Capítulo 37. Maldita Dulzura

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Cinco días después, miércoles, 15:47h.

Los últimos días habían sido un caos para Alba, a pesar de haberse prometido no bajar la guardia con la morena, lo había hecho... lo había hecho y le había explotado en la cara. Desde que conoció a Natalia había tenido la sensación de ir siempre un paso por delante, pero haber ido al hospital aquella mañana para verla irse con su novio no es algo que hubiese previsto de ninguna manera.

Aquello la había hecho más consciente de su realidad, tenía que mantener la cabeza fría. Llevaba desde aquel día intentando decidir la forma correcta de cortar el contacto con la morena, a la que contestaba con monosílabos desde entonces.

Alguien golpeando la puerta de su despacho la saca de sus pensamientos, así que baja los pies del escritorio y deja allí los informes que tenía sobre las piernas:

- Adelante – dice, usando su voz más profesional.

La puerta se abre despacio, pero sólo un poco, y una bolsa aceitosa de comida para llevar aparece por la ranura.

- Seas quien seas, sí quiero – contesta entre risas.

- ¿Estás segura de eso? – el resto de la puerta se abre y aparece Natalia, riendo a carcajadas.

Al ver a la morena, Alba se pone en pie rápidamente y piensa: "me cago en mi puto karma". Tras unos segundos en silencio, agarra lo primero que encuentra en el escritorio y se lo lanza.

- ¡Idiota! – protesta.

- ¡Madre mía, qué puntería! – ríe la más alta, recogiendo del suelo la goma, que ha dado en el quicio de la puerta – menos mal que la medicina se te da algo mejor.

- ¡¿Algo mejor?! – Alba hace el amago de coger otra cosa de la mesa.

- ¡No, no, no, no!, vengo en son de paz – dice la morena, levantando las manos – Traigo comida.

- Vale – contesta la otra – pero sólo porque me muero de hambre.

Natalia cierra despacio la puerta y deja la bolsa sobre la mesa, sacando de ella una caja de cartón con una hamburguesa, una bolsita con patatas fritas y un refresco.

- ¡Oh, Dios! – exclama la rubia sin quitar los ojos de la comida – no sabía cuánto necesitaba esto...

- Me encanta que te alegres tanto de verme – dice la otra, guiñándole un ojo.

- Qué tonta... - responde sacando la hamburguesa de la caja - ¡bacon y queso!, ¡qué maravilla!

- ¿Tienes algo que hacer hoy?, ¿a qué hora sales? – pregunta la morena.

De pronto, Alba es consciente de lo que implica la presencia de Natalia allí y la felicidad, producida en parte por la imagen de su escritorio lleno de comida, da paso a los recuerdos de aquella mañana en el hospital, que la hacen volver a ponerse seria.

- Yo... ehm... salgo tarde, tengo que terminar unas cosas... me darán aquí las ocho, por lo menos – contesta, inventando una excusa.

- Perfecto, si no tienes nada que hacer, no tengo prisa.

Dicho esto, la morena saca unos informes de su mochila, junto a un bolígrafo y se sienta en un sillón a trabajar. Alba, que no ha dejado de mirarla con la boca abierta, entiende que no tiene nada que hacer y se sienta a comer, algo confusa.

Aunque tras el almuerzo, la rubia intenta volver al trabajo, la imagen de Natalia, sentada en su despacho, la distrae. No tarda ni una hora en dar por terminada la jornada, y pedirle a la morena que saliesen de allí.

INSOMNIUM | AlbaliaWhere stories live. Discover now