Capítulo 48. Canon

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5 días después, sábado, 17:25h.

A pesar de que la tradición mandaba que la novia debía retrasarse el día de la boda, Natalia incluso había llegado a la iglesia 5 minutos antes de la hora establecida para el comienzo, por lo que su padre la hizo esperar dentro del coche.

- Estás preciosa, cielo – le dice Mikel, acariciándole la mano y haciendo que ella, no muy acostumbrada a sus muestras de cariño, abra los ojos como platos.

- Eh... gracias, papa – contesta, mostrándole una sonrisa nerviosa.

- Miki es el hombre más afortunado del mundo – le sonríe él.

- Bueno, espero que él piense lo mismo – responde ella algo tensa.

Desde que habían coincidido aquel día en casa de sus padres, Miki y Natalia se habían visto todos los días. Ella intentaba ahogar su tristeza en el ánimo incombustible del chico, que dedicaba todo su tiempo a cuidarla e intentar hacerla sonreír.

Había encontrado cierto alivio en sus brazos y en sus detalles, y, aunque cualquier otra persona lo habría anotado en la columna de los "contras", Natalia tomaba como algo positivo el hecho de que bajo el tacto del chico, si piel no ardiese. Tenía la imperiosa necesidad de sacar a aquella mujer de su cabeza, y alejar de ella todo lo que pudiese recordársela, eso incluía las caricias que duraban horas, los besos que dejan sin aliento y las ganas de morirse abrazada al cuerpo de alguien.

Cuando en una comida familiar, a la que había acudido con Miki, su madre había preguntado si debía cancelar el convite, Natalia había sentido la mano de su "novio" agarrando la suya, y había respondido tras unos segundos de silencio:

- Bueno... no... déjalo como esta.

La respuesta había provocado los gritos y saltos de alegría de sus padres y una enorme sonrisa en la cara del chico, que se había enterado de su decisión a la vez que ellos. No es que se muriese de ganas de casarse, pero estaba claro que parecía lo más correcto para todos.

Y allí estaba ahora, en la puerta de la iglesia, el día de su boda, esperando a que pasasen los minutos para dar a todo el mundo tiempo a sentarse. Había estado preparándose para el encuentro con Alba, mentalizándose para entrar a la iglesia y encontrársela sentada junto a su hermano Santi, en la zona reservada para sus familiares. La simple idea de ver aquella imagen le quitaba las ganas de acudir a su propia boda.

- ¿Estás preparada? – pregunta su padre, sacándola de sus pensamientos, mientras le ofrece su mano.

- No – responde ella sin pensar – ... pero ya es tarde para salir corriendo, ¿no?

Aunque su hija le muestra una sonrisa mientras lo dice, Mikel Lacunza puede ver el miedo en sus ojos.

- En realidad... este sería el momento de correr, si lo necesitases – contesta él un poco más serio.

- No, yo... - Natalia no sabe si está de broma o su padre está ofreciéndole realmente la posibilidad de huir de allí – estoy bien, papá... es que hace mucho calor en el coche... ¿salimos?

El espacio reducido de aquel vehículo le impedía respirar con normalidad, pero si la morena se esperaba que eso mejorase al entrar a la iglesia, se equivocaba. El esfuerzo de sus padres y sus suegros por invitar a, prácticamente, todas las personas que se cruzaban por la calle había surtido efecto y aquel edificio enorme estaba a rebosar de gente.

INSOMNIUM | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora