Capítulo 87. Angel

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Tres semanas después, viernes, 20:49h.

- ¡Nat! – la llama Sabela desde el baño - ¿vas a salir esta noche?

- ¿Salir?, ¿pero no íbamos a...? – al llegar a la puerta del servicio y ver a su amiga terminando de maquillarse, se queda callada.

- Íbamos a ver una peli tú y yo porque Chus está de viaje, lo sé, pero es que... - la gallega se queda un momento pensando en una excusa – me han invitado a cenar a última hora y no he podido decir que no, es un asunto de vida o muerte.

- Pero, ¿está todo bien?, ¿puedo ayudarte con algo? – pregunta algo preocupada.

- No, no, quiero decir, que está todo bien... - aunque sabe que va empeorando la cosa conforme va hablando, parece que una fuerza irrefrenable le impide parar de hacerlo - ... es... es Julia.

- ¿Julia?, ¿la amiga de Alba?, ¿ha pasado algo? – la forma de su amiga de evitar su mirada la preocupa aún más.

- ¡No!... bueno... sí... que... - consciente de que se le está yendo la situación de las manos y que se le está echando el tiempo encima, busca una salida rápida – Que nos liamos el otro día y ahora está muy confundida, por eso tengo que irme ya, está... muy nerviosa.

- ¡Vamos, no me jodas! – se ríe por fin la navarra – anda, vete, ya hablaremos de esto.

- ¡Genial!, sí, mañana mismo hablamos – contesta la otra que por fin ve su oportunidad de salir huyendo – ¡Pásalo bien!

Casi sin que tenga tiempo de despedirse de ella, Sabela sale del baño, coge un abrigo del perchero y sale corriendo por la puerta. Natalia, que ya tenía listo el bol de palomitas y una película preparada en la televisión del salón decide aprovechar aquella oportunidad de disfrutar de la soledad que se le presenta por primera vez en semanas.

Sabela y Chus la trataban como a una más en la casa y en ningún momento le habían hecho sentir como si tuviese que irse de allí, pero era verdad que aquello de "compartir" piso con la pareja se le estaba haciendo un poco cuesta arriba, a pesar de no pasar casi tiempo en la casa.

Desde el día que visitó a Alba en el hospital las cosas se habían precipitado un poco, aquella noche la había pasado con ella en la sala de descanso del departamento, en la que prácticamente no fueron interrumpidas más que en un par de ocasiones. No había pasado nada más allá de tres o cuatro besos y un par de momentos de calentón, que ahogaron entre caricias, el resto de la noche lo habían pasado abrazadas en uno de los sofás mientras escuchaban música.

Intentando ser discreta, Natalia se había fijado en las manos de la pequeña, en la que, en esta ocasión, no vio brillar el anillo, ¿qué había pasado?, ¿acaso la rubia se estaba echando atrás? Aquello la tuvo preocupada durante un rato, hasta que Alba, mientras jugaba a recorrer despacio uno de sus brazos con la yema de los dedos, había susurrado algo, que casi fue inaudible:

- Dios, eres perfecta – mirando distraída el recorrido de su mano.

- No, no lo soy – le contesta ella de vuelta, dejándole un beso en el pelo aprovechando que estaba.

- Quieres... quieres... ¿trabajas mañana? – el cambio rápido de tema llama la atención de la morena.

- Tengo que ir un par de horas por la tarde, pero es sólo a visitar personalmente a una paciente – explica disfrutando de las caricias de la pequeña con los ojos cerrados.

- ¿Sólo a una paciente? – pregunta divertida - ¿y qué tiene esa paciente para que te desplaces hasta allí sólo para verla?

- Pues se llama Nerea, tiene 8 años y después de tres operaciones a corazón abierto, la primera cuando tenía apenas 6 meses de vida, la vamos a mandar a casa con el alta definitiva – explica orgullosa.

INSOMNIUM | AlbaliaWhere stories live. Discover now