Capítulo 53. Me Cuesta Tanto Olvidarte

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Una semana después, jueves, 16:15h.

- Muchísimas gracias, María, estaba todo riquísimo - comenta Alba mientras ayuda a su jefa a recoger los platos que aún quedan en la mesa.

- Oh, deja eso, hija, vete fuera con Mikel y los niños - protesta la otra.

- No te preocupes, si entre las dos, tenemos todo en el lavavajillas en un momento - contesta la rubia sin hacerle caso.

- Bueno, pero yo me encargo de limpiar todo - dice la mujer mientras señala la cafetera - tú puedes ir haciendo el café si quieres.

- Claro, sin problemas - Alba coge las tazas del armario y pone a calentar la leche.

- Bueno, y ahora que estamos las dos solas... - empieza la mayor.

"Oh, no, aquí vamos", piensa la valenciana, saliendo lo que se le viene encima.

- ¿Cómo va todo?, ya sé que no tengo que preguntar por Vicky, pero ¿y el resto? - pregunta la señora con una sonrisa.

- No hay nadie más... quiero decir, que no hay nadie, porque con Vicky tampoco hay nada, vaya - aunque está más que acostumbrada a este tipo de charlas, la rubia aún se pone nerviosa.

- Pero... ¿no me dijiste que había alguien?, que no estaban las cosas bien... - dice recordando la última conversación que tuvieron al respecto.

- Sí, bueno, pero... eso no pudo ser... no salió bien - contesta intentando esquivar el tema.

- Pues quién te haya dejado escapar es un imbécil, no va a encontrar a nadie como tú en la vida y si no ha sabido valorarlo es que no te merece - la anima la otra, enfadada porque alguien hubiese podido rechazar a quien ella consideraba como una hija.

- Bueno, tampoco vamos a echarle toda la culpa, yo también puse de mi parte para estropearlo todo... - cuenta Alba más para sí misma que para su jefa.

- Que no, que ese tío es un gilipollas y punto, no se hable más - le regaña la otra.

- Es una chica, María - confiesa la rubia.

- ¡Natalia! - dice la señora de pronto.

- ¡¿Cómo?! - Alba asustada, se da la vuelta rápido para intentar explicarse, al sentirse descubierta.

- Que se me olvidaba el café de Natalia - explica la mujer.

- ¿Cómo? - la rubia, que aún no entiende lo que está pasando, se vuelva a girar hacia las tazas, escondiéndose - No... no sabía que venía.

- Me dijo que no, porque salía a las seis, pero se ve que se ha podido escapar antes - le explica la otra.

- Oh... bien - Alba vuelve a concentrarse en los cafés mientras intenta pensar en una excusa para escaparse de allí cuanto antes.

Cinco minutos después, sin que la rubia haya podido pensar en nada decente para argumentar su huída, escucha el timbre y no puede evitar que el corazón le se le acelere en el pecho. Sólo imaginar que la morena pudiese aparecer allí con su marido le helaba la sangre, así que permaneció oculta en la cocina mientras escuchaba como la chica saludaba a su padre y a sus hermanos en la terraza. Parece que había ido sola.

INSOMNIUM | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora