Capítulo 70. Home

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El ambiente cargado de la discoteca y la cantidad de gente que había dentro hacía casi imposible respirar allí, el calor del cuerpo de Natalia pegado al suyo, sus manos acariciándola despacio mientras bailaban y los recorridos esporádicos de sus labios torturando su cuello, tenían a Alba fuera de sí. La pequeña siente el efecto de las cervezas subiendo a su cabeza a una velocidad de miedo mientras que miles de descargas eléctricas recorren el resto de su cuerpo.

- Nat, me... me estoy mareando... - el susurro junto a su oreja hace que la navarra se separe para buscar sus ojos.

- ¿Mareada? – pregunta agarrándola más fuerte.

- Hace... hace calor... - se queja en voz baja, cerrando los ojos.

- ¿Calor?, Alba, está el aire a tope – contesta la otra – vamos al baño.

Sin decir más, la morena la rodea por la cintura y la arrastra hasta los servicios, en los que entran casi sin tener que esperar. Casi todos los lavabos están libres y Natalia apoya a la pequeña en uno de ellos, abriendo el grifo y refrescándole la nuca y las muñecas.

- ¿Te encuentras mejor? – pregunta preocupada.

- Sí, no sé qué me ha pasado... - responde la rubia despacio – estabas... estabas demasiado cerca.

- ¿Demasiado cerca? – la confusión se apodera del rostro de la navarra.

- Demasiado cerca... demasiado tiempo... sin... - los ojos de la valenciana señalan la entrepierna de la otra – Deben de habérseme fundido los plomos.

El último comentario provoca las risas de Natalia, que no deja de humedecer el cuello de la pequeña.

- ¿Crees que no estoy igual? – pregunta divertida – pero si nos vamos ahora, nos van a crucificar...

- Lo sé – los ojos de Alba se han desviado hace un rato a los labios de la más alta y no puede apartar la vista de ellos.

- Aquí nos conocimos... - intenta distraer su atención la otra - ¿te acuerdas?, aquí me asaltaste.

Ambas se miran sonriendo hasta que el ruido de la puerta de uno de los aseos abriéndose de golpe las saca de su burbuja. Un par de chicas, terminando de abrocharse los pantalones, salen del servicio entre risas y tras saludarlas con la mano y hacer un gesto de disculpa, salen del baño cogidas de la mano.

- Ese era mi plan para aquel día – confiesa Alba, señalando la puerta por la que acaba de salir la pareja.

- ¿En serio? – pregunta la otra escandalizada.

- Desde que te vi en la pista – contesta la rubia con una sonrisa seductora.

- Me viste en la pista... - repite la otra que aún no lo asimila.

- ¿Cómo no verte con esa cara que tienes? – los nervios de la morena, divierten a la pequeña, que levanta una de sus manos para acariciarle la cara.

- Siento... siento haberme cargado tu plan aquella noche... - se disculpa Natalia, que ahora es quien se pierde en los labios de la otra.

- Arréglalo ahora... - la mano de la pequeña viaja hasta la costura del pantalón de la morena, del que tira hasta llevarla al aseo que se ha quedado libre.

Cinco minutos después siguen encerradas en el baño, la navarra tiene la camisa completamente desabrochada y las manos de la rubia recorren su abdomen en el que deja marcadas sus uñas. Mientras tanto, los dedos de la Natalia, agarran con suavidad el pelo de la otra y le inclinan la cabeza para tener mejor acceso a su boca y a su cuello.

- No puedo... no puedo más – gime Alba, intentando bajar la voz, mientras lleva sus manos a los botones del pantalón de la morena y empieza a desabrocharlo.

INSOMNIUM | AlbaliaWhere stories live. Discover now