Capítulo 28. Let It Go

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Unos días después, lunes, 20:32h.

- Joder, Natalia, ¿me puedes explicar por qué te pones así? – protesta Miki.

- ¿A ti te parece normal avisarme ahora de que te vas el viernes? – se queja la morena – Sabes que me cuesta un mundo conseguir un fin de semana libre, hace un mes que no tengo uno y vas y te preparas un viaje con tus amigos para ir a ver un partido de fútbol.

- Vamos, nena, es un partido importante – explica él.

- Ni nena ni ostias, joder, el último fin de semana que descansé tampoco estabas.

El recuerdo del domingo que pasó con Alba, golpea de nuevo a Natalia. Lleva unos días tensa y no se puede sacar de la cabeza la imagen de la rubia con la profesora de baile.

- Pues vente con nosotros – propone él, que no sabe qué hacer.

- ¿Qué voy a hacer yo en Oporto con cuatro tíos, Miki? – pregunta ella indignada.

- Pues... no sé... – es lo único que alcanza a decir el chico.

- Mira, déjalo, me voy a dar una vuelta, no me esperes despierto – contesta ella.

Las últimas ocasiones en las que había discutido con Miki y había salido corriendo de casa, Natalia había acabado en brazos de quién ahora se le antojaba como la mayor de sus pesadillas. Aquella cría mentirosa que la había confundido tanto que había acabado traicionándose a sí misma. Esta vez lo haría bien, iría a un sitio seguro con alguien que supiese calmar su mal carácter.

Una hora más tarde, Natalia entra en el hospital en el que trabajaba su madre y, saludando a un par de colegas de ésta, que la conocían desde que iba en pañales, se dirige camino de su despacho. La puerta está cerrada así que pega antes de entrar.

- ¿Se puede? – pregunta asomando la cabeza.

- Natalia, hija, pasa, ya estábamos terminando – contesta María.

Al abrir completamente la puerta para pasar, la morena se encuentra de frente con Alba, que está recogiendo unos papeles de la mesa de su tutora.

- Alba... - dice confusa – perdona, no sabía que estabas aquí... no quería interrumpir.

- Nat, pasa, yo ya me iba – contesta la rubia, que recoge las últimas carpetas.

- Cuidado, cielo, Natalia odia que la llamen así – la avisa su madre – Y créeme, no quieres despertar a la bestia.

Los ojos de Alba, buscan confusa la respuesta en la cara de la morena, que la mira aún sin saber qué hacer.

- No es para tanto... - dice Natalia – Mamá, sólo venía para invitarte a cenar, pero puedo esperar fuera, no os preocupéis.

- Si ya habíamos terminado, ¿verdad, Alba? – pregunta la mayor – además, esta muchacha también necesita alimentarse, lleva aquí encerrada todo el día.

- Oh, no no no, no hace falta, de verdad, tengo que irme a casa – intenta excusarse Alba.

- No admito un no por respuesta, señorita – la tutora recoges un bolso y su móvil, y sale por la puerta, dejando a su hija aun sosteniendo el pomo.

- Puedo irme, si quieres – dice la morena cuando ya su madre no las escucha.

- Va a ser muy raro si te vas ahora – contesta la rubia algo seca – será rápido, no te preocupes.

- ¡Natalia, vamos en tu coche! – María ya está esperándolas en la puerta del ascensor.

El trayecto de bajada lo hacen en silencio, Natalia se mira los pies, Alba va leyendo uno de los informes y María escribe algo en el móvil.

INSOMNIUM | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora