nada. La rubia sonríe ante la visión de aquella diosa de metro ochenta, que hace unos minutos la intimidaba contra una pared, intentando esconderse en aquel espacio minúsculo. Sin decir nada, tira de la blusa que lleva puesta, sacándola de debajo de la minifalda y empieza a desabrochar los botones de abajo a arriba.

Natalia no puede evitar levantar la vista del suelo y llevarla a las manos de su acompañante, que está allí, delante de ella, empezando a desnudarse. Tras los dos primeros botones, la morena alcanza a ver la piel de Alba, su ombligo, y después de otros dos puede ver su sujetador...

- Ven aquí, Mudito – sonríe la rubia tirando de una de las correas de la chupa de Natalia, a la que no le queda más remedio que acercarse, quedando a escasos centímetros de ella.

Alba sonríe y se muerde el labio inferior mientras levanta la mirada para encontrarse con los ojos de su acompañante, que respira con dificultad. Levanta su mano y acaricia la nuca de Natalia, acercándola a su boca.

Justo cuando la morena está dispuesta a eliminar el espacio entre ellas, el ascensor llega a su destino y la rubia sale de él, marcha atrás, sin dejar que Natalia alcance su objetivo, pero sin soltar su chaqueta.

Los metros que restan hasta la puerta de la casa los salvan a duras penas, Alba intenta sacar las llaves del abrigo con una mano mientras que, con la otra, tira del cuello de Natalia, manteniendo su frente pegada a la de ella. La morena en cambio, intenta alcanzar su boca, sin éxito, ya que la rubia es más rápida y se defiende de todos sus ataques.

Tras unos segundos de forcejeo, Natalia escucha por fin como se cierra la puerta, Alba le quita el bolso de la mano y lo deja caer en el suelo junto a sus llaves. Puede notar su aliento sobre sus labios, pero sigue sin permitirle alcanzarlos, lo que la está volviendo loca por momentos. Siente las manos de la rubia sobre sus hombros, quitándole la chaqueta, que también cae al suelo. Natalia hace lo propio con el abrigo de Alba y ésta, por fin, le deja alcanzar su objetivo... esos labios.

La morena siente esa lengua luchando contra la suya, en una batalla en la que no está dispuesta a dejarse ganar. Sus manos se aferran a la cintura de la rubia, intentando atraerla hacia ella, ahora puede notar su piel hirviendo entre los dedos gracias a que lleva la blusa abierta. En un acto inconsciente, clava las uñas en su tripa, provocando que un gemido se escape de la boca de Alba, que responde lanzándose a morder uno de los labios de Natalia. La morena siente un escalofrío y se separa asustada, llevándose la mano a la boca, buscando la herida.

- No tienes nada, blandengue – le dice, otra vez con esa sonrisa que podría partir a alguien por la mitad. Y justo después la empuja, provocándole que caiga en algo que parece un chaise longue.

Natalia sigue el recorrido de las manos de Alba, que bajan despacio la cremallera de su minifalda, dejándola caer al suelo. El mismo camino que sigue su blusa, tras deslizarse lentamente por su cuerpo. La rubia se arrodilla entre las piernas de la morena, que permanece sentada en el sillón, sin conseguir moverse, alcanza su ropa con una mano y la atrae hacia ella. Su lengua recorre tortuosamente su cuello, haciendo dibujos en él, mientras que, con la otra mano, desliza lentamente la cremallera del vestido que lleva puesto la morena.

Y justo en el momento en que Alba le saca el vestido y se sienta sobre ella, Natalia es consciente de lo que está pasando. Siente la lengua de la rubia cerca de su oreja, sus dientes arañando su piel, sus manos sobre su tripa provocando escalofríos. Es consciente de sus propias manos agarrando con fuerza el culo de Alba y atrayéndolo hacia su cuerpo, de los gemidos que se escapan de su garganta sin que pueda hacer nada por evitarlo. Está perdiendo totalmente el control...

- ¡Para! – dice Natalia, intentando alejarse del cuerpo de la rubia.

Ésta se separa un poco y la mira a los ojos, buscando una explicación. Al no escuchar ninguna queja, vuelve sobre el cuello de la morena, que habla de nuevo.

- No, no, no... para... yo... no puedo hacer esto – balbucea Natalia mientras coge a Alba en peso y la deja en el sofá.

- Vamos, Mudito, no parecías estar sufriendo hace un momento – contesta la rubia con una sonrisa mientras deja uno de los codos sobre el reposacabezas y apoya su barbilla sobre ese brazo.

- Yo... lo siento... no puedo – la morena, nerviosa, busca su ropa por el suelo, levantándose del sofá.

Alba, que empieza a ver la ansiedad de su acompañante, se pone de pie, a su lado y la coge del brazo.

- ¡Te he dicho que no! – protesta Natalia, liberándose del agarre.

La rubia, que intentaba darle su vestido, retrocede un par de pasos con las manos en alto y una sonrisa. Natalia recorre su cuerpo despacio, parece tan inofensiva, allí quieta, en ropa interior, siempre sonriendo.

- Perdona, lo siento mucho – se disculpa mientras se toca el pelo, nerviosa – no quería gritarte.

- No te preocupes – contesta la rubia tendiéndole el vestido.

Cuando Natalia alarga su mano para alcanzar la prenda, Alba la retira rápidamente y da un paso al frente, quedando a unos centímetros de su cara.

- Quédate a dormir – le susurra, mirándola a los ojos mientras sonríe.

- Yo no suelo dormir... - Natalia recorre su cuerpo despacio, nunca se había parado a apreciar la belleza en una chica, pero podía decir sin miedo a equivocarse que Alba era preciosa – yo no...

- Sólo dormir, de verdad, prometo quitarme esto y ponerme un pijama enorme de cuadros escoceses – ofrece la rubia viendo el repaso que le está dando la otra.

- Yo... - susurra Natalia quien no reconoce a esa especie de gatito de peluche que ahora tiene delante.

- Quédate conmigo – vuelve a pedir Alba, ahora más seria – no quiero que salgas corriendo y no volver a verte.

Y dicho esto, alcanza una de las manos de Natalia, entrelaza sus dedos con ella y la lleva despacio hasta su habitación sin ésta consiga articular una sola palabra.

INSOMNIUM | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora