Capítulo 54. Quelqu'un M'a Dit

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Dos semanas después, jueves, 20:40h.

Le sentaba fatal reconocerlo, pero Alba había vuelto a dormir a pierna suelta durante toda la noche desde que había recuperado el contacto con cierta morena. La misma
que solía escribirle para desearle buenas noches o simplemente preguntarle qué tal el día. La rubia era completamente consciente de que aquello no estaba bien, que no era bueno ni
para ella ni para Natalia pero, de alguna forma aquellos breves intercambios calmaban su ansiedad.

Aunque la morena parecía preferir el contacto vía WhatsApp, la había llamado alguna noche, en alguna de las aburridas guardias en las que no pasaba nada:

- Sí, dígame, ¿en qué puedo ayudarla? - contesta Alba con una sonrisa al ver la imagen de quien la llama.

- Buenas noches, llamaba para pedir un par de pizzas a domicilio - responde la otra siguiéndole la broma.

- Vaya, pues lo siento mucho, pero se nos ha terminado la masa - dice, intentando disimular la risa.

- Bueno, pues un plato grande de pasta con mucho queso - negocia la morena.

- Tampoco nos queda queso.

- Debe haber sido una noche muy movida- ríe la más alta.

- Nos hemos quedado hasta sin motos de reparto, imagínate - cuenta la rubia, divirtiéndose.

- Vaya... me moría de ganas de que me trajeses la cena... - se lamenta Natalia.

La pequeña no sabe si aquel comentario ha dejado de ser de broma así que permanece en silencio, algo confusa.

- Me muero de ganas de verte... - confiesa la navarra - No necesito que me digas nada, ¿vale?, sólo quería...

- Y yo a ti - la interrumpe la rubia sin saber por qué aquellas palabras se han escapado de su boca.

- Ven a cenar conmigo, Alba - el tono de la voz de la morena ha cambiado, y ya no refleja ningún tipo de juego.

- Nat... - protesta la otra.

- Estoy con dos enfermeras y ellas también están muertas de hambre - explica Natalia - No estaríamos solas.

- Creo que aún no estoy preparada para verte... - la rapidez y la sinceridad con la que contesta, sorprenden a la morena.

- Vale, yo... perdóname... sé que te dije que no insistiría - se disculpa.

- No... pasa nada... voy a ir a dar una vuelta, hablamos luego, ¿vale? – contesta la rubia.

- Sí, claro, pásalo bien.

Al colgar el teléfono, la morena se regaña a sí misma: "joder, Natalia, joder, cálmate, vas a acabar asustándola"

Durante las últimas semanas, casi la totalidad de los esfuerzos mentales de Natalia habían sido en busca de autocontrol. Conforme su día iba pasando sentía una presión en el pecho que se agudizaba con el transcurso de las horas y que sólo conseguía aliviarse al saber de ella por las noches. La morena, consciente de que caminaba sobre un fino hilo, estudiaba y calculaba cada una de sus frases para no asustar a Alba. La coraza de la pequeña era mucho más robusta de lo que pudiera haberse imaginado y a pesar de sus primeros intentos por recuperar el contacto con ella, ésta se había resistido.

No quería verla y eso le partía el alma a Natalia, pero no podía culparla, de hecho, la única culpable era ella misma. Tras varios intentos y cuando ya estaba a punto de tirar la toalla, por el bien de las dos, Alba había accedido a hablar por teléfono y aquello le había dado fuerzas para intentar arreglar todo lo que había estropeado. Empezaron siendo conversaciones cortas sobre los acontecimientos del día, la salud de la familia y cosas similares, pero habían terminado teniendo acalorados debates sobre política o religión, pasando por discusiones aún más acaloradas sobre música, películas malas o series que la otra debía ver.

INSOMNIUM | AlbaliaWhere stories live. Discover now