Capítulo 88. Suspicious Minds

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Ese mismo día...

- Tenemos... tenemos que hablar...

- ¿Qué pasa?, ¿está todo bien? - pregunta preocupada.

- Tu madre... - empieza la pequeña.

- ¿Qué ha... qué te ha hecho ahora? - Natalia se acerca a ella y la coge de la mano.

- Mira – contesta sacando un papel del bolsillo y ofreciéndoselo.

Natalia, confusa por el hecho de que la rubia no le estuviese explicando nada, se pone aún más nerviosa y busca su mirada para intentar averiguar lo que estaba pasando, pero aquellos ojos estaban aún más perdidos que ella.

- ¿Puedo... puedo pasar? - pregunta tímidamente Alba – que también podemos quedarnos en la puerta si quieres...

- ¡No! - aquella negativa sale de su boca mucho más alto de lo que pretendía – sí que quiero, perdona, pasa.

La navarra alarga una de sus manos para agarrar una de las de la pequeña y acompañarla al interior de la vivienda, en cuanto cierra la puerta. Miles de pensamientos se agolpan en su cabeza, siempre que había previsto las posibles ideas rocambolescas de su madre para martirizar a Alba, había acabado fallando estrepitosamente en todos los pronósticos. Aquella mujer siempre acababa sorprendiéndola, ideando una nueva maldad para la que ella no había previsto una solución o una forma de proteger a la rubia.

Durante aquel paseo hasta el salón, que se le hace eterno, Natalia siente cierta paz al notar como los dedos de la rubia, entrelazados con los suyos, se mueven ligeramente, dejando pequeñas caricias en el dorso de su mano.

Tan pronto como llegan a su destino, la navarra le ofrece asiento a Alba, señalándole el sofá, del que quita rápidamente la manta con la que estaba tapada hasta hacía unos segundos, lanzándola a una butaca que está colocada en una esquina. Cuando la rubia se sienta, Natalia hace lo mismo en el sitio de al lado, cerca como para poder tocarla, pero sin llegar a hacerlo, por lo menos, no más allá que un leve roce de sus rodillas, en el que ambas confían para mantener la calma.

- Yo... - la morena vuelve a poner de pie de repente - ¿quieres beber algo?

- ¿Tenéis cerveza en la nevera? - pregunta sonriendo al ver el nerviosismo de la otra.

- Claro - casi no ha terminado de contestar cuando sale corriendo camino de la cocina, volviendo a aparecer en menos de un minuto con dos cervezas.

Tras ofrecer uno de los botellines a Alba, da un enorme y relajado trago del que permanece en su mano, quizás agarrándolo con más fuerza de la necesaria, debido a los nervios.

- ¿Has cenado?, ¿quieres que te prepare algo? - pregunta de nuevo, volviendo a ponerse en pie.

- ¡Nat! - protesta la otra entre risas - siéntate, por favor, que estoy bien.

- Perdón - dice sentándose rápidamente y volviendo a coger el papel que le ha ofrecido Alba al entrar - Quieres... quieres que lea esto, ¿no?

- Sí... - contesta con media sonrisa intentando mostrarle cierta tranquilidad a la morena, que abre un par de veces el papel para luego volver a cerrarlo.

- ¿Sabes?, tengo un pánico terrible a que mi madre haya conseguido que alguien te ofrezca el trabajo de tu vida en Myanmar o algún sitio así - confiesa buscando la mirada de la rubia mientras dobla de nuevo el folio.

- ¿Myanmar? - pregunta extrañada sin poder evitar sonreír por aquella confesión.

- Birmania, entre la India y Tailandia - explica como si estuviese recitando una enciclopedia, justo antes de confesar - Tolero fatal la comida muy picante, me preocupa padecer "culo de fuego" el resto de mi vida.

INSOMNIUM | AlbaliaWhere stories live. Discover now