Capítulo 76. Por Fin

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Esa misma noche, martes, 21:47h.

Una hora después, un timbre suena en otro barrio muy distinto. Alba se levanta del sofá, saliendo de debajo de una manta, y se dirige a la puerta, para encontrarse con una Natalia con pinta de estar agotada, cargando con una pequeña mochila.

- Hola... - susurra la valenciana.

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La morena no responde, sólo saca despacio el anillo de su anular y se lo ofrece a la pequeña.

- ¿Qué... qué has hecho? – pregunta asustada.

- Se lo he dicho a mis padres – contesta la otra.

- ¿Y... cómo ha ido? – Alba siente como los nervios empiezan a apoderarse de su cuerpo.

- Mejor no preguntes – responde la navarra soltando un largo suspiro.

- Ven aquí.

La rubia coge el anillo y la mochila de Natalia y los deja sobre el mueble de la entrada para después tirar de la mano de la morena para hacerla entrar en casa despacio. Una vez dentro, le quita el abrigo con cuidado y se abraza a su cintura, relajándose en el instante en el que siente aquellos brazos rodeando su espalda. Había imaginado mil veces cómo sería este momento, cómo sería tener que dejar de fingir delante de María cuando le hablase del maravilloso matrimonio de su hija, de que pronto sería abuela, de lo feliz que era Natalia... pero en ningún caso se le había pasado por la cabeza que aquello terminaría con la morena destrozada entre sus brazos. La pequeña no se atreve a preguntar qué es exactamente lo que les ha contado, si sólo ha sido el tema del divorcio o además les ha mencionado que está con otra persona... un momento... ¿y si les ha dicho que ella es esa otra persona?, ¿cómo va a explicarle eso a María?...

- ¿Estás bien? – pregunta Alba, enterrada en su pecho, cada vez más nerviosa.

- Estoy agotada – susurra la otra en su pelo.

- ¿Te preparo una ducha y algo de cenar? – ofrece la rubia, que está empezando a temblar.

- ¿Ducha y a la cama? – negocia la navarra.

- Vale... - es lo único que consigue salir por la boca de Alba.

- Hoy no voy a intentar nada... - bromea Natalia acercándose a la oreja de la otra, a quien nota tensa entre sus brazos – puedes dormir tranquila hasta mañana.

- Pero...

- Sólo dormir, te lo prometo – propone con una sonrisa en los labios, haciendo sonreír a la rubia, que recuerda la misma frase escrita en aquella nota.

- Vale – contesta la pequeña, que entrelaza sus dedos con los de ella y la lleva al cuarto de baño.

Para cuando Natalia sale de la ducha, Alba la espera sentada en la cama, bajo las mantas. La rubia no puede evitar recorrerla despacio, fijándose en cada detalle. Le había prestado una camiseta, que a ella le parecía enorme, pero que, en el cuerpo de Natalia, apenas tapaba la ropa interior. Iba descalza y aún tenía el pelo algo mojado.

- Hola – dice desde la puerta.

- ¿Quieres mejor un pijama? – pregunta Alba.

- Quiero que te quites la camiseta – pide la morena, bastante seria.

Aunque todas las alarmas de su cabeza saltan, gritándole que no lo haga, que necesitan hablar, que tiene que prepararse para lo que le pueda salpicar al día siguiente... se pierde en los ojos de Natalia y, sin saber por qué, no puede evitar obedecerla. Se deshace despacio de su camiseta procurando taparse con las mantas, tirando de ellas hacia arriba. La navarra recoge de su mano la prenda que Alba acaba de quitarse y la deja sobre una silla, para justo después, despojarse de lo que lleva puesto, dejándolo también allí.

INSOMNIUM | AlbaliaWhere stories live. Discover now