Capítulo 74. I Don't Want To Be A Bride

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Unos días después, sábado, 20:37h.

El timbre de la puerta suena compulsivamente y Alba tiene que salir corriendo del baño, tapándose a duras penas con una toalla mientras va dejando un rastro de agua por todo el pasillo.

- Un momento, un momento, ya voy – protesta la pequeña, que al abrir la puerta se encuentra con Natalia enfundada en un abrigo largo cargada con una bolsa de comida para llevar y una botella de vino en la otra mano - ¿dónde están tus llaves?

- En el bolsillo – contesta la morena con una sonrisa sin moverse de la puerta.

- ¿Y por qué no has entrado? – pregunta la otra.

- ¿Te recuerdo lo que pasó la última vez que pasé sin llamar? – contesta entre risas.

- Joder, fue solo una vez – protesta – me asusté porque eres un puto puma y no te escuché entrar.

- Pues por eso, estoy intentando ahorrarme lo de tener que reanimarte – la morena tiende la mano, en la que lleva la botella, mientras da un lento repaso al cuerpo de la otra, que está goteando aún en el suelo de la entrada - ¿no me invitas a pasar?

- Pues no sé si quiero, la verdad – responde la rubia.

- No llevo nada debajo del abrigo – susurra levantando las cejas de forma insinuante.

- Vale – Alba le contesta tan rápido que no puede evitar estallar en carcajadas.

Tras enfundarse ambas en ropa cómoda, o lo que venía siendo una camiseta grande cada una, se sientan en el sofá a comer comida china mientras ven, por décimo tercera vez, "Pretty Woman". Aunque ambas están pendientes de la película, de la que podrían casi recitar los diálogos, la morena puede ver a la pequeña girándose varias veces en su dirección. Intentando no presionarla, pero sabiendo que hay algo que le ronda la cabeza, la navarra sigue mirando la película distraída.

- Nat – la llama la rubia sin ni siquiera girarse para mirarla, aprovechando uno de los momentos de la película en los que no había diálogos.

- ¿Sí? – la otra responde de la misma forma, intentando no intimidarla.

- Mi madre y mi hermana se lo pasaron genial contigo el otro día – explica la pequeña.

- Y yo con ellas, son un encanto – responde sin dar más importancia al tema.

- La cosa es que... puede ser que Marina sea una bocazas y se lo haya comentado a mi padre – hace una pausa dramática para ver si ha conseguido la atención de la otra que ahora la mira despreocupada – Y es probable que mi padre quiera venir a comer a casa algún día esta semana – cuenta, removiendo sin sentido con los palillos, la comida que le queda en el recipiente.

- Genial, ¿no? – contesta la morena, que empieza a intuir que es probable que Alba no quiera que, en el caso de su padre, el hombre sepa que comparte piso con ella.

Justo cuando Natalia está a punto de ofrecerle, irse a pasar unos días a su antigua casa para que ella pueda disponer de la suya ese día, la rubia se le adelanta:

- ¿Querrías venir a comer un día con él? – la navarra casi puede escuchar como Alba está conteniendo la respiración.

- Claro – la respuesta ha sido rápida, corta y despreocupada, bastante lejos de la reacción que esperaba la valenciana, que respira aliviada.

- Vale – contesta, sin aún creérselo del todo, una cosa eran su madre y su hermana y otra muy diferente era Miguel Ángel Martínez, al que por sistema, no le gustaba nadie que estuviese demasiado cerca de su hija.

INSOMNIUM | AlbaliaWhere stories live. Discover now