Capítulo 39. The Blower's Daughter

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Esa misma noche...

- Mírame... que me mires, Natalia - ordena la rubia en el mismo tono.

De repente, coge una de las manos de la morena y se la lleva bajo el vestido, obligándola a que acaricie su ropa interior.

- No es Santi quien provoca esto - los ojos de la morena se abren de par en par al sentir la humedad de Alba incluso a través de la ropa interior - A veces creo que sigues sin darte
cuenta de las cosas.

Dicho esto, la rubia coge su bolso y sale del cuarto de baño. Cuando Natalia reacciona ya es demasiado tarde para ir a buscarla, porque Alba ha vuelto al salón.

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Parece que la reunión se ha desplazado a la terraza en la que todos se reparten, ahora de manera más informal en varias tumbonas, sillones y sillas de mimbre. La morena encuentra un sitio junto a su padre y su hermana, que están preparando unos chupitos de licor:

- ¡Pásame dos! - escucha la voz de su hermano, algo perjudicado ya por el vino de la cena - Hoy no duermo sólo, Elenita.

- No te lo crees ni tú, chaval - se ríe la pequeña de los Lacunza.

- ¿Qué no?, ya me ha dicho que no ha traído coche, así que esta noche va a probar el mío - Santi hace el último comentario en voz baja, de forma que su padre no puede escucharle, mientras simula acariciar una cabeza en su entrepierna.

- Pero tú qué clase de pervert... - Natalia, que se ha levantado para encararse con su hermano, necesita sentarse de nuevo, porque algo, dentro de ella, empieza a vibrar sin control - ¡Ah, joder!...

Los dos pequeños miran a la morena como si se estuviese volviendo loca, y ella intenta controlar la respiración para que no noten los espasmos de su cuerpo.

- Joder, que... me ha dado un tirón - dice Natalia.

Cuando parece que ha conseguido librarse de la atención de los otros, busca los ojos de la rubia, que la miran enfadada desde un sofá a un par de metros. En el momento en el que Natalia posa los ojos sobre ella, cesa el movimiento del vibrador en su interior.

"Por Dios, ¿qué quieres, Alba?", se pregunta la morena mientras recupera el aliento.

Pasan un rato más en el jardín, en el que la rubia tiene que hacer uso del juguete un par de veces al ver que Natalia aparta la vista y aprieta los dientes cuando su hermano le pasa a Alba la mano por el muslo, acariciándole la pierna, mientras ella no puede hacer nada sin descubrirse.

"Joder, pero ¿qué quieres que vea?, esto es un puto martirio", protesta la morena para sí.

Los asquerosos dedos de su hermano sobre Alba, su asqueroso sudor sobre su piel, su mano subiendo por su pierna, casi llegando al vestido... y entonces, al levantar la vista y encontrarse con los ojos de la rubia es consciente de todo. Esta sentada con los brazos en el respaldo del sofá, sonriendo mientras la mira con suficiencia, tiene a Santi a un lado, mendigando un poco de atención, mientras que Joan, tímidamente, charla con ella, que no se digna ni a mirarle.

INSOMNIUM | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora