Capítulo 58. Meravigliosa Creatura

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Al día siguiente, sábado, 13:30h.

Alba había pasado en vela las pocas horas que había estado en casa esa noche, aunque el resto del grupo de había ido dispersando poco a poco camino de sus respectivas casas, la rubia permaneció abrazada al cuerpo de Natalia hasta que el encargado del local decidió dar la noche por concluida y encender todas las luces.

Casi sin intercambiar palabras, la morena había cogido a la pequeña de la mano y tras recoger sus respectivos abrigos, se había dirigido a la salida del local.

- ¿A dónde vamos? – pregunta la rubia curiosa - son las cinco de la mañana.

- ¿Sigues queriendo comer mañana conmigo? – responde la otra, que se ha parado para quedar frente a ella y mirarla a los ojos.

Alba, avasallada de pronto por aquella mirada intensa, solo consigue asentir con la cabeza. Lo que provoca que una sonrisa de alivio se dibuje en la cara de la navarra.

- Entonces te acompaño a casa – dice la morena decidida.

- ¿A casa? – a la rubia la confunde la respuesta - ¿qué hubieses dicho si te llego a decir que no?

- Pues... a dar un paseo – contesta la otra sonriendo.

- ¿Un paseo? – pregunta Alba.

- Un paseo hasta Tarragona, por lo menos – responde entre risas.

- Dios... qué tonta eres – la rubia hace el intento de pegar a Natalia que aprovecha la inercia de su cuerpo para rodearla con uno de sus brazos y empezar a caminar.

El resto del camino a casa de la rubia lo hacen abrazadas mientras hablan de cualquier tontería. Alba es consciente de los esfuerzos de la navarra por no dejarle tiempo de silencio para que encontrase una excusa para cancelar la comida, sobre todo cuando al llegar al portal, la morena, dejando un beso corto en su mejilla se despide rápidamente con un "buenas noches, rubia" y casi sin dejarle tiempo para contestar, se aleja, camino de su coche.

Unas horas después y ya sin el efecto anestesiante del alcohol en sus venas ni aquella especie de droga que era el perfume de Natalia, la idea de aquel almuerzo le parecía a Alba de todo menos una buena idea. Había empezado varias veces a escribir un mensaje con alguna excusa para no quedar, incluso había marcado el teléfono de la morena, que no había contestado.

Al final, había decidido vestirse y bajar a hablar con ella cuando fuese a buscarla. El tiempo parecía pasar más despacio de lo normal en su reloj y para cuando el WhatsApp de Natalia, pidiéndole que bajase, apareció en su pantalla, la rubia sólo tuvo que lanzarse al ascensor, deseando que todo aquello pasase lo más rápido posible.

Durante los pocos segundos que dura el camino hasta el portal, Alba repasa el estado de su pelo y del lápiz de ojos:

"Pero, ¿qué haces, tonta?, ¿para qué te preparas si vas a decirle que no puedes ir?", se regaña a sí misma. Si aún no había podido superar estar con ella unas horas en un local lleno de gente, la idea de ir a comer a solas se le hacía insoportable.

Al salir del portal, Alba se encuentra con aquella mujer apoyada en un coche que está aparcado justo en la puerta. Lleva unos vaqueros negros que acaban dentro de unas botas militares, un jersey de punto naranja que le queda enorme y un gorrito de lana a juego con los pantalones. Aunque, probablemente es la ropa que hubiese elegido un chaval de 16 años para quedar con los colegas, aquella mujer de piernas kilométricas lo llevaba como si fuese un traje de alta costura y como si ni siquiera fuese consciente del magnetismo que despedía.

INSOMNIUM | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora