Capítulo 86. Bajo la Piel

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Una semana después, domingo, 18:37h.

- Ey, bichejo, ¿quién es tu tía favorita?, ¿quién es tu tía favorita? - pregunta Natalia, haciendo sonreír a su sobrino, que jugaba con su dedo sin dejar de mirarla - Tita Nat... tita Nat.

- Sabes que es físicamente imposible que un bebé de dos meses entienda nada de lo que le estás diciendo, ¿no? - le contesta Elena que estaba terminando de preparar el cambiador de su hijo.

- Tú no hagas caso a mami, ¿vale, colega? - sigue la morena, ignorando el comentario de su hermana - A ti que nadie te diga que no puedes hacer algo.

El bebé sonríe divertido mirando la cara de su tía, que se dispone a cambiarle los pañales, quitándoselos con mucho cuidado.

- Madre mía, ¿es normal que una cosa tan pequeña cague tantísimo? - pregunta la mayor de las dos, intentando no respirar aquella peste mientras limpia al crío con una toallita.

- Pues dímelo tú, que eres la médico - protesta la otra entre risas - ¿qué te enseñaron en la facultad?

- Es que en la facultad no había cosas de éstas - contesta haciendo cosquillas al bebé que sonríe y patalea contento.

- Bueno, pues ya tenemos aquí el refrigerio - las chicas escuchan la voz de Santi, que aparece en el salón, cargado con una bandeja con cervezas y varios boles con aperitivos.

- ¡Cervezas! - Elena levanta los brazos, entusiasmada.

- Sí, esta es la tuya, enana - contesta el chico, cambiándole el botellín que había cogido por el de cerveza sin alcohol.

- Te prefería antes, cuando eras un descerebrado - protesta la pequeña.

- Nat... - dice el chico ofreciéndole la botella que queda.

La morena lo coge sonriendo y acaricia brevemente la nuca de su hermano mientras le mira, no se dicen nada, pero ambos se entienden, parecen estar recuperando aquella relación que tenían antes de que el chico entrase en sea época rebelde de la que aún, a veces, le costaba alejarse.

Pasan casi una hora bromeando entre ellos mientras juegan con el pequeño, que acaba por quedarse dormido, producto de los juegos. Elena les pone al día de los cambios postparto que está sufriendo su cuerpo, provocando las risas de Natalia y la cara de asco de Santi, que es aún más divertida que cualquier anécdota. Cuando los tres están enfrascados en un acalorado debate sobre quién era el mimado de la casa, escuchan unas llaves girando en la puerta de la entrada.

- Bueno, queridos, yo me voy ya - dice la mayor, poniéndose en pie - Como siempre, ha sido un placer.

Sus hermanos se ponen de pie para abrazarla y despedirse de ella. Que justo después se acerca a la cuna del bebé para dejarle una suave caricia en la cabecita pelona.

- ¡Anda, qué sorpresa!, pero si estáis aquí los tres - exclama María Sanabdón, que entra muy contenta a la habitación.

- Natalia ya se iba - responde Elena, sin poder evitar algo de reproche en la voz.

- Sí, me voy ya - contesta al aire mientras recoge su chaqueta y su bolso.

- Hija, ¿te parece bien Baqueira para diciembre? - pregunta la señora a Natalia, que la mira confusa - Para el puente de diciembre, tu padre y yo habíamos pensado en irnos todos a pasarlo allí este año.

- Ah, no puedo, pero gracias - responde la morena sin dar más explicaciones.

- ¿Cómo qué no puedes?, siempre viajamos en familia en el puente - protesta la madre, acercándose a ella.

INSOMNIUM | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora