Aunque había llegado a casa agotada, a Alba le había costado dormirse. En su cabeza se libraba una batalla entre el sentido común y la necesidad física. La nota de Natalia en su bolsillo lo había puesto todo del revés y, aunque en un primer momento se había planteado ir a verla, al final se había impuesto el instinto de autoconservación de la rubia.
"¿Cómo iba a ir a verla a su casa?, ¿y si aparecía el novio?, ¿y si aparecía la madre?", las cosas se podían haber complicado de mil formas distintas y, por eso, lo más sensato había sido no ir. Había intentado llamar a Natalia, le había escrito varios mensajes, pero nada, su móvil siempre aparecía "apagado o fuera de cobertura".
La mañana siguiente, las risas y los gritos de unos niños en un parque cercano, despiertan a la rubia, que decide salir de la cama y darse una ducha. Al volver a la habitación, ve la luz de su móvil parpadeando y se detiene a mirarlo... es un WhatsApp de María, invitándola a comer en su casa. Decide que está demasiado cansada para escribir y la llama por teléfono.
- ¿Qué pasa, perra?, ¿cómo terminó ayer la noche? – se interesa la madrileña.
- Pues me fui a casa y me acosté – cuenta la otra.
- ¿Sola? – pregunta confusa.
- Pues sí, creo que es lo mejor – explica Alba.
- ¿Lo mejor?, total, que la hija de la jefa pasó de ti – se carcajea.
- Me invitó a ir a su casa – contesta la valenciana.
- ¿Cómo?, ¿que te fuiste a su casa? – cotillea María.
- No, me invitó, pero no fui – explica.
- Pero vamos a ver, ¿a ti no te gustaba esa tía? – pregunta confusa – ¿ya no te vas a tirar ni a las que te ponen?, ¿por esa que te llevaste a casa?, vamos tía, tienes que superar eso.
- Mari, que la que estaba en casa esa mañana era Natalia – confiesa Alba.
- ¡¿QUÉ QUÉ?! – grita la otra – pero entonces... no entiendo nada.
- Tía, que vive con su novio, que su madre tiene llaves de su casa... me va el riesgo pero no soy una suicida – explica Alba entre risas.
- Eso me lo tienes que contar mejor, te vienes a comer, ¿no? – pregunta la madrileña.
- Pues... déjame que organice un poco por aquí y te llamo en un rato, ¿vale?
- Vale, pero no seas perra y vente – protesta la amiga, que le lanza un beso antes de colgar.
Alba lleva desde anoche sin saber nada de Natalia, que no ha contestado a ninguno de sus mensajes, aunque, al ver su conversación con ella comprueba que la morena los ha leído hace unos minutos.
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