Capítulo 65. Run Away Together

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Esa misma noche, viernes...

Si le hubiesen preguntado a Alba en ese momento, habría dicho que aquel era el viaje en ascensor más lento que había hecho en su vida. Los nervios iban apoderándose de ella conforme iba viendo los números aumentar en el panel de aquel cacharro y sin darse cuenta, estaba apretando la mano de Natalia tan fuerte que sus dedos eran de un anormal color rojo.

La morena sonríe ante la visión de ese manojo de nervios que el primer día le pareció una perfecta mantis religiosa, y que ahora, se lanza fuera del ascensor tan rápido como se abren las puertas. Intentado relajar la situación, la navarra se gira y toma a la pequeña por la barbilla, para volver a besarla despacio, sin que esta tenga tiempo de abrir la puerta de la casa.

Aunque al principio, la rubia parece responder tranquila, tras unos segundos, Natalia puede sentirla temblando entre sus brazos.

"Joder, joder, ¿pero qué me pasa?", Alba le regaña a su cuerpo que parece no responderle, lo que la pone aún más tensa.

La morena se retira para mirarla a los ojos, que ahora parecen asustados y confusos. Está segura de no haber visto nunca a aquella mujer tan perdida, y tras analizar las posibles consecuencias, se decide por lanzarse a su boca y devorarla con ansia.

Tarda unos segundos en reaccionar, pero Alba se agarra a su cintura, devolviéndole el beso con la misma necesidad. Los dedos de Natalia se enredan en su pelo y tiran de él buscando más acceso y justo en ese momento, la morena puede sentir a la pequeña gimiendo contra su boca, mientras araña su piel por debajo de la chaqueta, ahora ya sin temblores ni miedos.

"Es eso... esto es su zona de confort", piensa la navarra, que ahora puede disfrutar de las caricias de Alba bajo su ropa.

Quitándole las llaves de las manos, Natalia lleva las suyas al culo de la rubia y, con un leve esfuerzo, la levanta del suelo. La pequeña responde, enroscando las piernas en su cintura y enterrándose en su cuello, que empieza a morder tan pronto como lo alcanza.

- No me dejes marcas... - consigue decir la más alta entre jadeos mientras lucha por acertar a meter la llave en la cerradura.

- Eres mía, puedo hacer lo que quiera – susurra la otra justo antes de recorrerle la oreja con la lengua.

- Dios... - gime Natalia mientras empuja la puerta de la casa para entrar intentando mantenerse en pie.

Unos minutos después la morena deja a Alba recostada en el sofá y, mientras le responde a los besos con ansiedad, lucha por librarse de los tacones y los vaqueros de la rubia, que la mantiene pegada a ella, agarrándola por el cuello con una mano. Usa la otra para desabrochar su propio pantalón, haciéndole el trabajo más fácil. Cuando la pequeña ya está desnuda de cintura para abajo, los esfuerzos de las dos se dirigen al traje de Natalia, cuyo pantalón y ropa interior no tardan mucho en salir volando por la habitación.

Alba se distrae un momento intentando desabrochar los botones de la chaqueta y la morena aprovecha para abrirle las piernas y tumbarse sobre ella.

- Joder... - susurra la pequeña, al sentir a aquella mujer empapada, empezar a moverse sobre ella – Nat...

Mientras la rubia la agarra por el cuello para ahogar los jadeos en su boca, Natalia se levanta ligeramente y le acaricia las piernas hasta que, con un suave movimiento, se las coloca sobre los hombros. Aquel gesto, que deja a Alba totalmente desprotegida, provoca el gemido de ambas cuando la morena vuelve a echarse sobre ella.

No hay nada más, no existe nada más en el mundo que aquella mujer perfecta moviéndose sobre su cuerpo; un ejército podría estar desfilando en ese preciso instante por su salón que nada la habría hecho soltar aquellos labios que parecían devolverle el oxígeno después de meses sin probarlo.

INSOMNIUM | AlbaliaWhere stories live. Discover now