Capítulo 83. No Me Despedí

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Un mes y medio después, sábado, 10:25h.

Tener a María delante, gritándole de aquella forma impedía que Alba pudiese ni siquiera pensar; el volumen de sus gritos y el eco de aquella habitación prácticamente sin muebles, era lo que cualquiera hubiese considerado como una tortura. A pesar de las negativas de la pequeña, una y otra vez, la psiquiatra la seguía buscando y encarándola por los pasillos del hospital, increpándole su comportamiento aberrante, según ella, y ya sin tener en cuenta quien las pudiese ver o escuchar.

Aquello se les había ido de las manos y la rubia ya no sabía cómo controlarlo, incluso había corrido por los pasillos del hospital, intentando esquivar a su jefa que, por una cosa o por otra, siempre acababa alcanzándola.

- ¡¿Hasta cuándo vas a seguir con esta farsa, Alba?! ¡¿cuándo vas a dejar tranquila a mi hija?! - le gritaba la mujer en ese momento.

- María, yo, te prometo que... - intenta explicarse la rubia que es interrumpida por el cuerpo de la mujer, acorralándola contra una pared.

- Alba... - ahora su nombre sale de aquellos labios como un susurro, y siente una de aquellas manos recorriendo el interior de su muslo.

- No... no... - protesta ella incapaz de librarse del agarre.

Cogiendo aire como si llevase media vida sin hacerlo, la rubia arquea la espalda, despertándose de golpe en su propia cama y tiene que cerrar los ojos de nuevo para controlar la respiración y el pulso desbocado.

- Joder... - susurra, aún sin creerse que aquello era un sueño.

Cuando parece que empieza a controlar la situación, tiene la sensación de que aquella mano está de nuevo recorriendo su muslo, la única diferencia es que ahora su cuerpo responde provocándole una especie de descarga eléctrica que acaba en su entrepierna. Alba busca a su lado en la cama, pero no encuentra a quien espera, está a punto de levantar la sábana con la que está tapada cuando siente una suave lengua recorriendo su parte más sensible.

- ¡Dios! - gime y, sin poder evitarlo, lleva sus manos a aquel punto, tirando del pelo de Natalia para conseguir recuperar el control.

Como venganza por aquella interrupción, la navarra la agarra por una de las muñecas y lo que se lleva ahora a la boca es uno de los dedos de la rubia, succionándolo con toda la tranquilidad del mundo.

- Nat, no... - el intento de protesta de la pequeña se ve interrumpido por unos dedos entrando en su interior - ¡Nat!

El cuerpo de Alba ha dejado de responderle y ahora se arquea, buscando una postura más cómoda, mientras la boca de la morena vuelve a su objetivo inicial, deteniéndose en cada pequeño detalle de aquello que la volvía loca. La lengua de Natalia se ha convertido en el instrumento de tortura más perfeccionado en el que la rubia pueda pensar, la maestría con la que se mueve, maltratando su piel, es peor que cualquiera de las correas con las que Alba hubiese jugado nunca, manteniéndola inmóvil u obligándola a moverse a su antojo.

Cuando siente que la pequeña está a punto de explotar, Natalia acelera el ritmo, casi fundiéndose con su piel, al ritmo que le marca quien ahora está jadeando su nombre.

- Nat... Nat... - aunque intenta controlarlo todo lo posible, finalmente el orgasmo se hace dueño del cuerpo de Alba, que necesita agarrarse a la sábana para mantener a raya los espasmos de su cuerpo.

Muy despacio, Natalia abandona su posición, acariciando el cuerpo de la rubia y moviéndolo suavemente hasta colocarla de lado y tumbarse pegada a su espalda. Las manos de la navarra se deslizan con tranquilidad, acariciando el cuerpo de Alba, empezando en el cuello en el que deja varios besos y pequeños mordiscos, para seguir recorriendo sus brazos, su tripa y sus muslos, que separa ligeramente, con delicadeza.

INSOMNIUM | AlbaliaWhere stories live. Discover now