Capítulo 81. Caronte

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Tres semanas después, martes, 23:47h.

Los primeros días tras la fiesta, tanto Alba como Natalia habían mantenido un ritmo de vida similar al anterior, salvo por el hecho de que esquivaban hablar sobre la madre de la morena, así como, sobre las posibles consecuencias de aquella discusión unas noches atrás. Ambas parecían tener todo bajo control, al menos en apariencia. Pero tras la primera semana el comportamiento de la rubia comenzó a volverse errático y dubitativo.

Aparecía en casa varias horas después de la finalización de su turno; había reducido hasta casi eliminar las quedadas con sus amigas y, sobre todo, con los amigos de Natalia; incluso, en un par de ocasiones, había olvidado alguna cita con la morena, que había terminado yendo sola a hacer la compra o a ver la última ecografía del bebé con Elena.

Aquel día, en el que Alba supuestamente debería haber llegado a cenar a las nueve y media, resultó ser una más de las noches de espera de Natalia, que al llegar a casa la había recibido con cara poco amigable.

- Alba, tenemos que hablar - dice la morena bastante seria, pero mostrándole media sonrisa.

La pequeña, agotada, se sienta en la mesa de la cocina frente a ella, sin ni siquiera prestar atención al plato que tiene delante.

- Ehm... ¿qué te pasa? - pregunta Natalia preocupada.

- Nada, todo está bien - responde la rubia jugueteando con el tenedor sobre el mantel.

- Alba, tendrías que haber llegado hace más de dos horas - explica intentando aplacar los nervios - ¿se puede saber dónde has estado?

- Ehm... lo siento, se me ha ido el santo al cielo - responde algo distraída - ¿has hablado con Elena?

Natalia levanta la vista buscando algo en aquella cara que le diese una pista, aunque no está contenta con el cambio de tema, decide no darle más importancia al ver los ojos agotados de su novia.

- Bien, dice que aún no nota nada - responde alcanzando su mano sobre la mesa - ¿Te apetece cenar algo?

- No, estoy cansada - contesta acariciando ligeramente con los dedos la piel de la otra - ¿te importa si me doy una ducha y me voy a la cama?

La rubia se levanta despacio, y se dirige casi arrastrando los pies, hacia el baño, dejando a Natalia con la mesa puesta y muchas más dudas que cuando llego a casa.

Dos días después, jueves, 7:22h.

Natalia había aprovechado que salía de una guardia nocturna, para recoger a Alba en casa y acompañarla dando un paseo hasta el hospital.

- Ey, ¿qué te parece si este fin de semana nos vamos a la sierra a desconectar de todo? - propone la morena mientras acaricia con delicadeza los hombros de Alba sobre los que lleva el brazo.

- No puedo, tengo guardia de 36 horas - es la única explicación que da la pequeña.

- ¿Pero no hiciste una de 24 el fin de semana pasado? - pregunta confusa.

- Sí, pero... estamos cortos de personal y muchos estamos doblando turnos.

- Vaya, a este paso vamos a poder comprarnos el chalet el año que viene - bromea la morena.

Alba no responde, parece perdida en sus pensamientos, sin prestar atención a nada más. Ni siquiera cuando llegan a la puerta del hospital cambia el semblante. Aquello preocupa aún más si cabe a la navarra, que ya no sabe cómo animarla. Es consciente de que, tras la pelea con su madre, a la rubia le va a costar algo más verla todos los días en el trabajo, pero entiende que es algo pasajero, igual que los esfuerzos que está haciendo ella por ver a su hermana y a su padre, cuando María no estaba en casa.

INSOMNIUM | AlbaliaWhere stories live. Discover now